Política

Elecciones andaluzas

Acuerdo PP-Vox: Sin la retórica, queda lo esencial

De las 21 propuestas de Vox para la investidura del presidente de la Junta de Andalucía hemos pasado a las 37 que forman el acuerdo entre el Partido Popular y Vox. La diferencia se debe a lo prolijo de la propuesta de Vox, que desdoblaba cada apartado en diversas propuestas.

Vox ha aceptado descartar algunos de los elementos que forman parte del núcleo de su programa. Se los reserva para más tarde, evidentemente. En la imagen, el documento pactado ayer en manos de Juanma Moreno
Vox ha aceptado descartar algunos de los elementos que forman parte del núcleo de su programa. Se los reserva para más tarde, evidentemente. En la imagen, el documento pactado ayer en manos de Juanma Morenolarazon

De las 21 propuestas de Vox para la investidura del presidente de la Junta de Andalucía hemos pasado a las 37 que forman el acuerdo entre el Partido Popular y Vox. La diferencia se debe a lo prolijo de la propuesta de Vox, que desdoblaba cada apartado en diversas propuestas.

De las 21 propuestas de Vox para la investidura del presidente de la Junta de Andalucía hemos pasado a las 37 que forman el acuerdo entre el Partido Popular y Vox. La diferencia se debe a lo prolijo de la propuesta de Vox, que desdoblaba cada apartado en diversas propuestas. Por bisoñez política, o por razones de estrategia, Vox había incluido muy diversos apartados. Algunos de ellos han quedado descartados en el acuerdo que sella la posibilidad del cambio en Andalucía.

Como resultado de la negociación, ha quedado apartado del acuerdo el punto que lanzó toda la polémica y puso a Vox en el centro de la política andaluza y española: la derogación de las leyes andaluzas sobre violencia de género (punto 16 del documento de Vox), igualdad de trato (punto17) y promoción de la igualdad de género en Andalucía (punto 18). Era demasiado, sin duda, y Vox ha reconocido que no se puede echar abajo de una vez los tabúes y los dogmas del progresismo postmoderno. Su «Ley de Violencia Doméstica», que no prejuzgará el sexo del agresor y respetará la presunción de inocencia, se queda para más adelante. A cambio, ha provocado un debate inconcebible hasta ahora en el conjunto de la sociedad española. Está obligando a retratarse sobre un punto sensible a muchos que hasta aquí optaban por el silencio prudente. Probablemente, habrá obligado al PP a aceptar otros puntos.

Lo mismo ha ocurrido con la propuesta, muy polémica, de cambiar el día de Andalucía del 28 de febrero al 2 de enero (conmemoración de la toma de Granada) (punto 13).

Era imposible conseguir un cambio drástico en un asunto fundamental, precisamente porque es de orden simbólico.

Vox retrocede, pero por primera vez –de nuevo– cae un tabú. También se ha descartado la indicación acerca de la celebración del Doce de octubre (punto 13), que Vox reclamaba para las instituciones andaluzas: una victoria táctica para el Partido Popular, pero otra victoria estratégica para Vox, que lo podrá utilizar más adelante.

Y caen, como era de prever, los dos puntos primeros de la propuesta del nuevo partido. El que preconizaba una devolución de competencias al Estado desde la Junta, con la supresión de la expresión «realidad nacional» incluida en la reforma del Estatuto de Andalucía (punto 1). Y el que pedía una posición activa de crítica y censura al «discurso del odio y exclusión» contra «los votantes y representantes de Vox» (punto 2).

En total, Vox ha aceptado descartar algunos de los elementos que forman parte del núcleo de su programa. Se los reserva para más tarde, evidentemente.

A cambio, Vox ha conseguido que su acuerdo con el Partido Popular incluya tres elementos de orden cultural: la caza, la tauromaquia y las expresiones de la cultura popular andaluza. Lo local se matiza aquí con significados de orden nacional. Se incorporan al programa de gobierno del Partido Popular elementos «nacionalizadores», como diría Ortega (José). Es un éxito, como ocurre con el fomento de la tarjeta sanitaria única. También lo es la derogación de la Memoria Histórica andaluza, particularmente sectaria y guerracivilista, muy en la línea del nuevo PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero y de Sánchez, por otra «de Concordia». Es lo que venía preconizando el Partido Popular.

También consigue que la futura Junta se comprometa a prevenir el fundamentalismo islámico (punto 29). La formulación de Vox (punto 11 de su propuesta) incluía una petición racista, como era la «supresión de subvenciones a asociaciones islámicas». Primaba aquí la propaganda, y de la peor especie. El acuerdo ha descartado estos matices.

Buena parte de las propuestas económicas de Vox se han incorporado al nuevo acuerdo. Se refieren por lo fundamental a la bajada de impuestos y a la reducción del gasto público superfluo, generador de atraso, desigualdad y corrupción.

Partido Popular y Vox coinciden en su inclinación por la liberalización, el control, la transparencia y la rendición de cuentas. Medidas poco populistas, por lo menos en cuanto al populismo clásico. En vez de gastar, se adelgaza el Estado y se aspira a aumentar su eficiencia. Otros elementos de esta convergencia en postulados de libertad son la colaboración público-privada en los planes de empleo, el propósito de garantizar la libertad educativa, la de asegurar la libertad para escoger centro y el fomento de la coexistencia de las educaciones pública, privada y concertada.

Y en el mismo orden de cosas entran los puntos acerca de la liberalización y la reducción de la información controlada por la Junta. Un cambio importante, incorporado después de la negociación con Vox, es el propósito de crear una Consejería de Familia

(punto 18 del acuerdo PP-Vox, punto 7 de la propuesta de Vox). La iniciativa de Vox, aceptada por el Partido Popular, desborda el marco ideológico y apunta a un asunto clave, asumido transversalmente en buena parte del resto de los países europeos, como es el fomento de la natalidad.

El acuerdo entre el Partido Popular y Vox, finalmente, rebaja el tono y las ambiciones de la propuesta del partido de Santiago Abascal sobre la inmigración. Ya no se habla de expulsión de 52.000 ilegales ni de la supresión de ayudas a los inmigrantes ilegales. Queda el compromiso de cumplir la legislación vigente, evitar el «efecto llamada», combatir a las mafias que trafican con personas y evitar el llamado «turismo sanitario». También se incorpora una mención al necesario apoyo a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Quitada la retórica, queda lo esencial.