Victimizar

Sánchez quiere utilizar a Ayuso en su estrategia contra Casado

El objetivo es exagerar las políticas que vuelvan a dar aire al choque con la presidenta regional. En el PP creen que el enfrentamiento interno debilita ideológicamente a su líder

Ayuso-Sánchez, boxeo en La Moncloa
Ayuso-Sánchez, boxeo en La MoncloaCristina BejaranoLa Razón

La crisis en el PP de Madrid ha saltado a la arena nacional y empieza a entrar en la definición estratégica de los demás partidos, especialmente del PSOE y de Vox. Los gurús de Pedro Sánchez toman nota de la situación interna de los populares, parten de la base de que la crisis tiene difícil solución y largo enquistamiento en el tiempo, y ajustan sus planes en clave de partido para sacar el mayor rédito posible.

El presidente del Gobierno ya probó en sus resultados electorales el daño que le hizo la colisión con Isabel Díaz Ayuso en las elecciones del 4-M en Madrid, donde el batacazo socialista fue tan espectacular que Sánchez tuvo incluso que activar como cura de urgencia la drástica remodelación de su Gobierno, a la que siguió la de la dirección socialista.

Pero una vez que el PSOE da por pérdida la Comunidad de Madrid, también de cara a unas próximas elecciones generales, ahora en lo que están es en ver de qué manera pueden sacar el mayor beneficio posible del pulso entre Ayuso y Casado. La tesis es que cuánto más aire tenga Ayuso, y más espacio ocupe en el debate público, más débil será la figura de Casado, más margen para intentar recuperar voto en el centro y más espacio también para Vox, y, en consecuencia, para movilizar a la izquierda.

Todo el debate impositivo o sobre la descentralización de los órganos del Estado, llevarlos fuera de Madrid, victimizan a Ayuso, la hacen más grande como figura de la derecha, y apartan a Casado como alter ego de Sánchez. Todo ello siguiendo el análisis estratégico que en la órbita del Gobierno está alimentando la guerra por el control del PP madrileño.

Ayuso se mueve además muy bien en ese espacio de la confrontación con Sánchez. Tiene detrás sus buenos resultados electorales, y cuanto más espacio público ocupa, y más se consolida como un fenómeno popular y mediático, más incomoda a Génova, y más inquieta en el seno de su partido la crisis abierta.

Como primera conclusión, entienden que este enfrentamiento debilita ideológicamente a Casado. Y le posiciona, además, en el imaginario popular en el incómodo terreno de aparecer como un líder que utiliza a sus primeros espadas para cerrarle el paso a una mujer. El congreso regional está previsto para la próxima primavera, en principio para mayo o junio, lo que abre un calendario complicado para el PP si no consiguen poner sordina a la pelea. Esto facilita, al mismo tiempo, que el PSOE pueda buscar que el foco mediático tenga otra dirección. Vienen meses en los que se hablará de financiación autonómica, otra plataforma para que Ayuso haga valer su condición de «represaliada» por las políticas del Gobierno de coalición. Y aunque hoy parece que el acuerdo sobre la reforma laboral y la reforma de pensiones entre el Gobierno y sus socios está muy verde, y puede incluso hacer estallar la mayoría de investidura y el diálogo social, desde la parte socialista aseguran, en clave oficiosa, que todo forma parte de la puesta en escena necesaria para este tipo de negociaciones, y que, aunque hoy no parezca posible, habrá pacto y despejará el camino a Sánchez para los próximos dos años, ya que estas reformas son las más complicadas de manejar socialmente y las que más urgen para Bruselas.

En todo caso, la foto del momento es la de un PSOE que hace cálculos de la rentabilidad que puede sacar de la crisis entre Casado y Ayuso, y de una política de Sánchez que siga buscando el choque con la presidenta madrileña, al tiempo que cuida otros territorios electorales donde tiene más que ganar. Mientras que la presidenta volvía ayer a ser el centro de atención en su partido por su intervención en «El Hormiguero», en Antena 3.

La idea que más se escuchaba es que la dirección nacional tenía que encontrar una fórmula para salir de «este avispero, ya que cuanto más tiempo se alargue el relato que se está imponiendo, el de que Génova cierra el paso a Ayuso pese a sus resultados electorales, más complicado será encontrar esa salida que no parezca una derrota».

La presidenta madrileña tiene más difícil ganar el pulso orgánico a la dirección de su partido que todos los pulsos que planteó a Sánchez durante la gestión de la pandemia, pero juega con la ventaja de que, aun perdiendo esta batalla orgánica, siempre saldrá bien parada ante la opinión pública. E incluso ante la militancia popular, donde no se mueven en las mismas dinámicas que el aparato de una organización política, ni valoran tampoco las mismas reglas ni el concepto de lo que se exige en el respeto a la autoridad del mando.

La respuesta de Casado a esta situación consiste en apostar por endurecer el tono de su oposición, como ayer se vio en el Pleno del Congreso de los Diputados. De nuevo volvió a hablar de «quiebra» de España, un titular que no apagó la atención sobre las audiencias históricas de Ayuso en «El Hormiguero». La respuesta de Génova será dar otra vuelta de tuerca a la crítica al modelo económico de Sánchez, en clave doméstica y también en el ámbito europeo. La llegada de fondos está sometida a un examen continuo de Bruselas para visar que se cumplen las reformas comprometidas, y el PP ve ahí un elemento de desestabilización del Gobierno de Sánchez que pretende aprovechar. «Nosotros vamos a seguir hablando de nuestra alternativa. Y los que estén preocupados de su silla, o de las sillas de los suyos, serán los que tendrán que explicar las razones de tanta urgencia», reflexionaban en la sede nacional. En el equipo de Ayuso se percibía ayer la satisfacción por el resultado del nuevo paso adelante. «La fuerza de su liderazgo está en su naturalidad y en que lo que pide se entiende mejor en la calle que lo que no quieren darle».