Durante dos años, nueve meses y 21 días, el general Fernando Alejandre (Madrid, 1956) fue Jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), la cuarta autoridad militar de España, pues entre el Rey y él están el presidente del Gobierno y el ministro de Defensa, algo que no entiende. Ya en la reserva, publica “Rey servido y patria honrada” (Deusto), un libro en el que cuenta sus vivencias entre marzo de 2017 y enero de 2020 y lamenta que la sociedad ni conoce ni valora a las Fuerzas Armadas. Critica el “buenismo” político para vender una imagen irreal de lo que hacen los militares, la guerra, pese a las amenazas que nos rodean. En él no deja títere con cabeza y manda dos mensajes: invertir poco en Defensa es “peligroso” e “infame” y “los militares no mordemos”.
Habla de que ni se conoce ni se valora a las Fuerzas Armadas y de que la gente no ve las amenazas.
Es la percepción que tengo tras 47 años de servicio. El español medio considera que está seguro porque ha nacido en un país que está seguro y que no tiene que hacer ningún esfuerzo para sufragar esa defensa.
Así es bastante difícil explicar la compra de cazas o blindados...
Claro. Es muy difícil hablar de un incremento en el presupuesto de Defensa si no creo que la defensa sea una de mis preocupaciones. Lamentablemente para nosotros, la defensa no ocupa un papel privilegiado en esa lista de preocupaciones gubernamentales.
Pero hay amenazas. Habla de que en Ceuta y Melilla hay que prepararse para la intifada de verdad y que deberíamos sentirnos amenazados por Marruecos...
Debemos sentirnos preocupados y vigilantes en todo momento y deberíamos ejercer nuestra influencia en lo que llamo el «patio trasero», que no es solo Marruecos, es Marruecos, Argelia, el Sahel, Senegal, Mali, Mauritania... Cualquier cosa que ocurre allí nos afecta y deberíamos estar preparados para reaccionar. Lo que no hacemos es adiestrarnos para ello.
¿Están suficientemente protegidas ambas ciudades?
Somos el único país de Europa con frontera terrestre con África y debemos estar preocupados y concernidos por ello. No me preocupa tanto que estén suficientemente protegidas como si hay planes para que lo estén. Me consta que los hay, pero con lagunas importantes en el ámbito de la guerra híbrida, que es la guerra del presente. Deberíamos prepararnos desde ya para una posible actuación de guerra híbrida en Ceuta y Melilla.
¿A qué lagunas se refiere?
De todo tipo. Por ejemplo, falta de comunicación con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, porque en Ceuta y Melilla seguimos viendo la seguridad por un lado y la defensa, por otro. Nuestras capacidades de inteligencia sobre lo que ocurre más allá de nuestra frontera deben reforzarse y, urgentemente, nuestra capacidad de influencia.
¿La OTAN las defendería?
Legalmente no están bajo el Tratado, es indudable. Lo estuvo Argelia cuando Francia entró, pero nosotros no exigimos lo mismo. ¿Quiere decir que la OTAN no nos vaya a ayudar? No. Dependiendo del prestigio de España en el ámbito aliado, la respuesta será una u otra.
En cuanto a los riesgos internos, ¿el independentismo sigue siendo una amenaza real?
Creo que sigue siéndolo. En Cataluña es evidente que hay conexiones entre parte del independentismo y los mensajes que se lanzan desde San Petersburgo. No creo que nadie dude de que en los días que siguieron al 1-O, y el propio 1-O, hubo una campaña de desprestigio de España lanzada desde Rusia. Eso hace que estemos en una situación que debemos mirar con mucha profundidad y con un cuidado extensivo.
¿Cómo fue el plan «secreto» que prepararon para el 1-O? Por lo que escribe, el Gobierno no contó con ustedes en sus planes.
Contaron muy poco con nosotros y lo que hicimos fue hacer un plan que era escalable. Si las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad tenían que ir a Cataluña y descuidaban otras tareas, pues darles el relevo, un poco lo que hicimos en 2004 en el 11-M. Cosas que hemos hecho tradicionalmente y lo único que hicimos fue ponerlas en un plan y contemplar el despliegue fuera de Cataluña y si hacía falta, en la Comunidad.
Lo activó y duró 8 segundos...
Vimos que se declaraba la independencia de Cataluña y ante eso cogí el teléfono, llamé a un compañero y le dije: “Activamos”. Se activó el plan, pero ocho segundos después declararon suspendida la independencia y dije: “¡Parad, parad!”.
Usted critica ese «buenismo», el evitar la palabra guerra, hablar de «misiones de paz»...
Hace muchísimo tiempo que empezamos a hablar de operaciones de paz, humanitarias... Y dices: “Esto no guarda relación con la misión que estoy cumpliendo ni con los procedimientos que empleo ni con la instrucción que recibo”. Ves que hay un intento de negación de lo que para nosotros es la realidad.
¿Están convirtiendo a las Fuerzas Armadas en una especie de ONG?
No creo que haya un intento deliberado de hacerlo, pero sí que, en un mundo dominado por la imagen, se obtiene más rentabilidad de unos soldados tendiendo un puente en una riada que de esos mismos soldados construyendo los pozos de tirador en los que se van a defender en Besmayah (Irak). Y acabamos en lo que llamo en el libro «UMEdificación» de las Fuerzas Armadas.
¿Eso les frustra?
Frustra a mucha gente, pero también hay a quien no. Hay profesionales de las Fuerzas Armadas que creen que el enemigo real es el incendio, cuando el enemigo es el ruso o el que sea. El incendio es una cosa que debemos hacer porque tenemos una estructura bien jerarquizada y disponemos de medios y de una capacidad de respuesta casi inmediata. Eso impulsó, entiendo, la creación de la UME y es lo que impulsa su reforzamiento cada vez mayor. Pero no se dan cuenta de que a lo mejor están actuando en detrimento de otras capacidades que le quedan a las Fuerzas Armadas.
Entonces, ¿cree que la UME no debería ser «militar»?
Creo que no debíamos haber perdido la posibilidad de que todo soldado hubiera hecho operaciones de apoyo a autoridades civiles como las que hace la UME. Hubiera bastado con especializar un Estado Mayor, un cuartel o un pequeño grupo capaz de mandar a la gente a una misión de apoyo a autoridades civiles. Pero especializar a 3.500 hombres, darles un presupuesto que es cuatro veces el de cualquiera de sus brigadas equiparables... es una cosa que España no se puede permitir. Nadie se permite eso porque es un lujo.
También dice que los militares no pueden estar para todo. ¿Cree que hay quien se aprovecha?
Sin lugar a dudas. Es así y creo que hay organismos que dicen: “No os preocupéis, si hay una riada viene la UME” o “no os preocupéis, porque si pasa esto viene la UME”.... Eso no puede ser. La UME no puede ser el bálsamo de Fierabrás. Tenemos que poner un poco de cordura. No puede estar para todo. No puede estar para riesgos químicos, nucleares, bacteriológicos y ser la única respuesta, tiene que haber otra respuesta.
En este punto también critica a la Dirección de Comunicación del Ministerio, la llama “censora” y “gendarme”.
Creo que muchas veces la Dirección de Comunicación del Ministerio se convierte en una Dirección de Comunicación del titular del Ministerio. Y creo que eso no es. Y si eso es así en el ámbito ministerial, debería dotarse de una Dirección de Comunicación a las Fuerzas Armadas para proteger su imagen. Porque la imagen de las Fuerzas Armadas pasa a un segundo plano cuando lo que tratamos de defender es la imagen del titular del Ministerio.
¿Ve a las Fuerzas Armadas capaces de defender a España?
Sí, con limitaciones.
¿Cuáles?
Hace falta modernizar los sistemas de armas y pensar cómo deberán ser las Fuerzas Armadas en 2035. Hay que hacer un esfuerzo en sostenimiento urgente, que es lo que nos permite adiestrar. Y hay que hacer un esfuerzo en personal. Reforzar la calidad del personal, la formación, recuperar la ética del combatiente... Es necesario que la sociedad se dé cuenta de que tiene unos soldados que son capaces de cumplir cualquier cometido y que para ello necesitan sentirse recompensados.
Se refiere al sueldo, ¿no?
No puede ser que el sargento de la Guardia Civil del puesto de Torrejón cobre más que el capitán que vuela un F-18.
Parece que a usted, como a Sánchez, también le quitaba el sueño que Podemos entrara en el Gobierno... ¿Cómo lo ha visto desde la distancia?
Pues mucho más normal de lo que de lo que creíamos. No me quitaba el sueño, pero sí llegó a preocuparme, pero también le preocupaba a gente que estaba en la en la cúpula del Ministerio en aquel momento.
¿Qué les preocupaba?
La defensa es algo que se rige por una necesidad de conocer y la necesidad de conocer hace que uno tenga que tener unos determinados certificados de acceso a seguridad confidencial, privilegiada, sobre todo porque se puede poner en riesgo no solo la seguridad nacional, sino la seguridad aliada. Y cuando uno ve que personas que no obtendrían esa certificación de seguridad en la vida, por muchos motivos, acceden a ello por el cargo que ostentan, pues produce un cierto un cierto estupor, una cierta preocupación.
¿Afganistán fue un fracaso?
Fue una pena. Hemos invertido mucho. Lamentablemente para nosotros, hemos dejado allí mucha sangre, muchas vidas de nuestros compañeros y no hemos conseguido nada o casi nada. En Afganistán se hizo mal todo lo que se podía hacer mal.