Cristina L. Schlichting

Feijóo ve a su alcance un millón de votos del PSOE

Núñez Feijóo sabe que esta bolsa de centro depende mucho de la economía, y no piensa moverse de un discurso liberal

Es difícil que un presidente no revalide su segunda legislatura, pero esta vez es diferente. De ordinario, el candidato que se presenta a un segundo mandato cuenta con la inercia de las cosas empezadas y la práctica en el poder, pero estas elecciones de 2023 son las primeras en que el votante tienen que revalidar un extraño gobierno de coalición donde Podemos ha sido todo menos anecdótico. Hay votantes socialistas muy cansados, que se reconocen en las eventuales protestas de un Page o un Lamban, a los que hacen daño los acuerdos con Bildu, con ERC o las salidas extremas de los seguidores de Ione Belarra.

La legislatura ha sido el escenario de cosas extrañas. Otegui es un doloroso compañero de camino para los que han visto caer a tantos socialistas ante las pistolas de ETA. Pero también ver destituir a la directora del CNI, Paz Esteban, por proteger la constitución frente a los independentistas o asumir las propuestas trans de Irene Montero frente al feminismo tradicional de Carmen Calvo exige mucho estómago. Lo que Pedro Sánchez no esperaba es que Alberto Nuñez Feijóo le disputase justo esos votantes. La franja de electores moderados, que no tiene empacho en cambiar su voto y que ha visto como las siglas del PSOE se tiñen de extraños colores, que nada tienen que ver con el voto obrero.

Las encuestas están dando un interesante vuelco a favor del nuevo candidato del Partido Popular. Una horquilla de entre el 26 por 100 y el 28 por 100 de los votos que pondría al PP en cabeza en unas eventuales elecciones con entre 106 y 120 diputados, más que suficientes para gobernar con Vox y superar los 178 escaños. De acuerdo con los analistas, al menos un millón votos, procedentes del PSOE y de Ciudadanos, han cambiado de destino. A nadie se le escapa que el partido de Inés Arrimadas no remonta, y si era normal que retornasen al Partido Popular los votos naranjas que se fueron con los liberales, ahora se suman en este camino los que procedían de los socialistas.

Núñez Feijóo sabe que esta bolsa de centro depende mucho de la economía, y no piensa moverse de un discurso liberal y hasta socialdemócrata que pueda convencer a quienes buscan un candidato sólido que no se pasee por los extremismos ideológicos y que se preocupa sobre todo de las cosas de comer.

A su favor tiene que se trata de una operación que ya puso en práctica en Galicia, donde los excesos de los nacionalistas y de las mareas más atrabiliarias «contaminaron» al socialismo hasta hacerlo impopular.

Alberto Núñez Feijóo va a tener que enfrentarse a los que en sus propias filas le reprochan la falta de un discurso cultural más combativo, más pendiente de batallas como la educación, la lucha por la vida, la unidad nacional o la familia, pero el candidato el PP no quiere distracciones. En el reciente congreso para el nombramiento de Isabel Ayuso para la presidencia popular en Madrid le dejó ostensiblemente ese discurso a ella. «Ayuso –dijo– es la candidata que más se parece a Madrid». Es una forma delicada de dejarle a ella la batalla ideológica con Pedro Sánchez y poner su propio discurso al servicio de un plan económico donde la clase media reconozca una esperanza. Menos impuestos y, a la vez, un cuidado de los servicios públicos que impida el incremento de la marginalidad.

Fortalecer la idea de que el dinero público no puede tirarse en subsidios inútiles que al final no llegan y que constituyen más propaganda que otra cosa.

Alberto Núñez Feijoo cuidará unas formas presidenciales, nada extremas, tenderá la mano al Gobierno en cuanto considere razonable, se mantendrá lejos de las leyes de Irene Montero o los acuerdos de legislatura con ERC o Bildu y reiterará poco a poco que conviene adelantar las elecciones