
Ante el congreso del PP
Una arquitectura para el cambio
El postsanchismo será una segunda Transición para España. Gobernar no es resistir: es unir, respetar, construir

La política se construye sobre la duda. Los destinos son universales: mejorar la vida de la ciudadanía, garantizar sus derechos, armonía social, oportunidades y dignidad. Pero los caminos a veces difieren. El Partido Popular sabe perfectamente hacia donde debe ir, pero el trayecto es parte del debate. Eso es salud democrática. Libertad y pluralidad son innegociables en un partido político.
Hemos visto recientemente, en los últimos y terribles casos de corrupción y también en aquellos wasaps que vieron la luz hace unos meses, cómo entiende Pedro Sánchez la organización interna del PSOE. Despotismo, hiperliderazgo, silencios cómplices y aplausos cautivos. Es imposible que un partido pueda adaptarse a los tiempos con una gestión tan servil y amordazada. Sin argumentos no hay audacia. Sin disparidad no hay edificación común.
Toda gestión pública exige posicionamientos, desacuerdos y generosidad para llegar a un punto de encuentro. Esa es la base de la convivencia. Pero el sanchismo ha impuesto un reinado de extremos, de enfrentamiento y de fractura. Por eso el PP convoca de forma extraordinaria su congreso, para proyectar su futuro, para elevar, con la palabra, una arquitectura ideológica que nos haga más fuertes y eficaces en el gran desafío que se aproxima.
El postsanchismo será una segunda Transición para España. Su deriva autoritaria y su connivencia con la corrupción han carcomido las instituciones del Estado. El caso de Santos Cerdán –su secretario de organización–, Ábalos, Koldo o la reciente imputación del Fiscal General del Estado, son solo algunos de sus últimos escándalos, pero hay muchos más. En Extremadura hemos vivido un caso especialmente ruborizante como el de David Sánchez y su plaza a medida en la Diputación de Badajoz. Aforamientos exprés, acusaciones de prevaricación a juezas y un secretario general que ha perdido, si es que alguna vez los tuvo, sus principios democráticos.
Frente a esta forma de hacer política, embarrada, ajena a la ciudadanía, rencorosa, criminal y estéril, el Partido Popular quiere ofrecer una alternativa basada en los valores que nos trajeron hasta aquí: justicia, solidaridad, escucha, rigor… Valores que ni con un pinganillo lograrían entender los sanchistas, absolutamente perdidos en sus propios intereses y en la justificación de sus injustificables actos.
Una de las peores secuelas del sanchismo en nuestro actual sistema de partidos es la importancia del relato. Es decir: hay partidos interesados en que la verdad ya no importe, que todo deba estar sometido a la narrativa, a la particular visión de la realidad. Hablo de esto porque dejo escrita aquí mi reflexión sobre mi visión sobre la organización interna del Partido Popular.
Hay partidos interesados en que la verdad ya no importe
Creo firmemente en una democracia representativa, como la nuestra, más perfeccionada que el asamblearismo. Y por eso defiendo que el funcionamiento interno de los partidos debería imitar el del sistema que los acoge. Si a eso le sumamos que el Partido Popular es un espacio de debate, con órganos de control interno, de participación directa y con una apuesta clara por la transparencia y la pluralidad, es la mejor fórmula posible.
Las primarias han terminado siendo apenas maquillaje en partidos sin democracia interna, como Podemos, Sumar, ERC o PSOE. Por parte de la izquierda, se ha usado el formato para legitimar algunos dedazos flagrantes. Con la bandera de la apertura se han cortado cabezas y la dirección de esos partidos han hecho y deshecho a su antojo, antes, durante y tras la celebración de primarias. Creer que ahora es un elemento fundamental de democracia interna es situarnos en un marco ajeno al propio PP. Un esfuerzo innecesario.
Con la votación de los candidatos, acompañados en una lista por los compromisarios, que proponemos en nuestra propuesta de Estatutos se asume la necesaria horizontalidad de nuestra organización. Queremos un PP que se parezca a España. Una fórmula simétrica a la de los poderes Ejecutivo y Legislativo del Estado, representativo y plural. Aun así, se debatirá, como no puede ser de otro modo, y se defenderán los beneficios y los perjuicios posibles, porque así es cómo se abordan los grandes temas en nuestra organización, con libertad y con escucha. Solo los partidos que tienen cosas que ocultar niegan los micrófonos y solapan las controversias. Yo creo que un partido que habla es un partido con más futuro que el que no lo hace.
El Partido Popular está preparado. Alberto Núñez Feijóo representa esa serenidad con firmeza que hoy necesita España. Frente al ruido, una voz clara. Frente al deterioro institucional, una hoja de ruta. Con él al frente, estamos listos para recuperar la confianza, sanear nuestras instituciones y devolver la dignidad a las cámaras representativas. Gobernar no es resistir: es unir, respetar, construir. Y estamos decididos a hacerlo.
El próximo ciclo político será decisivo. No bastará con gestionar mejor. Habrá que reparar lo roto, restaurar lo erosionado y tender puentes entre generaciones y territorios. El Partido Popular está comprometido con esa tarea. Con humildad y convicción. Tenemos principios firmes y un compromiso democrático con las españolas y los españoles. España no necesita más grietas, necesita un rumbo. No necesita más consignas, sino sinceridad, esfuerzo y ambición. Y eso es exactamente lo que nos proponemos ofrecer. Un edificio común. Un espacio habitable.
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