Balance del PP

Génova revisa su estrategia tras el fracaso del CGPJ

Los barones piden volver a la economía, no abandonar el perfil presidencial de pacto de Feijóo y esquivar el conflicto

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, ayer en Madrid
El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, ayer en MadridDavid JarLa Razón

Llega el tiempo del balance de la negociación del Poder Judicial, una vez que se ha enfriado el golpe, y cargos autonómicos y locales del PP coinciden en asumir la «derrota» estratégica frente al Gobierno en este asunto, aunque tienden a justificarla en la ventaja que da la habilidad como «trilero» del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. La constatación de esta «derrota», en la medida en que en la dirección habían apostado seriamente por conseguir el acuerdo, lleva a que en la organización popular se escuche decir que «hay que volver a las propuestas económicas y sociales», sin salirse de ahí, que es donde ahora, y a futuro, creen que tienen más que ganar.

Génova tiene los oídos abiertos al partido, a diferencia de lo que pasó en la última etapa de Pablo Casado, y a Madrid ha llegado que en las estructuras orgánicas los candidatos que miran ya a las elecciones autonómicas y municipales de mayo creen que Alberto Núñez Feijóo no tiene que abandonar «su perfil», que es el del pacto: «Debe seguir pidiéndolos en el ámbito económico», aunque internamente no haya ninguna duda de que no hay ya espacio para llegar a ningún acuerdo con el presidente del Gobierno.

Las informaciones que identifican al «casadismo» con esta nueva etapa de Feijóo chirrían a los dirigentes que están ya en precampaña porque consideran que Génova tiene que tomar nota de lo sucedido, y «saber mejor con quién se la juega», sin modificar la estrategia que le ha salido rentable hasta ahora: la del Feijóo coherente con su trayectoria política, moderado, y dispuesto al consenso. «Hemos medido mal el juego que teníamos en el Senado y lo que había detrás de la disposición a negociar por parte del Gobierno, pero si ahora cambiamos de estrategia caeremos en una doble equivocación», sentencian en unas de las baronías del partido.

Fuera de la burbuja madrileña, en el PP son mayoría los que entienden que el conflicto no les ayuda porque ahí gana Sánchez, y que la dirección debe «lamerse las heridas» y pasar de nuevo al ataque, pero por la vía de las propuestas en clave económica y social. «Mucha economía y poca justicia», pregonan en otra de las organizaciones regionales del PP, en la oposición, pero con expectativas de dar el vuelco en las elecciones autonómicas de mayo y recuperar uno de los bastiones tradicionales del poder territorial del partido.

En cuanto al estancamiento en las expectativas electorales, en Génova se intuye cierta preocupación, pero no debida a la presión interna, ya que en el partido se daba por amortizada esta relajación del llamado «efecto Feijóo». «No se puede estar siempre en una nube rosa. Un año es muy largo y la clave va a estar en las municipales y autonómicas», reflexionan en el equipo electoral del líder nacional.

Valencia es la clave de estos comicios de mayo, porque un Gobierno popular en esa comunidad llevaría a la depresión a las filas socialistas y generaría un efecto inverso en el PP. Pero las altas expectativas generadas con respecto a esas elecciones pueden también volverse en contra del equipo de Feijóo si se quedan a medio camino. El contexto en el que hacen sus proyecciones en Génova se sostiene en la idea de que la economía seguirá empeorando en los próximos meses, y que «la realidad», ese argumentario que dice que «los españoles tendrán que elegir entre pagar la calefacción o comer», se impondrá sobre el empujón con el que Moncloa termina este año gracias a los Presupuestos y a la implantación de una nueva batería de medidas paliativas de la inflación.

La suerte de Feijóo y de los candidatos del PP de mayo va ligada a este escenario económico y por eso en el partido enmiendan a Génova y tachan de error caer en la tentación de «perderse» en otros debates, como el de la reforma del delito de sedición. Oponerse, sí, pero sin que tape la línea principal que exigen que marque la política de oposición del partido.

En el puzle sobre el que diseñan la estrategia ha entrado otra variable que empieza también a preocupar al PP: la posibilidad de que la caída de Vox no revierta en sus siglas, los estudios alertan del trasvase de su votante a la abstención, y que esto limite la capacidad de formar mayorías. Siempre teniendo en cuenta que este sería el plan B, el de los gobiernos con Vox, porque en el plan A, disparando a lo alto, la idea de Génova es trabajar por usar las autonómicas y municipales como trampolín para alcanzar una mayoría lo suficientemente amplia como para no depender del partido de Santiago Abascal. Hoy es una quimera, y el PNV ya les ha transmitido que con ellos no cuenten para ningún acuerdo si por medio entra Vox: ni siquiera se abren a pactar con el PP si se mantiene la coalición de gobierno en Castilla y León.