Memoria

No todos los muertos en España tienen la misma importancia

¿Va a impulsar algún gobierno una ley de memoria sobre la pandemia?

La ropa de una víctima exhumada en una fosa de la Guerra Civil en Paterna (Valencia)
La ropa de una víctima exhumada en una fosa de la Guerra Civil en Paterna (Valencia)Emilio MorenattiAgencia AP

Los políticos, los memorialistas históricos –los honrados y los «negociantes»–, los historiadores y una parte muy pequeña de la sociedad española siguen preocupados en el presente por los muertos en combate, los represaliados y los fallecidos por enfermedades y penurias durante la Guerra Civil que terminó hace ya 85 años.

La verdad es que es una cuestión que se podría cerrar en gran medida si se afrontase un gran proyecto nacional de investigación –como el que se hizo, por ejemplo, para la Armada Invencible– que buscase las cifras ciertas de los muertos, por una u otra circunstancia, como consecuencia de aquella ya lejana y triste guerra. Con los sueldos que cobran los investigadores doctores en Historia, por lo general algo menos de 1.500 euros netos al mes, con un equipo de medio centenar de investigadores, en cinco años de trabajo, sabríamos los muertos en la Guerra Civil con nombres y apellidos, día, hora, lugar, motivo, etc. de todos ellos. El coste de tan importante proyecto estaría en torno a los 5 millones de euros y además sacaríamos a 50 investigadores del paro.

Esto no es un brindis al sol. Recientemente Carlos Navarro, ingeniero, profesor de las Carlos III, en donde fue vicerrector, ha elaborado una base de datos con más de 8.000 nombres en la que constan todas las personas asesinadas en el Madrid del Frente Popular y en la que además están las referencias de la documentación relativa a esas muertes en los archivos nacionales, en la Causa General, para la fácil localización de los expedientes por los interesados en saber más sobre estos tristes sucesos. Esto lo ha hecho él solo y sin ninguna ayuda.

El presupuesto de la Ley de Memoria Histórica para el año 2021 es 11.356.530 euros. Con un solo un millón de esos once y pico del citado presupuesto 2021 se podría comenzar a cerrar una parte importante, la más importante, de la cuestión.

A este proyecto se tendría que unir un estudio comparado, que podría ser objeto de una o varias tesis doctorales sin costes para el erario público, para saber si la Guerra Civil española fue una guerra muy cruenta, si los muertos fueron algo desproporcionado para una guerra civil como la de 1936-1939. Esto solo se podría saber comparando las cifras y la cadena de acontecimientos de nuestra guerra con otras similares. Solo la historia comparada puede permitir saber a los españoles si nuestros abuelos y bisabuelos fueron menos, igual o más sanguinarios en su guerra civil que otros pueblos y naciones del planeta. Comparar la Guerra Civil española con la guerra civil de Secesión de Estados Unidos, la guerra civil rusa, el holodomor al que sometió Stalin a los ucranianos, las guerras entre hutus y tutsis en Ruanda, la represión de los colaboracionistas tras la Segunda Guerra Mundial en Francia, Italia, Bélgica, Holanda, Yugoslavia, las represiones de la dictaduras militares de Chile y Argentina, la represión política en China tras su guerra civil, la de Corea del Norte o la de la Cuba de hermanos Castro contra sus disidentes... ayudaría mucho a poner las cosas en su justo termino, lejos de bastardos intereses políticos y buenismos idiotas.

Sin intentar sentar cátedra sobre los muertos de la Guerra Civil, a la espera del necesario plan de investigación antes citado, voy a emplear las cifras del profesor Moradiellos, aparentemente tan buenas como otras, para una reflexión, a pesar de discrepar en algunas de ellas.

Enrique Moradillos escribe en «El País», 27 de marzo de 2021, que los muertos en combate fueron en los dos bandos unos 200.000, 350.000 los muertos por hambre o por deficiencias sanitarias, 130.000 los muertos por las represalias del bando vencedor, la mayor parte durante la guerra, y algo más 55.000 las represalias durante la guerra realizadas por los republicanos, por el Frente Popular (aunque otros estudios solventes hablan de cerca de 80.000 asesinados). Es decir, que en los tres años de guerra, grosso modo, murieron cada año en combate algo menos de 70.000 hombres y por hambre y por enfermedad unas 115.000 personas cada año de guerra. Todo esto en el escenario de una España con veintitrés millones y medio de habitantes al comenzar la Segunda República, que arrastraba una crisis económica que podríamos calificar de secular, y sumida en una guerra civil que provocó combates en todas y cada una de las calles y campos de España a lo largo 34 interminables meses.

En la actualidad España supera los cuarenta y siete millones de habitantes, ocupa el puesto 14 de los países más ricos del mundo, tras 85 años de paz. Es una democracia asentada y con un población que presume de tener una nación que es el mejor lugar del mundo para nacer (según la organización Social Progress Imperative SPI), que ocupa el puesto 15 en el ranking de mejor calidad de vida del planeta y el número 1 por la longevidad de vida de sus ciudadanos, hasta los 84 años, seguida de Japón, Andorra y Suiza que llegan a los 83.

Todo esto nos debe llevar a pensar sobre qué va hacer nuestra clase política, que sigue preocupada por los muertos de la Guerra Civil de forma constante, más allá de un interés puramente histórico, en relación a los más de 100.000 muertos provocados por la pandemia. En el año de pandemia han muerto por el virus chino más españoles que los muertos en combate en un año –el mismo espacio de tiempo– de la Guerra Civil, muchos más que los represaliados por el franquismo en un año de guerra y casi los mismos que fueron eliminados por la España nacional en los tres años de guerra y cuarenta de dictadura. La pandemia en un año ha dejado el doble de muertos que los asesinados por el Frente Popular, si nos fiamos de las cifras de Moradiellos, en tres años de guerra.

Todo esto nos lleva a preguntarnos: ¿va a impulsar algún gobierno una Ley de Memoria Histórica sobre la pandemia para que los españoles conozcamos, estudiemos en los colegios y quede registrado en nuestra memoria colectiva el número de muertos de esta tragedia sanitaria y demográfica?, ¿tienen los españoles derecho a saber cuántos, cómo, dónde murieron más de 100.000 españoles? etc., etc.

Con cinco millones de euros se desentrañarían las claves de un pasado que atenaza el corazón de los españoles 85 años después. Tenemos que preguntarnos: ¿es razonable invertir medio millón de euros ahora para conocer la verdad de la otra gran mortandad de españoles en el último siglo junto a la guerra de Marruecos y la Guerra Civil?, ¿va a existir algún partido que incluya algunas de estas propuestas en su programa electoral? La verdad siempre resulta incómoda.