Estrategia

Casado impone un plan de prejubilaciones al PP

Génova «recoloca» peones jóvenes en el aparato provincial para asaltar al regional cuando se controle la pandemia

Pablo Casado, en una de sus últimas intervenciones en el Pleno del Congreso
Pablo Casado, en una de sus últimas intervenciones en el Pleno del CongresoJESUS G. FERIAJESUS G. FERIA

Pablo Casado afronta el nuevo año con el propósito de acelerar la «renovación» del partido. Renovación es una palabra que tiene muy buen marketing político, aunque, desde el punto de vista orgánico, dentro de unas siglas siempre esconda para el «mando» otros objetivos que el de simplemente actualizarlo para hacerlo más competente en la lucha electoral.

En las baronías populares hay malestar con cómo se está precipitando el proceso y con la alteración del calendario estatutario, que dice que primero tienen que celebrarse los congresos regionales, y después, los provinciales. En esta nueva etapa se ha impuesto que sea a la inversa para que desde la «renovación» provincial, el plan de prejubilaciones en las estructuras locales, Génova tenga más margen para controlar la «renovación» –prejubilación– regional.

Desde que el equipo de Casado llegó a la Presidencia del PP, tras la caída de Mariano Rajoy del Gobierno, Génova ha ido ejecutando una profunda remodelación en todas las estructuras orgánicas del PP para, escalón a escalón, «limpiar» la carga endémica del «marianismo», e incluso «aznarismo», menos manejable por el poder central, además de menos rentable electoralmente, y colocar en puestos ejecutivos autonómicos, provinciales, locales, y en todos los Parlamentos, un «ejército» de nuevas caras «más compenetradas» generacionalmente, y en proyecto, con el «casadismo».

Finalmente, por acuerdo de Junta Directiva Génova blindó su calendario para que, contra la tradición, primero se celebren los congresos provinciales y, a partir del próximo otoño, los regionales. En todos los procesos congresuales el sistema es el mismo que en el último conclave nacional en el que fue elegido Casado. Hay primarias entre los afiliados, que concluyen, salvo que haya una única lista mayoritaria, en una elección entre los compromisarios.

En el poder autonómico del PP se quejan de que «Génova tiene muchas prisas por hacer los congresos provinciales». Y también advierten de que donde se gobierna, se negocia con las autonomías. «Lo que no tiene sentido es hacer congresos telemáticamente en época de pandemia con escasas garantías democráticas y escaso eco social». En las comunidades en las que el PP gobierna ya se sabe quiénes van a ser los presidentes regionales: por lógica, y precedentes, los presidentes autonómicos, salvo la excepción de Madrid donde hay otra tradición más sujeta al «mando» nacional.

En el PP de Madrid los precedentes sí dejan espacio para que Génova intente controlar la presidencia regional con un perfil distinto al de quien ejerce la Presidencia autonómica. Con Esperanza Aguirre cambió esta singularidad, ya que ella sí consiguió imponer a la nacional su mando regional, pero Génova, con la ayuda del equipo municipal, maniobra para esquivar a Isabel Díaz Ayuso y buscar una «tercera vía». Tras la caída de Cristina Cifuentes en abril de 2018, el PP de Madrid sigue bajo el control de una gestora que dirige Pío García Escudero, «pata negra» del partido, ex presidente del Senado, y que ha sobrevivido en la «fontanería» de la organización política a las etapas de Aznar y de Rajoy.

Los barones han hecho llegar a la dirección nacional que las fechas y los candidatos deben negociarse para evitar tensiones y una proyección de división que no es nada oportuna. Y que el plan de prejubilaciones regionales debe afrontarse, en cualquier caso, cuando la pandemia esté controlada. Las prisas y las formas de Génova han tenido mal acogida en Valencia y en otras direcciones autonómicas, como Galicia, donde Alberto Núñez Feijóo, presidente de la Xunta, ha pisado el freno y ha impuesto su autonomía para dirigir el proceso. En Galicia y en Andalucía, por ejemplo, Génova tiene muy poco margen para imponer su «aparato» contra el criterio del referente territorial.

Y parecido ocurre en las otras «plazas» donde el PP gobierna en coalición con Ciudadanos, aunque internamente ya se han detectado «maniobras» de Génova para recolocar piezas a su favor en determinadas provincias. En el resto de comunidades donde el PP está en la oposición el trabajo de Génova está centrado en ir tejiendo una red de poder provincial que le permita controlar la renovación del liderazgo regional. Desde Génova el proceso se presenta en términos de actualización del partido para reforzar sus estructuras ante los próximos procesos electorales porque, según denuncian, en la herencia de Rajoy no sólo fallaba el proyecto político, sino también el proyecto orgánico. «Recibimos un partido hundido y sin banquillo».