Crisis en el PSOE
Batalla cuerpo a cuerpo en Ferraz
El próximo domingo por la noche, los militantes socialistas conocerán cuál de los tres candidatos tiene el respaldo de la mayoría. En las primarias no sólo se dirime quién dirigirá la formación, sino sobre qué modelo de partido construirá su liderazgo, cuál será su estrategia y, lo más importante de todo, el perfil ideológico del nuevo PSOE, en plena crisis de confianza e ideológica de la socialdemocracia en Europa. Pero para alcanzar la final, Susana Díaz, Pedro Sánchez y Patxi López deberán superar la meta volante que se celebrará hoy en la sede madrileña del PSOE: el gran debate, o mejor dicho, la «Batalla de Ferraz».
Bajo la dirección de la periodista Carmen del Riego –que ya moderó el debate en las pasadas primarias entre Sánchez, Eduardo Madina y José Antonio Pérez Tapias–, los tres aspirantes debatirán sobre tres grandes bloques. Los temas son lo suficientemente amplios para que los derroteros del encuentro sean inescrutables: bloque político, bloque económico y social y, tras un descanso de cinco minutos, bloque modelo de partido.
En los tres bloques, cada candidato tendrá nueve minutos. Acompañados por sólo siete colaboradores, tendrán hora y media para exponer sus propuestas y, con seguridad, atacar, al contrario. El personalismo, del que la campaña ha hecho gala, se reproducirá en este cuerpo a cuerpo. Hora y media de debate, precedidos de un turno de un minuto en el expondrán su primer mensaje. Romperá las hostilidades Susana Díaz. Después del debate, el último minuto de gloria para todos con rúbrica de Pedro Sánchez.
Los tres tratarán de cortar el nudo gordiano que está dejando sin respiración al PSOE. Lo deberán hacer sin contemplaciones y de forma tajante, pero para ello deben descubrir la esencia del problema y revelar todas sus implicaciones. Ardua tarea, sin lugar a dudas.
Pedro Sánchez defenderá, como han hecho Benoit Hamon y Jeremy Corbyn, un partido de izquierdas que dará la voz a la militancia, aunque será criticado por su lenguaje y formas populistas, que le ha llevado a esbozar un mimetismo con Podemos que puede acabar en simbiosis, según sus adversarios. Defiende una plataforma «que vaya más allá de la militancia», un remake de la Francia Insumisa, Jean Luc Mélenchon. De hecho, Sánchez ha construido un partido al margen del partido en estas primarias. Sus plataformas de apoyo no son únicamente colectivos de soporte, son una réplica de la estructura del PSOE, al margen del PSOE. Desde su entorno se niega con vehemencia, pero la amenaza de escisión se extiende como una mancha de aceite. Además, los vaivenes de sus propuestas que han pasado de la Cataluña nación a la Cataluña nación cultural, o de la unidad con Podemos «codo con codo» a una plataforma que lidere la sociedad civil, son su talón de Aquiles.
En su defensa, blandirá como un hecho incontestable su cese en el Comité Federal. Se presentará como víctima de un pérfido aparato que impidió que en unas terceras elecciones generales se superarán los 100 diputados. Su sueño onírico que no sustenta ninguna encuesta electoral, pero que sirve para presentar a sus contrarios como «los vendidos» al PP.
Susana Díaz pondrá en valor que ganó en Andalucía en un momento complejo sacando 10 puntos al PP y 20 a Podemos, el principal rival del socialismo español. Se presentará como la única que puede volver a llevar al PSOE a la senda de la victoria, en contraposición a su principal rival que ha acumulado derrota tras derrota, eso sí, históricas, a decir de Sánchez. La líder andaluza se presentará como la alternativa centrada, la única capaz de batir al podemismo, con un partido netamente socialdemócrata, que no reniega del pasado, atento a las nuevas reivindicaciones sociales y alejado del populismo. «Nadie le va a decir al PSOE lo que tiene que hacer», repite constantemente. Se sabe blanco de las críticas de Sánchez, al que cuestionará su liderazgo social. Será señalada como la valedora de la abstención que permitió a Rajoy volver a gobernar. Lo sabe y prepara el debate para rebatir lo que se prevé un acoso con propuestas concretas, sin entrar en descalificaciones. Unas descalificaciones que en su equipo no dudan que serán la línea argumental de Sánchez.
Por último, Patxi López llega tocado, desfondado al debate. En sus filas surgen voces que le instan a abandonar y aliarse con alguno de los otros dos candidatos. El líder vasco está empecinado en mantener su palabra y quiere erigirse en el único valedor que impida un choque de trenes. Su lucha en el debate es evitar pasar desapercibido y focalizar que las primarias no son únicamente una cosa de dos. El debate, para el propio López, es toda una prueba de fuego.
«El día después»
Se sabe el tercero en discordia y con pocas posibilidades, pero un buen resultado le hará clave en el proceso congresual que se abre tras las primarias. Sus contrincantes no le atacarán de plano porque también juegan esta baza, la del «día después». Por esta brecha es por donde López puede sacar réditos.
A las 14:00 horas, empezará un segundo debate, el del análisis del cara a cara. Lo harán los periodistas y los analistas políticos, pero también lo harán los propios militantes socialistas. Los que han prestado su aval a alguna de las opciones, pero sobre todo lo hará ese 10 por ciento que todavía está indeciso. A este grupo se dirigirán los tres candidatos.
El que consiga salir vencedor de la «Batalla de Ferraz», será el ganador de las primarias, porque en ese 10 por ciento está la solución del nudo gordiano.
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