Crisis

El PSOE apunta a Iglesias: «Quiere romper la coalición»

Los socialistas dan por hecho que el líder morado boicoteará el acuerdo de Podemos con la vicepresidenta Yolanda Díaz

La batalla por la ley del «solo sí es sí» en el seno de la coalición es la más grave que ha atravesado hasta ahora el acuerdo de gobierno entre el PSOE y Podemos, con el agravante de que se le añade el choque «sangriento» entre Pablo Iglesias y Yolanda Díaz. Las líneas rojas en el intercambio de «puñaladas» políticas se han cruzado y en las filas socialistas han llegado a la conclusión de que, en el fondo, la estrategia de Iglesias va dirigida a romper la coalición de Gobierno, y a competir con el PSOE, pero también con la vicepresidenta, boicoteando su proyecto de crear la nueva plataforma Sumar.

El sentido común dice que Iglesias y Díaz se necesitan, pero en este razonamiento hay que valorar un elemento no menor, y es la pregunta de qué quiere Iglesias. ¿Prefiere salvar la posibilidad de reeditar la actual coalición con el PSOE, a costa de enterrar su juguete político y pasar él a un segundo plano, tanto en la práctica como en la teoría? ¿O el objetivo es mantener un «chiringuito» político desde el que poder seguir interfiriendo en la política, pero conservando las riendas, y a costa de que no haya votos para reeditar la coalición?

El choque con Yolanda Díaz no tiene marcha atrás. Ahora es por la ley del «solo sí es sí», pero «mañana será por otra cosa», advierten en el entorno de la vicepresidenta. Es un combate en el que no cabe la paz y una futura colaboración porque Iglesias «no tolera» que la vicepresidenta le coma su espacio político con sus formas menos bolcheviques y su empatía con la ciudadanía. Del pulso de egos, en el PSOE se temen lo peor, y que las víctimas sean ellos porque la división les penalice en la suma de escaños.

Hasta ahora en la izquierda estaban convencidos de que los ministros morados no abandonarían el coche oficial hasta que la legislatura quedara disuelta. Decían que «le habían cogido tanto gusto a la alfombra roja que no se irían hasta que se les echara», como se escuchaba en el equipo socialista de Moncloa. Pero la posición que ha adoptado el ex vicepresidente y ex secretario general de Podemos lleva a los socialistas a temerse que Podemos acabe abandonando el Gobierno para utilizar la recta final de la Legislatura para hacer oposición, desde la calle, al líder socialista.

Moncloa no quiere este escenario. Están seguros en clave táctica de que deben hacer lo posible y lo imposible para mantener la coalición de Gobierno y, pese a todos sus fallos estructurales, sostener el mensaje de que esa coalición ha sido un éxito y un proyecto de futuro. No lo ven así en baronías socialistas, y ayer mismo el presidente de la Junta de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, declaraba en una entrevista en LA RAZÓN que sin Podemos a su lado, el PSOE estaría hoy en un 40 por ciento de voto.

Queda medio año para las elecciones autonómicas y municipales, con negro pronóstico para los de Podemos, y su única arma para contener el desastre es elevar el ruido, alimentar la tensión y echarse de nuevo al terreno de la radicalidad, incluso aunque no abandonen el ocho oficial. Aquellos que están más cerca de Iglesias advierten de que quien todavía manda en Podemos no va a permitir que Sánchez se salga con la suya de utilizar el Gobierno, y a sus socios, «para actuar como el emperador europeo» durante todo el próximo año electoral, al calor de la Presidencia de la UE.

Esta pasada semana, en la reunión de la Junta de Portavoces del Congreso, órgano de gobierno de la Cámara, el portavoz de Unidas Podemos, Pablo Echenique, fue el más agresivo contra el Gobierno en la exigencia de explicaciones al ministro del Interior, Fernando Grande Markaska, por la tragedia de Melilla. Los ministros y portavoces de Podemos tienen la instrucción de su Mesías de «salir a matar» porque Podemos ya tiene poco que ganar en garantizar la estabilidad del PSOE y de su aliada, la vicepresidenta y ministra de Trabajo.

A día de hoy, el presidente del Gobierno ha elegido el camino de no entrar jamás al trapo de las embestidas de Podemos, de tragar, e incluso decantarse por la parte podemita en el Consejo de Ministros. Irene Montero le ganó la batalla a la vicepresidenta, Carmen Calvo, cosa que ahora dentro del PSOE afean a Sánchez vistas las consecuencias de los proyectos legislativos de Igualdad. Pero la intención del presidente del Gobierno es seguir echando agua al fuego sin hacer caso a quienes le dicen que «si Iglesias quiere quemarle, vamos a quedarnos sin agua antes de que empiece la campaña».

Hace unos meses Moncloa dibujó un esquema por el cual el líder socialista tenía la intención de aprovecharse de los barones para mejorar su imagen. Y aquella estrategia se la pararon, No es que Sánchez quisiera sumar a sus candidatos, sino que en lo que pensaba era en sumar para él mismo, y el poder autonómico puso los pies en pared.