La crónica

La precampaña echa a andar

El Congreso del PSOE y los Presupuestos certifican el arranque de la batalla hacia las generales. La coalición de Gobierno entra en una nueva fase de tensión. El «yolandismo» preocupa cada vez más a los socialistas

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto a los ex presidentes Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero y el ex vicepresidente de la Comisión Europea Joaquín Almunia, hoy en Valencia
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto a los ex presidentes Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero y el ex vicepresidente de la Comisión Europea Joaquín Almunia, hoy en ValenciaBiel AliñoEFE

La Convención de Valencia del PP, el Congreso del PSOE y los Presupuestos Generales del Estado (PGE) de 2022, incluso el guiño a los pactos con la renovación del Tribunal Constitucional y otras vacantes institucionales, menos el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), marcan el ecuador de la Legislatura. Más que eso, el inicio de una nueva etapa y el arranque de la precampaña electoral. Después de un periodo de rodaje y aprendizaje de muchas cosas nuevas –Gobierno de coalición, división de la derecha, pandemia–, parece que las cartas están ya repartidas y empieza el camino hacia las próximas elecciones generales.

En los dos bloques, a izquierda y a derecha, tienen la sensación de que el cambio es posible. El rebote económico apunta que será más débil de lo que planificó Moncloa antes del verano, y el «yolandismo» (como empieza a acuñarse en la izquierda al potencial fenómeno de la vicepresidenta, Yolanda Díaz) puede dividir mucho el voto de la izquierda. El PSOE sabe que es una amenaza para ellos. Es muy pronto para determinar si realmente puede funcionar, pero la mejora frente a lo que ya ofrecía Pablo Iglesias parece también evidente a ojos del PSOE. Si se pregunta por qué, nadie te da una razón lógica, más allá de esos misterios que tiene la comunicación política y que duran lo que duran, pero, mientras duran, pueden provocar algún que otro terremoto.

Obviamente, y de esto va el 40º Congreso del PSOE, Pedro Sánchez intenta rearmarse para dar la batalla, pero no lo tiene fácil. También es cierto que queda mucho partido. Ahora bien, es un partido que está muy marcado en sus reglas y en el margen de desarrollo de la coalición. En el PSOE admiten que la coalición «ya ha dado todo lo que podía dar de sí». No esperan que mejoren la coordinación ni la capacidad de gestión, y sí las tensiones preelectorales en un año en el que también el conglomerado de Unidas Podemos y la plataforma que pueda alumbrar Yolanda Díaz tendrán que presentarse a las elecciones andaluzas y, no hay que descartarlo, a un adelanto en Castilla y León.

Los Presupuestos

Los Presupuestos de 2022 son una fantasía en los ingresos y en los gastos. Y en la organización socialista te reconocen que aunque todavía sea necesario mantener una fase expansiva, el nivel de deuda, de déficit y el alcance de la crisis energética obligan a poner más los pies en el suelo y «atender a lo que se nos vendrá encima cuando Europa rectifique su etapa de relajación fiscal».

El Congreso del PSOE es la coronación del «sanchismo», pero no oculta los problemas que arrastra el Gobierno de coalición y que es poco probable que puedan encontrar una salida antes del ajuste que exigirá Europa tras la pandemia.

El calendario juega además en contra del PSOE. Temen unas elecciones andaluzas en octubre. Y temen que puedan ser un punto de inflexión más duro que el que ya representó el triunfo de Isabel Díaz Ayuso en las elecciones de mayo a la Presidencia de la Comunidad de Madrid. ¿Adelantar también las elecciones en la Comunidad Valenciana para tapar el golpe en Andalucía? Todo entra en juego.

El problema del precio de la electricidad no tiene arreglo. Efectivamente, la primera reacción gubernamental de finales de verano era la que más se ajustaba a la realidad, y puede ser, como advierten ya desde el PNV, un golpe letal para el Gobierno por sus consecuencias en la inflación, en la capacidad adquisitiva y en el funcionamiento de la industria.

Una vez que se aprueben los PGE, todos los partidos disimularán aún menos que entran en una fase absolutamente electoral. Las posibilidades de que se renueve el CGPJ son mínimas, pero el PP ha jugado bien sus bazas políticas en este capítulo con el movimiento final de ofrecer ese acuerdo parcial que Moncloa no pudo rechazar. Es una treta que le permite distanciarse de Vox, sin traicionar los dogmas sobre los que el partido de Santiago Abascal sostiene a su ejército electoral. Dicho esto, el camino de los populares no está exento de obstáculos. Hasta hace poco, en círculos cercanos al presidente del Gobierno, hablaban de que Sánchez no sólo agotaría la Legislatura, sino que la apuraría hasta el máximo para aprovechar la Presidencia de la UE, Es un síntoma que en los mismos ambientes comenten ahora que Sánchez también puede valorar convocar sus elecciones cuando lleguen las autonómicas y municipales, primavera de 2022, «para no ir desnudo» a las urnas.