Covid-19

La «mascarilla-servilleta» de Revilla indigna a los cántabros

Solución ante el desabastecimiento. La empresa que las reparte asegura que están testadas y son una respuesta «sencilla, económica y rápida»

Coronavirus.- Las mascarillas de Gobierno regional generan críticas pero Revilla las luce y subraya su "enorme utilidad"
El presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, y su familia con la polémica mascarilla que el Gobierno de Cantabria ha repartidoTWITTER REVILLA13/04/2020larazonTWITTER REVILLA

El presidente cántabro, Miguel Revilla, acostumbra a realizar anuncios a bombo y platillo. Sus declaraciones no suelen dejar indiferente a nadie. Considerado un político incombustible, Revilla anunció que repartiría entre la población más de un millón de mascarillas desechables como «solución temporal» ante la escasez de material disponible en el mercado. Dicho y hecho. El pasado fin de semana los cántabros empezaron a recibir en sus domicilios un sobre con cinco mascarillas. Como ya señaló el ejecutivo de esta comunidad, este elemento no es de uso profesional, sino como una «barrera» durante el tiempo que la persona salga a la calle para ir a la compra, pasear al perro u otras actividades que permite el estado de alarma. Desde que empezaron a distribuirse, los vídeos, imágenes y críticas sobre las mascarilla circulan por las redes sociales, casi siempre acompañadas por comentarios que ponen en duda su efectividad. «Mascarilla-servilleta», es ya el nombre con el que se conoce a este elemento de protección individual.

Tras la recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y el Ministro de Sanidad, Salvador Illa, de ponerse mascarillas cuando se sale a la calle, este instrumento es una solución «sencilla, rápida, económica y con un 85% de protección», explica a LA RAZÓN Manuel Vidal, uno de los socios de Redpapel, la empresa que suministra el producto al gobierno cántabro. Atiende a este medio tras leer los comentarios que se están publicando sobre la falta de eficacia del producto y asegura que son fruto del desconocimiento. «No se trata de mascarillas quirúrgicas ni de tela, sino de mascarillas higiénicas desechables Araflush», explica. Están compuestas por celulosa, un material ecológico, biodegradable y testadas por Aitex (Instituto tecnológico del textil de la Comunidad Valenciana) .«Lo bueno es que en sus sencillez está su virtud. Se puede fabricar de forma masiva y por un precio de 10 céntimos».

Se trata de una variedad que se diseñó para la crisis actual. «Esta idea se pensó para solucionar el desabastecimiento. No voy a enviar a un médico con este producto pero sí a un ciudadano con una carga viral menor cuando sale a un recado. Que se utilicen estas desechables y se dejen las buenas en manos de los sanitarios», insiste. Su grado de protección es menor al de las homologadas. Las FFP2, testadas a nivel internacional, tienen un nivel de protección del 95%, las que denominamos sanitarias y que fueron repartidas ayer en el metro de Madrid, en torno al 90% mientras que las que están hechas con tela especifica no alcanzan el 40% de protección. «Si todos tuviéramos una EPI en casa, que es imposible porque hay una situación de desabastecimiento, sería fantástico mientras tanto esta es un solución», defiende. No está homologada, pero sí atiende a las recomendaciones que exige Asociación Española de Normalización. No cuentan con una cinta o adaptador a la cabeza, sino que se sujetan a las orejas en función de unas ranuras que permiten homologarla a diferentes tamaños.

La empresa reconoce que fueron ellos mismos quienes recomendaron al gobierno cántabro su compra ya que además el material en cuestión –Araflush– ya se usa con fines quirúrgicos. «El gobierno de Cantabria es uno de mis clientes. Cuando llegó a mis manos este producto revolucionario, se lo enseñamos, les gustó y dieron un paso al frente», explica. El acuerdo con el Gobierno cántabro consiste en la entrega de 1,2 millones de mascarillas empaquetadas de cinco en cinco para distribuirlas por los hogares y tiene un coste de 150.000 euros que han sido financiados por el Banco Santander. La distribución se realiza en colaboración con Correos en los municipios con más de 8.000 habitantes y una incidencia mayor de la epidemia, y coordinada con los ayuntamientos en los que tienen igual o menor población pero menos casos positivos.