Rebeca Argudo
Con la partida ya empezada
Sánchez se verá presionado a acudir con mayor regularidad al Senado
Feijóo era designado ayer senador por Galicia tras la renuncia de Juan Serrano el pasado 9 de mayo y con el único apoyo, pero suficiente, del Partido Popular. Tras dejar la Presidencia de la Xunta, y al no tener acta de diputado que le permitiese su presencia en el Congreso, era esta la única manera de que el nuevo líder del PP tuviese presencia más allá de los confines de Génova. Este aterrizaje en el Senado era, pues, la única opción de que el gallego pudiese confrontar a Pedro Sánchez en la Cámara Alta en calidad de líder de la oposición.
Este nuevo PP, que excepto en el del CIS (qué sorpresa) ya supera al PSOE en todos los sondeos, podrá contar así con la presencia de su presidente en las sesiones de control de los martes. Y un Sánchez desgastado se verá presionado, en cierto modo, a acudir con mayor regularidad al Senado, ya que lo contrario podría interpretarse como un intento de evitar ese encuentro con el líder de la oposición. Esto no es más que una suposición, claro, que sería lógica si hablásemos de cualquier político. Pero ya sabemos que el presidente de este Gobierno es capaz de salir por peteneras sin despeinarse el flequillo, porque a él solo se importa él mismo. Y sabiendo que es el presidente quien decide cuándo acude y cuándo no a la Cámara Alta, a mí no me extrañaría nada que continuase como hasta ahora, convencido de que él, en su grandeza, no tiene por qué rendir cuentas ante nadie.
De todos modos, tanto una opción como la otra benefician a Feijóo. Tiene más que fácil superar el perfil evanescente de su antecesor en el cargo, y llega además a éste en un momento en el que ni siquiera debe preocuparse él por erosionar a su contrincante. Por un lado, llega el líder del PSOE ya desgastado tras una legislatura movidita (¿soy la única a la que se le está haciendo larguísima?) y por unos últimos acontecimientos que, con la distancia justa, ya saben aquello de la tragedia más tiempo, serían casi hilarantes. Por el otro, ya lo hacen (continúan haciéndolo) sus propios aliados parlamentarios, cuando no sus socios de coalición. ¿Quién necesita enemigos con semejantes afectos? Puede el líder del PP disfrutar de su recién estrenada designación como senador con la tranquilidad del que trae los deberes hechos de casa. Porque se los han hecho.
Feijóo, visto lo visto, lo tiene pues a huevo: debe aprovechar la ilusión del votante del PP con este cambio de rumbo, que es en realidad una vuelta al clásico, y convertirla en verdadero rédito electoral. Utilizar el tirón de una Ayuso, que es todo un fenómeno pop, y dejarla hacer lo que mejor sabe: sacar de quicio a quien debe y evitar la fuga de votos al único partido que se los puede disputar ahora, y que no es otro que Vox. Dejar que PSOE y Podemos, protocadáver político ya, sigan enzarzados en sus escaramuzas de alcoba y, con ello, continúen en caída libre. No caer en la trampa tacticista del PSOE de intentar condenar a Vox al ostracismo, censurando cualquier pacto con él por inaceptable. Con esto, lo único que persigue es, en realidad, cerrar al PP cualquier opción de pactar con nadie y condenarlo a que su única opción sea hacerlo en solitario si le baila el agua y mientras él hace lo que le da la gana. No acatar esas reglas torticeras de juego es fundamental. Llega Feijóo con buenas cartas y el viento de cara a una partida empezada. Veamos qué tal las juega.
✕
Accede a tu cuenta para comentar