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Reacciones

¿Un asedio al Congreso en España?

Los partidos instigan en clave doméstica la confrontación del asalto al Capitolio. Ex ministros y veteranos referentes temen que España se vea «en una situación parecida»

Una multitud ante el Parque de la Ciudadela durante el asedio al Parlamento catalán Manu FernandezAP

La política española se pierde en el fuego cruzado incluso cuando se trata de responder a la catástrofe democrática de la marcha fascista sobre el Capitolio, la caja fuerte de la democracia americana. La reacción de condena inicial, con matices en la contundencia de esa condena, dio paso a un ruido de sable doméstico que dejó en evidencia tres hechos: la ignorancia de una parte de nuestros partidos sobre lo que de verdad está ocurriendo en Estados Unidos, la similitud de estrategia entre el populismo de izquierdas y de derechas, y el debate en la derecha española, y por extensión europea, entre los que creen que deben buscar su fortaleza en ese populismo y los que se miran en la derecha liberal tradicional. Que las imágenes propias de un intento de golpe de naturaleza fascista, instigado por el todavía presidente de Estados Unidos, Donal Trump, hayan servido a los partidos para enzarzarse a nivel nacional en una nueva pelea confirma, a su vez, que las debilidades que está dejando ver la democracia más referencial de Occidente sacuden también a muchos otros países que se tienen como Estados de Derecho.

Así, la polarización se impuso sobre cualquier debate racional respecto a la insurrección de los «trumpistas», dando pie al temor de que, en esta búsqueda de la confrontación por encima de todo, instigada además radicalmente por una de las partes del Gobierno, España pueda verse en una situación parecida en próximas citas electorales. «El juego sucio, la manipulación de la realidad, la utilización de redes políticas y mediáticas para engañar al ciudadano y saltarse las reglas de juego en el compromiso político ya forma parte de nuestra realidad», valoraba un ministro catalán del Gobierno de Aznar.

El consejero de Interior Felip Puig abandona el Parlament en helicóptero el día del asalto en 2011ANDREU DALMAUEFE

Esta reflexión la hace suya otro ex ministro socialista. Para quien «la polarización partidista está justificando el desacato a las normas básicas de la convivencia». «Todos deberíamos tomar ejemplo de lo que ha sucedido en el Capitolio. En Europa hay muchos discípulos de estos movimientos, por la izquierda y por la derecha».

Para echar más barro al lodazal, los partidos tiraron de las redes sociales y de insignes representantes de sus direcciones, en un ejercicio de demagogia y manipulación de la realidad que les colocó en el mismo nivel de las acusaciones que lanzaban contra el adversario político. Los extremos, Podemos, por la izquierda, y Vox, por la derecha, fueron los encargados de atizar más el fuego mientras en Estados Unidos los acontecimientos evolucionaban en la dirección necesaria para retratar que la fuerza y la solidez de las instituciones americanas está por encima del modelo «trumpiano».

El vicepresidente del Gobierno y líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, dirigió sus referencias a la ultraderecha y al fascismo a Vox, y, por extensión, a la derecha española. Y para mover bien el barro utilizó al portavoz en el Congreso, Pablo Echenique, quien calificó a Trump de «sociópata golpista», el «referente político de Vox», para ir después a por el Partido Popular. «¿Condenará Casado el intento de golpe de Estado en EE UU? Lo dudo. Seguramente que llamará protestas a que neonazis violentos entren al Capitolio para evitar la designación del presidente».

En este nivel de hacer política, en el que el mensaje está por encima de la realidad a la que debería ajustarse, Echenique ignoró en su ataque que Casado ya había condenado lo ocurrido en el Capitolio. «El asalto al Capitolio es inaceptable. La democracia se basa en la representación parlamentaria que no puede ser coaccionada», había manifestado el jefe de la oposición.

Ahora bien, Vox también ya había entrado en el lodazal y esto llevó a que el «número dos» del PP añadiera matices a la condena del PP, precisiones que sirvieron, a su vez, para agitar más la confrontación y el ruido sin sentido entre los partidos españoles. Los de Santiago Abascal acusaron a la izquierda de lo ocurrido en el Capitolio, comparándolo además con otras actuaciones de los morados en procesos electorales anteriores o con el «asalto» al Parlamento catalán.

También el secretario general del PP, Teodoro García Egea, condenó el asalto al Capitolio estadounidense, sin olvidar echar su «leña» al fuego, «como todo ataque jaleado en España por el populismo». El «dos» de los populares recordó las movilizaciones de Unidas Podemos bajo el eslogan del «Rodea» al Congreso en 2016, durante la investidura de Mariano Rajoy, y cuando protestaron ante el Parlamento andaluz el día de la investidura del popular Juan Manuel Moreno como presidente de la Junta. «Los radicales que hoy gobiernan son los que rodearon el Congreso en 2016 y lanzaron piedras a diputados y los que se manifestaron ante el Parlamento andaluz en 2019 contra la alternancia política».

Desde Lleida, el presidente de los populares añadió un elemento más a la confrontación, esta vez para señalar dentro del bloque del centro derecha. Casado criticó a «los partidos populistas de cualquier ideología» y advirtió de que «los partidos que justifican que se alentara la violencia para tomar el Capitolio por parte de Donald Trump no tienen ninguna credibilidad». No los citó, pero Casado se refería a sus competidores por la derecha de Vox. Ahora bien, Casado, igual que hizo García Egea, también atacó «a los que justificaron en Cataluña el intento de asalto al Parlamento catalán en 2010 y 2017 o cuando se rodeó el Congreso en 2012 o cuando se hicieron las marchas por la dignidad con cien heridos, entre ellos 60 policías, en 2015».

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