El desafío independentista
Badia, los hermanos ultras que inspiran a Quim Torra
No ha ocultado nunca el president su admiración por Josep y Miquel Badia, dos figuras del independentismo catalán que atesoran un pasado violento y que terminaron tiroteados en un final en el que se vio envuelto Companys
No ha ocultado nunca el president su admiración por Josep y Miquel Badia, dos figuras del independentismo catalán que atesoran un pasado violento y que terminaron tiroteados en un final en el que se vio envuelto Companys.
Quim Torra no ha ocultado su devoción por cuatro personajes del independentismo de la década de 1930: Josep Dencàs, Daniel Cardona, y los hermanos Badia, Miquel y Josep. A cada cual más violento y racista. Torra escribió que habían sido tiroteados por anarquistas de la FAI pagados por Falange «simplemente por querer ser catalanes». Eliminaron a Miquel Badia, según él, porque eran la representación del verdadero catalanismo frente a la tibieza de algunos nacionalistas y el obrerismo castellanizante de otros. Es la historia oficial del nacionalismo catalán, muy dado a la tergiversación y a la ocultación.
Es cierto que Miquel Badia, como jefe del Servicio de Orden Público y de los «escamots», los camisas pardas de las Juventudes de ERC y Estat Català (Jerec), se ensañaban con los anarquistas, y que éstos tenían ganas de venganza. Pero quien odiaba a Miquel y se puso en contacto con los anarcosindicalistas para ajustar cuentas fue Lluis Companys. El rumor en Barcelona sobre la implicación del entonces president en el doble asesinato se extendió rápidamente, aunque la guerra y la confrontación entre el CNT/FAI, ERC, PCE y POUM cerró en falso el asunto. Luego vino la mitificación de Companys, y todo se tapó. Tarradellas siempre dijo que «había mucha niebla» en aquel suceso.
Miquel Badia había nacido en 1906, en Torregrosa (Lérida) y llegó a Barcelona en 1922, donde residía su hermano Josep desde hacía tres años. Su propósito era estudiar Náutica para ser marino mercante, pero ambos quedaron deslumbrados por la organización y el discurso del nacionalismo catalán, que imitaba al fascismo de la mano de Cardona. La exaltación de la «raza catalana» y su vínculo con el paisaje natural llevaban a aquellos jóvenes al excursionismo y al culto al cuerpo. Badia, con 19 años, ingresó en el grupo «Bandera Negra» para preparar un atentado a Alfonso XIII en mayo de 1925 para dar un golpe de Estado, pero una delación permitió su detención y Miquel pasó un tiempo en los penales. Años después, el terrorista Badia escribió que planeó el acto para «librar y vengar su patria». Una amnistía lo puso en la calle, y Francesç Macià lo reclutó para que organizara institucionalmente a los «escamots» de los Jerec como fuerzas de choque y actuaran como policía política. Donde a Miquel comenzaron a conocerle como «Capità Collons».
Macià murió el día de Navidad de 1933, y Companys fue elegido su sustituto. En diciembre, Miquel Badia fue nombrado secretario de Orden Público y en marzo de 1934 empezó como jefe superior de la policía en Cataluña. Manejaba a su antojo a los «escamots», especialmente a la sección femenina, y tenía como centro de operaciones la sede central de las Jerec. En un viaje a Manresa para una manifestación de exaltación independentista, acompañado por Carles Durán y dos guardaespaldas, sufrió un accidente de coche. Salieron ilesos, pero alguien llamó a la mujer de Durán, Carme Ballester, de la que se estaba separando por su promiscuidad. Cuenta el historiador Ucelay-Da Cal que en el hospital, sin Durán delante, «la situación se calentó y Carme “tocó la flauta” a los tres espabilados»; es decir, a Badia y a sus dos pistoleros. No eran los únicos. Companys conoció poco después a Carme en la oficina central de los Jerec, y alguien los sorprendió en un despacho «en plena flauta».
Companys cesó a Badia en septiembre de 1934 por asaltar un juzgado y detener a un fiscal. El enfrentamiento entre el republicanismo del primero y el independentismo del segundo hizo que el Estat Català, integrado en ERC, que funcionaba como un movimiento nacional-populista, persiguiera al president, a quien llamó «españolista» en la celebración de la Diada. Badia se presentó entonces en el despacho de Companys a reclamar su antiguo puesto, pero éste le dijo que no tenía buena reputación. Miquel contestó que quien no tenía reputación era Carme Ballester. Companys enfureció y Badia le contó con sorna el episodio en Manresa y se marchó. La ruptura fue completa y la animadversión se vio en la descoordinación del golpe del 6 de octubre, que obligó a Badia y a Dencàs a huir por las alcantarillas.
La amnistía de 1936, tras la victoria fraudulenta del Frente Popular, les permitió regresar del extranjero, a donde habían huido para eludir la justicia. El 28 de abril, Miquel y Josep salieron del número 52 de la calle Muntaner, a pocos metros de la Universidad de Barcelona. Vivían con su madre, su hermana y un cuñado. Eran las tres y media de la tarde. Caminaban hacia el centro de la ciudad. Cuando llegaron a la altura del 38 oyeron a su espalda que alguien les llamaba. Al volverse, recibieron cinco disparos a bocajarro. Los asesinos, Justo Bueno y Lucio Ruano, huyeron en un Ford rojo que les estaba esperando. No pudieron hacer nada por los Badia en el Dispensario de la calle de Sepúlveda. Los cadáveres no fueron trasladados al depósito judicial, sino al Casal d’Esquerra de Estat Català para que fueran velados por los militantes.
Con una guerra civil en Cataluña, en 1937, dentro de la propia Guerra Civil, y proyectos disparatados de conquistar Baleares para construir la «Gran Cataluña», o las gestiones con Reino Unido para firmar una paz separada con Franco, el gobierno Negrín no tuvo más remedio que intervenir en la Generalitat. Los independentistas como Quim Torra aseguran que de haber vivido Miquel Badia, el terrorista, racista, torturador, golpista, guerracivilista y fascista, Cataluña habría logrado su lugar entre las naciones superiores del planeta. Ya.
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