Elecciones generales

El PSOE cae a mínimos y sólo podrá gobernar «a la portuguesa»

Sánchez reconoce que «corresponde a la primera fuerza la formación del Gobierno»

El candidato por el PSOE a la presidencia del Gobierno, Pedro Sánchez, acompañado por su esposa, Begoña Fernández
El candidato por el PSOE a la presidencia del Gobierno, Pedro Sánchez, acompañado por su esposa, Begoña Fernándezlarazon

Las elecciones generales han golpeado al PSOE, pero no han lanzando al púgil a la lona. Los socialistas que tradicionalmente han peleado por ser la primera fuerza ven, con los datos en la mano, como han perdido comba respecto al PP –que vuelve a ser el más votado–, una distancia que pone de manifiesto su incapacidad para rentabilizar el desgaste de un partido marcado por su acción de gobierno. Con el 22% de los votos, el PSOE mantiene la segunda posición, aunque acusa la irrupción de Podemos, un partido que no existía hace dos años y que le ha arrebatado parte de su electorado. El «sorpasso» que la formación de Pablo Iglesias no logró en las municipales y autonómicas tampoco se ha escenificado a nivel nacional, dejando a los socialistas como alternativa de gobierno y primera fuerza de la izquierda. La amenaza acuciante de Podemos puede pasar de peligro a salvación si el PSOE reedita los pactos de gobernabilidad que ha firmado ya en numerosos territorios y ayuntamientos y Pedro Sánchez alcanza La Moncloa de la mano de las formaciones de izquierda con un pacto «a la portuguesa».

Con 90 escaños el PSOE se queda a 33 diputados del PP, que mantiene su distancia y la amplía notablemente respecto a las municipales y autonómicas, y no alcanza los datos manejados en Ferraz, que defendieron durante toda la campaña que estaban en un «empate técnico» con la formación de Mariano Rajoy. Por su parte, Podemos se coloca a 21 diputados de distancia, un margen que permite a los socialistas respirar tranquilos y alejar la amenaza de fagocitación que se cernía sobre ellos en los sondeos a pie de urna.

Los críticos de la dirección socialista habían cifrado en el número «mágico» de 100 escaños el límite del liderazgo del proyecto socialista encabezado por Pedro Sánchez, aunque en los últimos días se había relajado este baremo hasta los 90 diputados. Una cifra mucho más realista y que en cualquier caso hacía utópica la lograda por Alfredo Pérez Rubalcaba en 2011 cuando marcó el suelo histórico del PSOE con 110 parlamentarios. Sánchez logra ahora el dudoso honor de hacer una nueva muesca en las debacles que encadena el Partido Socialista logrando un suelo histórico, con 20 escaños menos. Tras el escrutinio, el líder socialista compareció en Ferraz para reconocer que «corresponde a la primera fuerza formar Gobierno», aunque manifestó la disposición del PSOE de «dialogar y debatir» en esta «nueva etapa política» para dejar atrás la imposición del PP.

Con la calculadora en la mano PSOE y Podemos no suman por sí mismos –logran 159 escaños– y tendrán que recurrir al apoyo de otras formaciones de izquierda para imponerse a la oposición del PP y presumiblemente también de Ciudadanos. Este escenario abre un frente en el partido, cuyos dirigentes más veteranos no ven con buenos ojos ciertos apoyos, los que provengan de formaciones radicales, abertzales y separatistas. El PSOE aguanta el tipo y así lo reflejaba ayer el ánimo de los dirigentes en Ferraz, porque –a pesar de ceder una veintena de escaños y marcar su peor dato histórico– el resultado obtenido por Sánchez permite al partido soñar con volver al Gobierno. «Me siento orgulloso de liderar el PSOE», destacó el líder socialista.