Génova

El PP rechaza la presión de Ayuso y no adelanta el congreso madrileño

La dirección nacional mantiene la fecha de junio. Aguirre lideró las voces en la Junta Regional que exigieron que sea en marzo

La reunión de la Junta Directiva regional del PP de Madrid fue, como ayer informó este periódico, una revuelta en toda regla contra la dirección nacional del partido para presionar en línea con el deseo de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, para que se celebre el congreso regional cuanto antes. Estaba prevista la asistencia del secretario general del partido, Teodoro García Egea, que se disculpó a última hora aludiendo «motivos personales». La primera reacción de Génova al movimiento interno fue ratificarse en su decisión de que el cónclave se celebre a finales de mayo o junio, apurando al máximo los plazos.

La intención de los afines a Ayuso era que el motín se produjera con el «dos» de partido de cuerpo presente, pero su ausencia no cambió el guion y el aluvión de reclamaciones a mano alzada para que se celebre el Congreso regional, donde se sustituirá a la actual gestora por una nueva dirección que quiere presidir Ayuso, dejó la imagen de una estructura regional, más allá de Ayuso, dispuesta a librarle el pulso a Génova para que modifique su calendario.

Al frente de las voces que reclaman ese adelanto del calendario se colocó la ex presidenta madrileña Esperanza Aguirre, que ya se ha significado por visualizarse como una oposición desde dentro del partido al actual equipo de dirección que preside Pablo Casado. A puerta cerrada, Aguirre reclamó que el congreso se celebre a finales de enero, y anunció su voto a favor de Ayuso. Los cargos regionales partidarios de Ayuso han empezado a agitar la advertencia de que los estatutos establecen que es obligatorio convocar el congreso cada cuatro años: la actual directiva lleva desde marzo de 2018, por lo que más allá del mes de marzo sería una fecha «ilegal».

La Junta directiva, de la que se ausentó en el último momento García Egea, estuvo tan monopolizada por el movimiento partidario de adelantar el congreso que Pío García Escudero, al frente de la gestora por decisión de Génova, llegó a defender a puerta cerrada que nombrar candidatos con mucho tiempo es un arma de doble filo y cortó las intervenciones para que no se levantaran más voces a pedir el congreso, entre las protestas de todos los que habían pedido la palabra y no pudieron intervenir. Esas protestas hicieron que García Escudero tuviera que rectirficarse a sí mismo y mantener abierto el debate. Además de Aguirre, otros cargos como Paloma Martín, consejera de Medio Ambiente; Javier Fernández Lasketty, consejero de Hacienda; el asesor y economista Daniel Rodríguez; o José Antonio Sánchez, viceconsejero de Administración Local y Digitalización defendieron que el congreso se celebre cuanto antes. Sólo apoyaron a la dirección nacional la presidenta de Nuevas Generaciones y el alcalde de Majadahonda.

De momento, la respuesta de la dirección nacional es ratificarse en su calendario, por lo que cabe esperar meses de tensión creciente entre las dos partes. En Génova hablan de «ruido» para referirse a las voces que se alinean con la presidenta. «Están equivocándose cada día. Deberían estar callados, respetar a Casado y respetar las reglas». Si la lectura es de pulso entre la dirección regional y la nacional, apuntando directamente al «dos» de Casado,Génova se siente obligada a hacer valer su autoridad. Y ayer empezaron a hacer correr la pregunta de si Ayuso tiene tanta prisa en convocar el congreso porque cree que lo va a perder, o porque tiene «algún otro problema», ya que «todo es muy extraño y cada vez hay más gente dentro del partido con la mosca detrás de la oreja».

Ayuso oficializó ayer en la Junta directiva su candidatura a la Presidencia del PP de Madrid, aunque no esté convocado el congreso, y destacó su disposición a unir voluntades porque necesita a todo el partido con ella.

La crisis entre Génova y Madrid, que deja en medio al alcalde y portavoz nacional, José Luis Martínez Almeida, tiene muy difícil rectificación porque a las diferencias políticas se unen las «heridas» en la relación personal, que de segundos niveles se han elevado ya al plano Casado-Ayuso. La dirección nacional no ha apoyado hasta ahora la candidatura de Ayuso, al contrario, ha alentado otras candidaturas e incluso ha subrayado la necesidad de un acuerdo entre Ayuso y Almeida en una lista de integración.

La crisis se agrava por el veto que desde el entorno de Ayuso imponen al secretario general del partido, al que niegan incluso categoría de interlocutor. En paralelo, desde Génova vetan al jefe de Gabinete de Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez. Casado está atado a García Egea, y no es de esperar que se produzca ninguna desautorización del presidente nacional a su «mano derecha».