Quim Torra

La democrática “republiqueta”

FILE PHOTO: Spain's PM Sanchez and Catalan regional leader Torra meet in Barcelona
El presidente de la Generalitat, Quim TorraAlbert GeaReuters

La separación de poderes es consustancial a la democracia parlamentaria y liberal, popularizada por Montesquieu en su teoría del Estado democrático y de derecho, y recogida en su Espíritu de las leyes, aunque fuera Locke el precursor en su formulación.

Los tres poderes clásicos –legislativo, ejecutivo y judicial– son independientes entre sí y actúan de frenos y contrapesos mutuos en favor del bien común. Así era hasta que Puigdemont y su vicari Torra –que fue candidato número once por Barcelona en las últimas elecciones autonómicas, y luego ascendido tras ellas por la «dedocracia» de Waterloo a presidir la Generalitat– acordaron fundar su particular «republiqueta», cual versión autóctona del cortijo andaluz.

Su concepcion de la separación de poderes tiene estos días un nítido ejemplo en la ruidosa exigencia de Torra de cesar al secretario general del Parlament. El motivo: negarse a desobedecer al TC y no publicar algunos de los contenidos de las resoluciones aprobadas en la reciente sesión plenaria convocada a instancia suya, para reprobar a la Monarquía parlamentaria e insultar e injuriar a sus titulares actual y emérito.

Responsabilidades legales al margen, es evidente que esa decisión le corresponde a la presidencia de la Cámara y a su órgano colegiado de gobierno, pero Torra exige su cese con cajas destempladas. No hay poder por encima de Puigdemont y su vicari: ni el TC, ni la ley, ni los funcionarios asesores legales del poder legislativo catalán. La democrática «republiqueta». Continuará…