Coronavirus

Un confinamiento en ultramar (LXII): Terroristas del Frap, combatientes contra el nazismo

Iglesias es un determinista que distingue a la gente por sus orígenes y que, al mismo tiempo, tiene bula para liberarse de los suyos propios

Portada de una publicación del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP).
Portada de una publicación del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP).FRAPFrente Revolucionario Antifascista y Patriota

Mañanas de virus, tardes de posverdad. El vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, se refirió esta semana a la portavoz del principal partido de la oposición con el título de «marquesa». Si no repitió «marquesa» y «señora marquesa» media docena de veces no lo hizo ninguna. Cayetana Álvarez de Toledo le respondió que no podemos culpar a los hijos por lo que fuesen o hicieran los padres, y ni siquiera «los padres somos del todo responsables de lo que vayan a hacer nuestros hijos». Pero dado su interés en las genealogías le haría la gracia, «por primera y última vez», de recordarle que es «hijo de un terrorista». «A esa aristocracia pertenece usted. A la del crimen político».

Fue el propio Iglesias, recuerden, el que en la muerte de Santiago Carrillo había escrito un artículo en el diario Público donde menciona con evidente orgullo la vinculación de su padre, Francisco Javier Iglesias, con el FRAP: «Créanme si les digo que siendo hijo de un militante del FRAP y habiendo militado donde milité, tiene su mérito admirar a Carrillo». Iglesias, como dice un amigo, es un determinista que distingue a la gente por sus orígenes y que, al mismo tiempo, tiene bula para liberarse de los suyos propios, especialmente de aquellos de los que anteayer fardaba. En opinión de mi querido y admirado Mikel Arteta, «Condenando a Cayetana por marquesa –no por sus estudios, trabajos, escritos y parlamentos– Pablo evita confrontar y al tiempo compra absolución por haber apuntillado en Galapagar y el CNI al guerrillero de Vallecas.

Ahora solo puede impostar escándalo si alguien traza la línea entre el leninismo del padre y del hijo, por más que el hijo muestre su orgullo de estirpe, el que le llevó a disfrutar de las palizas a policías en Gamonal y a confraternizar con Bildu y ERC antes incluso que con su socio de Gobierno. Cayetana puso el dedo en una llaga demasiado abierta como para ocultarla». La abogada Carmen Ladrón de Guevara, incansable en su lucha por la memoria y la dignidad de las víctimas del terrorismo, aclaraba el miércoles en Twitter que «el FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriota) fue una organización terrorista». También recordó que «fue responsable del asesinato de 5 personas»: Juan Antonio Fernández y Manuel Pedregal, subinspectores de la policía; Lucio Rodríguez, policía; Antonio Pose, guardia civil de Tráfico, y Juan Ruiz, policía. La portavoz del PP fue demasiado elegante para añadir que su propio padre, Jean Álvarez de Toledo, el 6 de junio de 1944, con 18 años, dió en la Voix de l’Amérique la noticia del desembarco de los Aliados en Normandía.

Poco después Jean Álvarez embarcó hacia Europa, junto a otros 4.000 soldados americanos y franceses, a pelear contra el nazismo. Nada de esto parece importar a la ministra de Igualdad, Irene Montero, a la sazón pareja del vicepresidente Iglesias. Montero, con un nivel de debate de ética, optativa, de aproximadamente 16 años, más esa torva predilección por el dardo ad hominem, afirmó en redes sociales que «La libertad de Cayetana para decir sus miserias existe gracias a los que como Javier Iglesias se jugaron el tipo por la democracia cuando hacerlo costaba torturas, cárcel o la vida. Para España son héroes y heroínas pero la marquesa debe ser más de Billy el Niño». Mientras tanto, en internet, las huestes fake peleaban por reescribir la página de Wikipedia dedicada al FRAP.

Toca limpiar o edulcorar las referencias al terrorismo. ¿El terrorismo no es terrorismo en una dictadura? ¿El terrorismo, entonces, pasa a ser antifascismo? ¿Sí? Pues resulta, qué cosas, que el principal partido político antifranquista, el PCE, estuvo en contra de las organizaciones enfangadas en el terror, a las que contemplaba con indisimulado desprecio no exento de inevitable asco. Y no, no creo que Cayetana Álvarez tenga que responder ante un juzgado por recordar que según el mismísimo Iglesias su señor padre fue «un militante del FRAP». Pues los parlamentarios están blindados ante la hipótesis de ser demandados por lo que digan en la tribuna.

De lo contrario esto sería un no parar de puertas giratorias del Congreso a los tribunales. A más: es mentira que el periodista Hermann Tertsch fuera condenado por llamar terrorista, o militante de una organización terrorista, al padre de Iglesias. Hasta donde alcanzo, hemeroteca, la condena fue por «vincularlo» con un asesinato cometido por el FRAP en 1973, cuando estaba en la cárcel, acusado de repartir propaganda contra la dictadura. Lástima que la necesaria estocada de Álvarez de Toledo haya eclipsado las virtudes de un discurso magnífico, que clavó como pocos al impostor.