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Bruselas

Bélgica se desmarca del president

La débil coalición de partidos que sostiene al primer ministro Michel quiere evitar a toda costa que las relaciones con Madrid y otras capitales de la UE se tensen por la posible petición de asilo.

Charles Michel
Charles Michel larazon

La débil coalición de partidos que sostiene al primer ministro Michel quiere evitar a toda costa que las relaciones con Madrid y otras capitales de la UE se tensen por la posible petición de asilo.

La pretensión de Carles Puigdemont de conseguir asilo político en Bélgica trasciende la política española y podría derivar en una crisis de calado entre ambos países, en la propia coalición de gobierno que sostiene al Ejecutivo Federal de Charles Michel e incluso con las capitales europeas que se han pronunciado sin fisuras en apoyo a Mariano Rajoy ante el desafío secesionista catalán. El primer ministro belga contestó ayer de manera lacónica con un «sin comentarios» a las insistentes preguntas de la prensa internacional mientras el líder socialista francófono Elio di Rupo le pedía explicaciones y le acusaba de poner en peligro «la credibilidad internacional de Bélgica». Michel, liberal francófono, capitanea un Ejecutivo con otras tres formaciones de centroderecha flamencas en la que los nacionalistas de N-VA llevan la voz cantante y al que pertenece Theo Francken, el secretario de Estado de Inmigración que ofreció asilo al expresidente catalán. Una coalición sui generis formada por liberales flamencos y valones, democristianos flamencos e independentistas flamencos, en un país siempre al borde de la crisis política y que ha hecho de la inestabilidad su principal santo y seña.

Encontrar una respuesta consensuada a la crisis, con mimbres tan distintos, se presenta complicada, ya que la legislación europea considera a todos los Estados europeos como «países seguros» en los que, en principio, no cabe una solicitud de este tipo por persecución política religiosa u origen étnico. Ayer, ya los partidos belgas marcaron sus distancias de una posible petición de asilo. Tanto el ministro del Interior, Jan Jambon, del partido nacionalista flamenco N-VA, como esa formación política, se desmarcaron de la visita de Puigdemont a Bruselas. Jambon «no está al corriente», indicó un portavoz del ministro, quien además «no ha mantenido ningún contacto en los últimos días». Tampoco los nacionalistas flamencos habrían cursado una invitación a Puigdemont.

Según la legislación belga, un Estado debido a una guerra y otra circunstancia de fuerza mayor se haya suspendido el Convenio para la Protección de Derechos Humanos. Otra posibilidad es la que podría ser utilizada por Bélgica ya que permite a un Estado actuar de manera unilateral. La siempre intrincada legislación comunitaria explica que en este caso, las capitales europeas (el Consejo) deben ser «inmediatamente informadas» y se considera que la solicitud se atenderá «en la presunción de que es manifiestamente infundada». Paradójicamente, la facultad de toma de decisiones del Estado miembro no quedaría afectada. Fuentes comunitarias explican a LA RAZÓN que la pelota quedaría en el tejado de Bélgica, que seguiría teniendo la última palabra y podría utilizar esta cláusula para acoger a Puigdemont. Estas fuentes se resisten no obstante a adelantar acontecimientos ante la previsible crisis diplomática que generaría con España y otros países de la UE.