Coronavirus
El nombre de los muertos
La portada de ayer del «The New York Times» ha causado un gran impacto al relacionar uno por uno, los nombres de 1.000 fallecidos, en representación y homenaje a los cerca de 100.000 muertos que el diario afirma que EEUU alcanzará en breve. La edición digital del periódico, incluso, va cambiando los nombres cada 4 segundos, para no restar protagonismo a ninguno: «Una pérdida incalculable», titulan, «no eran meros nombres en una lista, eran nosotros».
Con ello, han hecho saber al mundo que, en EEUU, los muertos tienen nombre, saben quiénes son porque podían ser cualquiera de ellos. En España, no solo no tienen identidad, sino tampoco número, ya que aún no sabemos con certeza cuántos compatriotas han fallecido.
Durante los más de setenta días de alarma, apenas hemos visto imágenes que acompañaran a este enorme duelo, y más bien parecía –con los aplausos en los hospitales y en los balcones–, que estuviéramos viviendo una fiesta en lugar de una terrible epidemia.
Escribí acerca de «la muerte ocultada» como una estrategia impulsada por el Gobierno para hacer la tragedia más llevadera para sus intereses políticos. Desde luego, no para respetar el dolor de sus familiares y amigos. Casi se va a retomar antes el fútbol, que se declare el luto oficial, en coherencia con esa inaceptable política de negar visibilidad al dolor. Glosando a Bécquer: «¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos!». Sobre todo, si tan siquiera tienen nombre.
✕
Accede a tu cuenta para comentar