Elecciones Generales 2016
Moderados del PSOE piden que Sánchez facilite una legislatura corta del PP
Defienden que Podemos «no es lo que necesita España» y que apoyar a Iglesias sería «la tumba» del partido.
Defienden que Podemos «no es lo que necesita España» y que apoyar a Iglesias sería «la tumba» del partido.
La campaña apenas acaba de arrancar, pero los socialistas miran con escepticismo la cita con las urnas del próximo 26 de junio. Son conscientes de que estas dos semanas serán decisivas para el rumbo del partido, el cual, por primera vez en su historia, no ambiciona ser primera fuerza sino que pelea por no quedar relegado a la hegemonía de la izquierda. El barómetro del CIS, publicado coincidiendo con el pistoletazo de salida de la caravana electoral, arrojó el peor escenario para los socialistas, pues constató un «sorpasso» que, no por esperado, tuvo menor impacto para las siglas del PSOE. El barómetro traslada una foto fija en la que Pedro Sánchez será decisivo, pero no por sus posibilidades de llegar a La Moncloa, sino por su rol de facilitador para que el Partido Popular o Podemos alcancen el poder. Este papel de partido bisagra, en cuya piel los socialistas no se sienten cómodos, comienza a quebrar la unidad interna que se intenta visibilizar de cara a los comicios, a cuenta del escenario inmediatamente posterior al 26-J: los pactos postelectorales.
Los datos del CIS aportan una importante novedad respecto a diciembre. Si se cumple su pronóstico, la endiablada aritmética parlamentaria que impidió alumbrar un gobierno de izquierdas el 20-D quedaría superada, ya que PSOE y Unidos Podemos, en sus horquillas más altas –esto es, 80 y 92 escaños respectivamente–, estarían a sólo cuatro diputados de la mayoría absoluta, un diferencia salvable con los votos del PNV (que obtendría cinco parlamentarios) y sin necesidad de recurrir al apoyo de fuerzas independentistas, la principal línea roja que trazó Sánchez en marzo para ser investido presidente. Sin embargo, la posibilidad de desbloquear la situación de ingobernabilidad por la izquierda no supone precisamente un alivio para ciertos sectores moderados del PSOE, que ven con horror el avance de Pablo Iglesias en su espectro ideológico y con preocupación la posibilidad de que Sánchez le sirva de muleta para llegar al poder. Desde estos sectores se plantea abiertamente que el partido explore la posibilidad de facilitar un gobierno del PP para una legislatura corta, de dos años como mucho, que permita al PSOE recomponerse en la oposición para concurrir con garantías a las próximas elecciones mientras se pasa el «sarampión» de Podemos. Una tesis que se defiende desde la vieja guardia por Felipe González y Alfredo Pérez Rubalcaba, en territorios como Andalucía y de la que también se han mostrado partidarios presidentes autonómicos como el extremeño Guillermo Fernández Vara, o el aragonés, Javier Lambán.
Esta corriente de opinión interna del PSOE que cada vez gana más peso –incluso entre personas del entorno del candidato– argumenta que la formación morada «no es lo que necesita España ahora mismo» y sostenerla en el poder supondría «la tumba» del partido, ya que se materializaría la tan temida fagocitación. Para apuntalar su tesis recurren al perfil de Iglesias y su actitud durante las negociaciones de marzo y abril. «No es de fiar», apuntaba ayer la presidenta de la Junta, Susana Díaz, un acérrima defensora de vetar cualquier alianza que se impulse desde Ferraz con Podemos. Sin embargo, en la sede federal van dando pistas de su estrategia postelectoral y ésta transita por los derroteros de la izquierda. A los guiños en política social y programa electoral se ha sumado un goteo de declaraciones de «ministrables» como Meritxell Batet o Josep Borrell dejando caer que lo natural será una alianza con Iglesias. También el propio Sánchez ha apelado en varias ocasiones a un futuro entendimiento con el «ala moderada» de la formación morada, encabezada por la figura de Íñigo Errejón.
Al tiempo que el núcleo duro de Sánchez se deja querer por Podemos, desde Ferraz se zanja tajantemente que «jamás» se pactará o se facilitará un gobierno del PP. Unas declaraciones que intentan desarticular la movilización creciente para impulsar un pacto de estabilidad para el país. Que una u otra corriente se imponga dependerá, entre otros factores, del resultado electoral que coseche el PSOE y de la capacidad que éste le otorgue a Sánchez para seguir gestionando el partido durante las negociaciones postelectorales. El líder socialista no está dispuesto a tirar la toalla, aunque obtengan un resultado pírrico, y ya mostró en presencia de la propia Susana Díaz su intención de someter de nuevo los pactos a la militancia. Sánchez volvería a utilizar a las bases como parapeto ante sus barones críticos para salvar sus presiones en materia de alianzas de gobierno. Aunque la consulta sólo se utilizó para someter al escrutinio de los afiliados el pacto con Ciudadanos, la iniciativa fue inicialmente ideada para salvar las reticencias de los dirigentes territoriales a un pacto con Podemos, conscientes de que las bases militan más a la izquierda que sus dirigentes. «Si Pedro somete a la militancia el acuerdo con Iglesias, saldrá adelante», constata un dirigente que no se muestra seguro de que esa sea la opción que más convenga al partido. De lo que no cabe duda alguna es que el PSOE está dispuesto a mediar con el fin de que no se produzcan unas terceras elecciones y así lo puso de manifiesto el propio secretario general socialista en un foro económico en Barcelona, durante el que algunos vieron la sombra de la gran coalición. Aunque la «alianza natural» para el PSOE venga por la izquierda, desde ciertos sectores del partido se pide que el candidato a la presidencia del Gobierno dé un golpe de timón y, con el fin de canalizar el voto útil, anuncie que con sus diputados no hará presidente a Pablo Iglesias.
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