PSOE

La última bala de Sánchez

Son un instrumento de propaganda de quien no consigue quitarse de encima la contestación ciudadana, el rechazo, que le obsesiona.

Los últimos Presupuestos de un Gobierno suelen buscar rentabilidad electoral. Pedro Sánchez no ha reparado en gastos. Su farra nos va a salir muy cara a todos los españoles. El presidente ha decidido perpetuar desembolsos millonarios. La subida de las pensiones, legal y moralmente indiscutible (los jubilados han cargado con el sostén de muchos hogares durante la pandemia), el pago de la deuda y los sueldos de los funcionarios son buena muestra. ¿Son las cuentas que necesita un país en tiempos difíciles? No. Son un instrumento de propaganda de quien no consigue quitarse de encima la contestación ciudadana, el rechazo, que le obsesiona. Basta ver que la previsión del 2,1% de crecimiento del PIB para 2023 ya ha quedado hecha añicos por las estimaciones, entre otros organismos, del Banco de España, que la sitúa en el 1,4%. Es decir, los cálculos gubernamentales son magia dineraria.

Del mismo modo, chirría el trato desigual a los ciudadanos según donde vivan. Si eres aliado ideológicamente, te premio: ahora bien, si eres del PP, duro y a la yugular. Curioso: a Murcia y Castilla y León, gobernadas por Fernando López Miras y Alfonso Fernández Mañueco, ambos barones populares, incluso se les disminuye la inversión que tenían este año. Se quedaron sin postre, por azules. Juanma Moreno ve cómo Andalucía recibe prácticamente lo mismo que Cataluña, que tiene un millón menos de habitantes. El agravio más bochornoso lo va a sufrir Madrid. Da toda la impresión de que el presidente sigue ofuscado con Isabel Díaz Ayuso. Castiga a los madrileños por sus derrotas en las urnas. El Gobierno invertirá 193 euros por madrileño, mientras que si eres catalán la cifra sube hasta los 297. ¿España nos roba?

Nada de «descentrar el tiro», en palabras de los guionistas de La Moncloa. Tampoco disparando el gasto militar que tanta incomodidad causa a Unidas Podemos. «Es un compromiso del presidente del Gobierno» con la OTAN y la Unión Europea, aseguran los portavoces oficiales socialistas. Aquello de «dos partidos, una sola voz» fue enterrado hace tiempo. Con todo, esta vez, pese al paripé de los morados, pura fachada, el acuerdo ha sido un paseo militar. Pedro Sánchez y Yolanda Díaz desean llegar a las generales presumiendo de coalición. Así que ambos van a remar juntos para «vender» estas cuentas como «las más sociales de la Historia». Los ministros ya repiten la consigna al unísono. Hasta Pablo Echenique se ha quitado las gafas para no ver que los ministros, sin pudor alguno, se han subido el sueldo un 4%. Ni ética ni estética.

En La Moncloa están muy confiados en que no encontrarán demasiadas dificultades durante el mercado persa que se abre ahora en el tiempo de las enmiendas. Entienden, o así lo cuentan al menos, que es muy complicado para sus compañeros de viaje justificar un rechazo. Así que, de puertas adentro del palacio presidencial, respiran con relativa tranquilidad. A priori, la abrupta salida de Junts de la Generalitat de Cataluña acrecienta la dependencia de ERC del PSC y abarataría su apoyo a los Presupuestos. Pero en el círculo de Sánchez saben que sus socios, condicionados por las urnas, al igual que Bildu o el PNV, además del resto del bloque Frankenstein, van a querer dejar constancia del valor de sus votos.

Estas cuentas públicas, en realidad, son casi la última bala de Sánchez para ahuyentar la consolidada convicción de que está amortizado políticamente. Quiere usarlas de trampolín para insuflar la esperanza de remontada a sus filas. Cosa que tiene muy cuesta arriba. Los sondeos, tozudos, señalan lo contrario. Por descontado, el chaparrón sobre Alberto Núñez Feijóo para desvirtuar su imagen no va a parar. Al revés: «Nada de paños calientes ni de ir con medias tintas», se escucha en el círculo cercano al líder socialista. «Ojalá el PP resbale y ponga trabas a subir el 8,5% todas las pensiones», concluyen.