Entrevista

Ángel Acebes: ¿Ve posible la implicación de Rajoy en “Kitchen”? “No le puedo decir nada. Ya no estaba allí”

El ex ministro habla con LA RAZÓN tras la sentencia de la Audiencia Nacional que le absuelve en el “caso Bankia”

Ángel Acebes en la sede de LA RAZÓN
Ángel Acebes en la sede de LA RAZÓNJseus G FeriaLa Razón

Durante nueve años ha tenido que aguantar la pena de banquillo por una “intencionada” maniobra para incluirle en la demanda, y “sacar de ella al ex ministro” socialista Virgilio Zapatero, confundiendo, según denuncia, la fecha en la que se incorporó al Consejo de Administración de BFA, matriz de Bankia. Su incorporación se aprobó el 31 de julio de 1999. La liberación llega después de haber pasado “los peores nueve años de su vida”. La sentencia de la Audiencia Nacional sobre la salida a bolsa de Bankia concluye sobre él -la Fiscalía pedía un año y medio de prisión por falsedad contable- que “resultaría absolutamente insostenible asignar algún tipo de reproche penal” a la actuación desarrollada por el ex presidente del Comité de Auditoría y Cumplimiento (CAC) de BFA, y ex integrante de su Consejo de Administración.

-¿Qué ha sentido al conocer la sentencia de Bankia y su absolución?

-Siempre he estado completamente convencido de que esto iba a terminar bien. Pero han sido nueve años durísimos, en los que cada día he vivido sintiéndome víctima de una injusticia enorme.

-¿Por qué?

-Yo no era miembro del Consejo de Administración que decidió la salida a bolsa de Bankia. Pero alguien rectificó la demanda para sacar de ella a un ex ministro del PSOE e incluirme a mí, aportando un certificado de mi incorporación a la matriz ocho meses después. Y por eso he pasado 9 años imputado en un procedimiento falso e injusto.

-¿A quién se refiere? ¿Quién es “alguien”?

-Herzog [abogado y ex portavoz de UPyD].

-Y ya liberado, ¿por qué cree que le mezclaron “injustamente”, como dice, en esto?

-No lo sé. Por mucho daño que quieras hacer a un partido político adversario, hay límites éticos y humanos que no deben traspasarse. Esto lo hizo a sabiendas, aportando un documento de meses después con conocimiento de lo que estaba haciendo.

–¿Ha tenido oportunidad de leer la sentencia?

–No toda. Pero sí la parte, de la página 346 a la 376, que me dedican a mí. Y me siento muy satisfecho de que por fin se haya hecho justicia. Llega tarde, pero se ha hecho Justicia.

–¿Alguna vez dejó de creer en la Justicia?

–No, a pesar del dolor de todos estos años.

–La sentencia les exculpa porque la operación contó con la aprobación de todos los organismos supervisores. ¿Qué piensa de quiénes creen que fue una estafa estructural y sistémica?

–La Justicia se ha pronunciado. Ha dicho que no hubo delito de nadie. Desde el Gobierno de España, el Banco de España y todos los demás órganos supervisores, hasta el Banco Central Europeo consideraron que la fusión de varias cajas era una solución para el problema que había en aquellos momentos. Igual que ahora se ha considerado que lo mejor para el país es la fusión de Bankia y de CaixaBank.

–¿Y cómo nadie pudo darse cuenta de que Bankia acabaría siendo una trampa para ahorradores confiados?

–Hay que colocar los hechos en el contexto de una dura crisis económica. Los informes de las autoridades aconsejaron entonces a Caja Madrid iniciar un proceso de absorciones de cajas más pequeñas porque entre todas generaban un riesgo inmobiliario muy grande. Los gestores entendieron que Caja Madrid podría absorber todo dentro de un contexto complicado. Puede hablarse de un error de gestión en la toma de una decisión muy complicada, pero la Justicia acaba de sentenciar que esto no es un delito ni una estafa para los inversores.

–¿Pero es justo que la mala gestión, si daña a los ciudadanos, no tenga consecuencias penales?

–Todos nos podemos equivocar en decisiones empresariales, y eso tiene sus consecuencias, por supuesto. Pero de ahí a hablar de delito tienen que darse otras condiciones, en cuanto a la voluntad de dolo y engaño, por ejemplo, que no existieron en este caso. La decisión se tomó pensando que era lo mejor para el interés general. Igual que se ha hecho ahora con Bankia y Caixabank.

–¿Mantiene relación con Rodrigo Rato?

–Este es otro elemento que hay que valorar para medir bien el alcance del daño que se ha hecho en estos años. Todos los afectados por la condena por las «tarjetas black» están en la calle, salvo Rodrigo Rato, porque en teoría lo que decían es que estaba pendiente precisamente de este fallo. Y la Audiencia Nacional también le ha absuelto completamente. Vamos a ver qué pasa ahora.

–¿Estos 9 años se ha visto afectada su vida profesional?

–No. Mi despacho no ha tenido ningún problema. Como le he dicho, he pasado los peores años de mi vida porque todo ha sido muy injusto. No es que ni siquiera me hubiera saltado un semáforo en rojo, es que yo no estaba ni siquiera en el país, por decirlo metafóricamente. Pero, por suerte, he tenido el apoyo de mis amigos y de mis clientes, que nunca han dejado de confiar en mí.

–¿Qué piensa de las informaciones que se están conociendo del «caso Kitchen» y de los datos que señalan al expresidente Mariano Rajoy?

–No le puedo decir nada. No estaba allí.

–¿Pero le resulta verosímil que Rajoy se implicara en una operación de utilización de la policía para tapar la presunta caja B del PP?

–Todo lo que está saliendo es muy feo. Villarejo está en la cárcel y tiene que defenderse. Pero, le insisto, no quiero pronunciarme porque no estaba entonces en la dirección del partido.

–Pero sí conoció de las finanzas del PP como coordinador y secretario general del partido.

–Todos los hechos de los que me preguntan comenzaron después del Congreso de Valencia, cuando yo ya no estaba en Génova.

–¿Se ha sentido apoyado por su partido?

–Llevo años viendo y leyendo titulares de Prensa con informaciones en las que se pedía pena de cárcel para mí. Hoy puedo decir con la cabeza bien alta, y todos los que me conocen saben que es así, que mi mayor patrimonio es mi honorabilidad y mi compromiso con el buen ejercicio de las responsabilidades que ejerzo. Que hoy pueda leer una sentencia que dice que no sólo no cometí ninguna irregularidad, sino todo lo contrario, es la mayor felicidad que he sentido en años.