Especiales

Coronavirus

El Gobierno envía un mail a los empleados del BOE para silenciar las “chapuzas”

El Ejecutivo impone un dispositivo sin precedentes a los trabajadores del boletín para trabajar 24 horas y envía un email a los correctores para silenciar sus protestas ante la presión y la filtración de boletines «fake»

Vida diaria durante el cuarto día de la fase 0 de la desescalada en Madrid
Un madrileño consulta su móvil en un banco en el centro de Madrid, delante de una pintada contra el Gobierno por la gestión de la crisisMariscalEFE

El volumen sin precedentes de reales decretos exprés que emite el Gobierno ha obligado a desplegar un dispositivo sin precedentes de 24 horas del personal que trabaja en el BOE. Estos funcionarios, además de saturados, están molestos por la presión, las filtraciones del propio Ejecutivo que les pone en evidencia y las numerosas horas extra que no se plantean remunerar. Ante las quejas de los trabajadores y la posible repercusión, el Gobierno ha enviado un email a todos ellos subrayando la confidencialidad de las comunicaciones entre ministerios y ellos, los encargados de elaborar cada día el boletín, corregir las erratas de quienes redactan las leyes y maquetarlo.

«Es un modo de blindarnos, de evitar poner en entredicho la forma en la que nos hacen trabajar y sacar a la luz lo que está ocurriendo», relatan con preocupación. Todos ellos piden su condición de anonimato para participar en este artículo ante las consecuencias que pueda tener para ellos. «Es curioso que precisamente ahora nos hablen de confidencialidad cuando en todos los años que llevo de profesión nunca lo han hecho, pero en este momento parece que tienen miedo por las que les puedan caer», afirman.

Aseguran que están trabajando «más que nunca» y con el mismo personal. «No se ha reforzado la plantilla, nos hacen trabajar más horas y todavía no nos han dicho cómo nos lo compensarán. Por ejemplo, antes de la crisis del coronavirus, el viernes se dejaba terminado el periódico (BOE) del sábado y del lunes, ahora eso es inviable. Nosotros entendemos que es una situación extraordinaria y estamos dispuestos a trabajar todo lo que sea necesario, pero que se nos compense por ello», reclaman. Hasta el momento, además de los boletines diarios, se han publicado otros 16 extraordinarios «y muchos llegan incluso el domingo o a partir de las doce de la noche», dicen.

Filtraciones interesadas

Los encargados de la publicación de las leyes que emite el Gobierno, que conforman un equipo de unas 100 personas en toda España, trabajan ahora desde casa, lo que ha obligado también a reforzar los protocolos de seguridad, por un lado, para evitar filtraciones (en las que podría dejar en evidencia, por ejemplo, los errores en la redacción), así como para evitar hackeos, «ya que todo lo que sale publicado es ley y va a misa», subrayan.

Así, trabajan con una red privada VPN, a través de la cual, la información que viaja a través de ella está cifrada para evitar que terceros puedan robar información confidencial. «En alguna ocasión se habían hecho simulacros por si ocurría una situación como la de ahora, en la que no podemos ir a la oficina. El BOE no puede interrumpir su funcionamiento. Ahora todo se hace desde casa y la organización se realiza a través de grupos de WhatsApp».

Se han establecido tres turnos para que haya cobertura las 24 horas los siete días de la semana, ya que últimamente, muchos boletines llegan a partir de la medianoche. «Por la mañana somos unas treinta personas, por la tarde unas 20 y de noche, también 20. Y es que además de hacer a toda velocidad el BOE, porque nos meten mucha presión para que salga lo antes posible, sea la hora que sea, también tenemos que seguir con la tarea de digitalización de la base de datos. La verdad es que es mucha presión. Existe cierto malestar porque antes, cuando trabajábamos un fin de semana se te pagaba aparte, como en caso de nombramientos oficiales que se hacen los domingos, pero ahora, como estamos trabajando desde casa parece que nos lo dan por pagado de ese modo», critican.

Los correctores, a los que tienen prohibido modificar las comas para evitar que cambie el sentido de la frase, apuntan que durante el proceso de lectura se aprecian constantes faltas de ortografía («las ‘‘h’’ se olvidan con bastante frecuencia»), aunque evitan apuntar a un texto en concreto ya que lleva su sello y serían identificados. También son los encargados de enviar a Casa Real el boletín antes de su publicación para que el Rey lo sancione, «es algo rápido porque nunca ponen trabas y lo devuelven enseguida», matizan.

En cuanto a la filtración de falsos BOE, los correctores apuntan que están «muy sorprendidos» ya que por grupos de amigos o familiares les llegan documentos que ellos no han elaborado, es decir «fake BOE»: «Nos echan en cara por qué se enteran antes por WhatsApp que por el BOE, y tenemos que explicarles lo que ocurre. Imagino que se hacen filtraciones previas desde los ministerios a modo de globo sonda, pero claro nos dejan vendidos a nosotros», protestan. Sobre la rapidez que les exigen desde el Gobierno para publicarlo (el BOE depende de la vicepresidencia de Carmen Calvo), ellos aseguran que una vez que les llegan las disposiciones, no tardan más de 45 minutos en publicarlo, «así que no es justo que focalicen el retraso en la publicación en nuestro trabajo, más bien el problema es su lentitud a la hora de enviarnos los originales», concluyen. Una nueva polémica que alimenta el caos en el que se encuentra sumido el Gobierno.