Debacle
El PSOE se hunde y se certifica el «sorpasso»
Gabilondo pasa, en solo dos años, de ganar las elecciones a ceder la hegemonía de la izquierda a Más Madrid
Derrota sin paliativos. El PSOE ha sido incapaz de retener el capital electoral que logró en 2019. En solo dos años, el mismo partido y el mismo candidato han pasado de ganar los comicios a dejar de ser no solo la fuerza política de referencia para los madrileños, sino también para la izquierda. Más Madrid le arrebata la hegemonía de la izquierda a los socialistas en la región, certificando el «sorpasso». Con la derrota prácticamente interiorizada –no en vano, en Moncloa cifraban sus posibilidades de victoria en un 1%–, los socialistas se encomendaron al milagro de lograr gobernar con una mayoría de izquierdas como única alternativa. No esperaban semejante batacazo. Un «muy mal resultado», reconocen en el partido. El PSOE se ha hundido y ha marcado su peor resultado histórico –cuyo suelo se ubicaba en los 32 escaños de 1995– con 24 escaños, 13 menos que hace dos años.
El Partido Socialista en Madrid ha pagado en las urnas una campaña de bandazos y su invisibilidad durante el año más duro de la pandemia, en el que no lideró la iniciativa de la oposición a Isabel Díaz Ayuso. Ya precipitado el adelanto electoral, Más Madrid le llevó también la delantera en la presentación de unas mociones de censura que más bien reflejaban la desesperación de la izquierda, que una intención real de gobernar. Ángel Gabilondo, en pista de salida hacia una Defensoría del Pueblo frustrada por la imposibilidad de tejer acuerdos bipartidistas, volvió a encabezar la candidatura. Sin novedad que atrajera al votante de izquierdas, la principal innovación vino en la campaña. Iván Redondo salió al rescate –tomando las riendas de un PSOE madrileño que lanzaba un S.O.S.– para obrar el milagro. Un milagro que se ha tornado en tragedia. No fue suficiente el giro argumental del centro a la izquierda ni hacer de las debilidades, virtud. El «soso, serio y formal» que Gabilondo reivindicaba sin rubor se ha dejado 13 escaños en dos años. En una campaña enormemente polarizada la moderación no ha cotizado al alza. Pedro Sánchez salió al ataque. El presidente del Gobierno que había superado airoso de su primer examen electoral en Cataluña pensó que Madrid se regía por los mismos cánones. No ha sido así. Se rescataron viejas estrategias. Con un Ciudadanos en descomposición la tentación de intentar el tan ansiado giro al centro fue irresistible e igualmente fracasado. Los socialistas ambicionaban 21.000 votos, lo que vale un escaño en Madrid –sistema enormemente representativo–, y poco más lograron capitalizar. La fuga de votantes naranjas al PSOE que reflejaban las encuestas era apenas un 6%, mientras que por la izquierda a Gabilondo se le abría un boquete hacia Más Madrid. La estrategia se volvió a cambiar: de buscar el centro a buscar la movilización de la izquierda.
El candidato socialista adolece de falta de utilidad. El «voto útil» del que tradicionalmente se había nutrido el PSOE de otros sectores de la izquierda, que votaban con el ceño fruncido en busca de una alternativa a la derecha ha dejado de operar. Con la convicción de que Díaz Ayuso ganaría y de que no había alternativa por la izquierda, los votantes socialistas han disgregado su voto –de nuevo animados por la alta representatividad del sistema madrileño, que garantiza que ningún voto de izquierdas se pierde ahora que entra Iglesias–. De la utilidad se ha pasado a la preferencia, esa que despierta mayoritariamente Mónica García en el votante de izquierda y que le ha permitido certificar el «sorpasso» que se le resistió a Podemos.
Tampoco Gabilondo ha dado serias muestras de liderazgo en la izquierda. El candidato socialista cedió la bandera que tradicionalmente había enarbolado el PSOE al bloque de la izquierda. De un liderazgo individual a uno coral, que quedó de manifiesto con esa llamada al líder de Podemos, que marcó un punto de inflexión en el debate electoral: «Pablo, tenemos 12 días para ganar las elecciones». Finalmente, ese escenario no se ha materializado, pero, sin embargo, para Gabilondo su futuro inmediato se puede despejar. Se da por hecho que no continuará en la Asamblea, se esperaba su salida anoche tras la derrota y en Moncloa consideran que un Pablo Casado empoderado por el resultado de las urnas este 4-M encarará con otra actitud los acuerdos para la renovación de los órganos constitucionales pendientes. Esto es, que un Gabilondo derrotado está hoy más cerca de ser Defensor del Pueblo que hace dos meses.
Tras el «mal resultado», en el PSOE se abre la necesaria reflexión interna. Sánchez ya tiene en su cabeza los relevos que hacer al frente de su dirección, con la entrada de Juan Lobato y la salida de José Manuel Franco al Consejo Superior de Deportes. Un revulsivo en el liderazgo de la formación para lograr que recupere la pujanza que tuvo en el pasado.
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