Opinión

¡Vamos, Irene!

Pedro Sánchez hunde cada día más este barco llamado España

Adorar al Reino Unido no es ni original ni complicado, y eso que cada cierto tiempo nos proporcionan razones para envidiarlos desde esta península abrasadora que tanto adoran. En esta ocasión tiene que ver con cómo se las han gastado para poner freno a la estancia de Boris Johnson entre las paredes de Downing Street. El «hooligan» que alentó la tragedia del Brexit ya sabe que el tiempo corre en su contra y que tendrá que marcharse por la puerta de atrás con el desprecio de muchos de sus compatriotas como colofón. Ya lo abuchearon en las escalinatas de San Pablo cuando asistió a la misa por el jubileo de la Reina, ahora harán lo mismo cuando se largue. Ya sabes que cuando caes al suelo comienzan a darte patadas y Johnson hace mucho que comenzó a morder el polvo desde que trascendieron sus fiestas borrachas y sandeces de niño rico. Desde la oposición laborista, Keir Starmer lo sentenció: «Lo que está pasando con las dimisiones de sus ministros es lo que ocurre cuando se está hundiendo el barco». El despeluchado «premier» espera un nombre y un apellido para sumarse a la lista de juguetes rotos del populismo de nuevo cuño, que desde la caída de Trump anda en horas bajas, y tocará despedirse de «Her Majesty».

Lejos de los bordes de las Islas Británicas y sus territorios de ultramar, Pedro Sánchez parece salido de la misma ceca que el líder «tory» y bucea en un gabinete donde sus ministros funcionan como oposición, colándole el pie en la nuca cada vez que algo no les cuadra. Nuestra democracia no tiene menos rocosidad que la británica, pero la clase política sí demuestra menos valentía, al no poner contra las cuerdas a un presidente que cada día hunde más este barco llamado España. Pero para dimitir, para irse a la casa de uno, primero hay que tenerla, y dentro del Gobierno se vive mejor que fuera. Las agallas de Londres no las tienen en Madrid, aunque te vilipendien diariamente. ¿Verdad, Irene?