ETA
Aquella llamada a Intxaurrondo
Un Guardia Civil anónimo no pudo contener la emoción que se vivía en el cuartel y confirmó la noticia de la liberación casi en directo
Un Guardia Civil anónimo no pudo contener la emoción que se vivía en el cuartel y confirmó la noticia de la liberación casi en directo.
El 1 de julio de 1997 no iba a ser un día cualquiera. A las redacciones ya había llegado el rumor la noche anterior de que había que estar preparados para una noticia de alcance. Y esa noticia llegaba al filo de la una y media de la madrugada cuando la Ertzaintza localizaba al empresario Cosme Delclaux atado a un árbol en una zona rural del municipio vizcaíno de Elorrio. Minutos antes, ETA llamaba al diario «Egin» para anunciar la liberación de Delclaux y señalar el punto en el que se que ponía fin a 232 días de cautiverio, no sin antes lograr el pago de un millonario rescate. Los medios de comunicación nos centrábamos en la noticia de la liberación de Cosme Delclaux y dábamos por buena la idea de que esa podía ser la noticia esperada, aunque sin descartar que la operación para liberar a Ortega Lara pudiera ya estar en marcha. Las siguientes horas serían especialmente intensas.
A las siete de la mañana, Ortega Lara era liberado y en minutos la información llegaba a la emisora. Un teletipo de la desaparecida agencia Vasco Press daba más detalles de la operación y la localizada en una nave industrial de Mondragón. Había que aportar testimonios que transmitieran a la audiencia la emoción de la liberación de Ortega Lara, que se pudiera pasar del frío teletipo inicial a narrar la imagen de la liberación del funcionario de prisiones.
Una inocente llamada al cuartel de Intxaurrondo, sin pasar por el departamento de Prensa correspondiente, no parecía ser la opción más adecuada, pero la euforia en la 513 Comandancia de la Guardia Civil no podía disimularse y el propio agente que atendió la llamada de la centralita contó emocionado lo que estaba escuchando en la radio de los compañeros que estaban desplegados en Mondragón. Así nos fuimos enterando que Ortega Lara se encontraba en buenas manos y de que una ambulancia del instituto armado se estaba preparando para su traslado al recinto hospitalario de San Sebastián. Las cámaras se movilizaron con celeridad y cuando la vieja furgoneta del instituto armado llegó al de Hospital Nuestra Señora de Aránzazu, los medios gráficos hicieron lo posible para captar la imagen de Ortega Lara, pero los agentes que custodiaban y él mismo intentaron preservar su intimidad. Llegó el momento del reconocimiento médico y para sorpresa de sus liberadores, a pesar del demacrado aspecto del vecino burgalés, con 23 kilos menos y una atrofia muscular severa, su vida no peligraba. Tras su paso por el recinto hospitalario fue conducido al Cuartel de Intxaurrondo, donde le esperaba su esposa, Domitilia Díez, y su cuñado, Isaac Díez. Un helicóptero de la Guardia Civil le trasladaba a Burgos y pasadas las doce del mediodía llegaba a su casa. Miles de burgaleses esperaban a su vecino para compartir con la familia un desenlace tan feliz como poco esperado.
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