Miedo electoral

Baronías del PSOE ante el 28-M: «Si Sánchez no viene, mejor»

Crece el temor a medida que se acerca la fecha: «El ruido contamina nuestros debates»

El presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, comparece en rueda de prensa tras la sesión plenaria de la XXVIII Cumbre Iberoamericana, en el Hotel Embajador, a 25 de marzo de 2023, en Santo Domingo (República Dominicana). Bajo el lema ‘Juntos por una Iberoamérica justa y sostenible’, la XXVIII Cumbre Iberoamericana de Jefes y Jefas de Estado y de Gobierno reúne a las 22 naciones que asisten a la Cumbre, las cuales adoptan cuatro instrumentos a través de los cuales Iberoamérica fijará su posición y planteará soluciones a algunos de los principales retos que enfrenta la región. El primero de estos documentos es la Carta Medioambiental Iberoamericana; el segundo es la Carta de Principios y Derechos Digitales Iberoamericana; el tercero es la Estrategia para alcanzar la seguridad alimentaria, y el cuarto el Comunicado Especial sobre Arquitectura Financiera Internacional. David Zorraquino / Europa Press 26/03/2023
Rueda de prensa de Pedro Sánchez en la XXVIII Cumbre IberoamericanaDavid ZorraquinoEuropa Press

Las luces rojas están encendidas en las federaciones del PSOE. Y no, no hablamos de los gustos de su exdiputado, el Tito Berni, por los lugares de alterne, sino del creciente desgaste, de la paralización administrativa, del altísimo coste de la cesta de la compra, las hipotecas, de las tensiones con la ley del «sí es sí», de la aparición de escándalos corruptos como «mediador» o el del marido de la directora de la Guardia Civil, de la consolidación del PP en las encuestas… Mientras, Pedro Sánchez permanece varado en su estrategia de azuzar el miedo a la concertación de las derechas. Un guión que sucesivas elecciones han hecho añicos. El presidente del Gobierno se dirige al 28-M encapsulado en la idea de que encandila al grueso del país. Claro, los barones, que son quienes se van a someter al examen de las urnas, no escapan de su sorpresa. Conscientes de lo mucho que hay en juego, apuntalan estrategias de acercamiento a sus vecinos alejadas del popurrí de argumentarios clave de La Moncloa y Ferraz.

«Instalados en el centroizquierda, nuestra bandera es la transversalidad», me dibuja un alto cargo autonómico socialista. Mensajes equivalentes se repiten en otros territorios, con el ánimo de soltar el lastre de un Sánchez que va diametralmente en contra de sus intereses. Basta charlar unos minutos con cualquier dirigente para testar ese distanciamiento con lo que se cuece en «Madrid».

«El ruido contamina nuestros debates y desespera a cualquiera», admiten. Se ha instalado el sentimiento de que, al margen de lo que hagan, van a sufrir en las urnas la falta de credibilidad de su líder. Y en esas viven: pergeñando un sobreesfuerzo para intentar salir airosos del trance, convencidos de que ninguna medida del Gobierno cala en el electorado. Los anuncios caen como gotas en el océano.

Todo ello por culpa del rechazo frontal al presidente. «Echa para atrás incluso a su silueta», comenta gráficamente un diputado de provincias del PSOE. Durísimo. Pero, ¿cómo no va a ser así? Sánchez lleva marcadas sus amistades corrosivas: Unidas Podemos, ERC y Bildu. Y está claro lo que esto conlleva. Para más inri su socio Arnaldo Otegi sale a celebrar que en poco más de un mandato ha conseguido el acercamiento al País Vasco de todos los presos de ETA. Un golpe, otro, dentro del inacabable suma y sigue de cesiones indignas que escandalizan a gran parte de España y quiebran a buena parte de los votantes de izquierdas. El temor a ser barridos de sus fortines empuja a barones y alcaldes a desplegar mensajes con acento propio. Todos cruzan los dedos para que Sánchez les visite lo justo. «Si no viene, mejor», se escucha. Pero, el plan de Sánchez es estar en toda España. Su objetivo es emplear esta próxima campaña en liquidar a pie de obra el mensaje de cambio de ciclo del PP. Así, frente a la propulsión de los populares, el PSOE cuenta con hacer de Sevilla una «divisa de su musculatura» en un granero de votos fundamental como es Andalucía. Más aún después de la humillación sufrida con la mayoría absoluta de Juanma Moreno. Tres cuartos de lo mismo ocurre en otro agujero negro socialista como es Madrid ante el empuje de Isabel Díaz Ayuso.

Por su parte, Génova quiere mostrar de nuevo un mapa coloreado de azul. Si el recuento final certifica el triunfo de las municipales en votos y la recuperación de varias comunidades, Alberto Núñez Feijóo podrá presentarse como vencedor. La gran batalla se plantea en la Comunidad Valenciana. Unos y otros son conscientes de estar ante la gran fotografía que medirá el grado del éxito.

Elías Bendodo, encargado de atesorar las encuestas para el líder popular, desprende optimismo pese a su prudencia. También la secretaria general Cuca Gamarra, que desde hace tiempo con sus debates como portavoz en el Congreso, y muy especialmente tras la inteligente intervención en la moción de censura de Vox, ha sido capaz de insuflar a su infantería esa ilusión tan importante en meses de elecciones.

La cuesta hacia las urnas se empina, para unos más que para otros. En algunos territorios las diferencias pueden estar muy ajustadas. Es otro punto de desasosiego para el socialismo, porque sus agarraderas en el poder local o regional van a depender de distintas marcas. Y el espacio a su izquierda cotiza a la baja. Tampoco en el ámbito nacional Yolanda Díaz y su invento Sumar tienen el viento a favor. Suficientes quebraderos de cabeza le está dando a Sánchez sacar adelante a la vicepresidenta segunda. Pero, es su apuesta de futuro para tener un aliado a su izquierda que no le quite el sueño.

Sin embargo, Díaz está en guerra abierta con «las gemelas» Ione Belarra e Irene Montero. El presidente pretende vender la estabilidad de la coalición como un activo de cara al 28-M- Por eso hace como si no oyera cómo todo se cae a pedazos a su alrededor. Se tapa los oídos ante el barullo. En ese ambiente, Díaz revelará su «YO-landismo» este próximo 2 de abril en el polideportivo Magariños de Madrid. Veremos cómo acaba.