
Guerra arancelaria
EE UU avisa sobre el giro de España hacia China: «Sería cortarse el cuello»
En pleno viaje de Sánchez, que el viernes se reúne con Xi Jinping, el secretario del Tesoro advierte de que «se trata de una apuesta perdida para los europeos»

La estrategia del Gobierno de convertirse en punta de lanza en China ante la guerra arancelaria iniciada por Donald Trump ya ha tenido respuesta (faltona, cómo no) de la Casa Blanca. El secretario del Tesoro de EE UU, Scott Bessent, se ha referido al giro de la UE, y de Pedro Sánchez en particular, con la siguiente advertencia: «Eso sería cortarse el cuello». En referencia a unas palabras del jefe del Ejecutivo español desde Vietnam, Bessent dijo: «No estoy seguro de si fue el primer ministro o el ministro de Economía de España el que hizo algunos comentarios esta mañana, pero eso sería una una apuesta perdida para los europeos».
«En términos de escalada, desafortunadamente el mayor actor en el sistema de comercio global es China, y es el único país que ha escalado (...) Puedo decirles que el muro arancelario de EE UU se va a mantener, el modelo de negocio chino es, para todos los que puedan recordarlo, como aquella película de Disney de las escobas rompiendo los cubos de agua», ha continuado en una conferencia de la Asociación de Banqueros celebrada en Nueva York.
Bessent es un gran defensor de la política arancelaria de Trump, hasta ahí nada extraño. Pero lo cierto es que en círculos diplomáticos se lleva especulando días sobre cómo nos va a penalizar con Washington este acercamiento al régimen autoritario de Xi Jinping. Tanto a España como a la UE al completo.
Un veterano funcionario europeo que lleva años en Pekín explica a LA RAZÓN que nuestro país «está queriendo ver un aliado en China cuando en realidad no lo es». La misma fuente asegura que ni compartimos valores ni agenda económica, que sigue siendo más próxima a EE UU a pesar de los pesares. La realidad, de momento, es la que es: el año pasado la inversión china en España cayó hasta los 100 millones de euros, mientras la proveniente de EE UU superó los 6.000 millones.
Le tocó al ministro de Agricultura, Luis Planas, responder a las palabras del secretario del Tesoro americano desde Hanoi, donde se encuentra con Sánchez y la delegación de empresarios que viajan en el avión oficial. Citado por Efe, Planas trató de quitar hierro a las declaraciones de Bessent y aseguró que el Ejecutivo español está «totalmente tranquilo». Añadió que defiende sus intereses y quiere, como la UE, dialogar con Estados Unidos para solucionar el problema creado por los aranceles. Planas también insistió en las «excelentes relaciones comerciales» con China, que, «evidentemente, queremos no sólo continuar sino ampliar». Algo que, en su opinión, «no es en absoluto contradictorio» con ese diálogo con Estados Unidos.
Lo cierto es que el recelo sobre el coqueteo de nuestro país con Xi Jinping, con el que Sánchez se reúne mañana en Pekín, no es exclusivo de la Casa Blanca. ¿Hasta que punto le va a rentar a Europa pivotar hacia China? La fuente citada anteriormente asegura a este periódico que, de momento, a la próxima cumbre entre la UE y China, que este año toca en Bruselas, el presidente Xi no tiene ninguna intención de asistir.
Este encuentro anual, que debe ser al máximo nivel, sería una buena manera de que Pekín reconociera el esfuerzo de la UE. Sin embargo, todo apunta a que «serán los europeos los que den su brazo a torcer y sean Úrsula von der Leyen y António Costa los que se desplacen a la capital china para rendir pleitesía al ‘‘emperador’’, igual que hace mañana Sánchez». El mismo diplomático asegura que «mientras Xi devuelve el golpe a Trump y le impone aranceles recíprocos, la UE intenta “negociar”. Los europeos, en posición suplicante frente a los dos emperadores que están jugando al póker con el mundo».
Daniel Bashandeh, analista político internacional, asegura a este periódico que Sánchez tiene una oportunidad para ser interlocutor con China en materia económica, pero que esto tiene dos desafíos: saber equilibrar los intereses nacionales con los europeos, por un lado, y evitar que las diferentes interlocuciones afecten a la unidad de la UE. «China toma nota y espera a cómo la UE responderá a los aranceles de Trump. Es importante destacar que Pekín necesitará mercados europeos para colocar sus productos, ya que los aranceles de Trump intentan frenar sus exportaciones. Pero no hay que perder de vista que si China coloca producto en la UE puede afectar a los planes europeos y terminar por afectar también a su competitividad europea. Es importante encontrar un equilibrio. El tiempo y la indecisión juega en contra de la UE. Hay poco margen de maniobra y los líderes tendrán que decidir rápido. Es un mundo agresivo».
En este panorama cambiante y de lo más fluido, el presidente Sánchez llega hoy a China para mantener mañana una intensísima jornada con la vista puesta en la mediación europea y el mayor equilibrio de nuestra desniveladísima balanza comercial. ¿Y como nos recibe la opinión pública? ¿Se habla de nosotros, aunque sea mal? El sentir del mundo inter-nauta local horas antes del aterrizaje del líder español oscila entre la bienvenida a Europa, con mensajes como «China y la UE deben trabajar juntos» y «si colaboramos, podemos vencer a EE UU», y la crítica abierta al «narcisismo europeo, que solo nos busca cuando necesita algo de nosotros».
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