Tomás Gómez

Bajada de impuestos en Valencia

El marketing no lo arregla todo y es difícil que el PSOE gane enteros cuando se toma una medida que lleva meses reclamando el primer partido de la oposición

El gobierno ha entrado en pugna con Ximo Puig porque ha realizado una rebaja fiscal y parece que eso entra en contradicción con su estrategia. La ministra portavoz, Isabel Rodríguez, ha evitado la confrontación directa, pero ha dejado entrever el malestar de Moncloa.

Algo más explícito ha sido el portavoz del partido, Patxi López, manifestando que “las competiciones a la baja no me gustan mucho”. La comunicación nunca ha sido el punto fuerte del exlehendakari y esta vez no iba a ser una excepción.

El problema no es del PSOE valenciano, que solo intenta mantener la presidencia de la Generalitat, el error estratégico lo tuvo Moncloa cuando entró en el discurso de los impuestos, el preferido del Partido Popular. A Feijóo le va bien ese debate, fue lo primero que planteó cuando llegó al liderazgo del PP. La reacción del gobierno fue la habitual en la era sanchista: una rueda de dirigentes socialistas criticando la medida, para terminar bajando el IVA de la luz y, posteriormente, el del gas.

El marketing no lo arregla todo y es difícil que el PSOE gane enteros cuando se toma una medida que lleva meses reclamando el primer partido de la oposición. Todo lo contrario, ratifica las tesis del adversario. Desde ese momento, Feijóo vio el hueco y lanzó en batería a sus comunidades más mediáticas bajando en todas ellas el IRPF.

Puig, como la mayoría de presidentes autonómicos, tienen las elecciones el año que viene e intenta salvarse de la quema. Hay cosas que le lastran y que no puede evitar, como el desgaste de Sánchez, pero hay otras en las que intentará empatar con PP, como en las rebajas de impuestos.

Si preguntamos individualmente, a nadie le gusta pagar impuestos. La cuestión radica en que ese debate es indisoluble de si queremos colectivamente sanidad de calidad o un sistema educativo que sea el pasaporte al éxito de los profesionales de mañana.

Ciertamente, la estrategia popular es perversa, pagar menos impuestos es un buen señuelo, pero deberían explicar que no se puede tener transporte colectivo, pensiones o buena seguridad en las calles sin dinero en las arcas públicas.

En cambio, la estrategia socialista es absurda. Sus dirigentes no sabrían afirmar en este momento si bajar los impuestos es bueno o malo, porque lo que es pésimo hoy se podría convertir en lo adecuado mañana. De aquí a mayo veremos otras regiones socialistas sumarse a la iniciativa de Ximo Puig.