Jorge Vilches

Bildu triunfante

Si vencen los peneuvistas será por la mínima, pero con un programa que pide la autodeterminación, el fin que siempre marcó el mundo político de ETA

Arnaldo Otegi, coordinador general de EH Bildu, durante su intervención en el acto político por el Aberri Eguna. EDUARD SANZ - EUROPA PRESS 31/03/2024
Arnaldo Otegi, coordinador general de EH Bildu, durante su intervención en el acto político por el Aberri Eguna.EDUARD SANZ - EUROPA PRESSEuropa Press

Zapatero puso la primera piedra diciendo que Otegi había hecho un «discurso por la paz», y Sánchez ha culminado el edificio blanqueando a Bildu. ZP entregó la victoria sobre ETA compartiendo el éxito con Batasuna. El actual presidente ha permitido el rearme moral del mundo etarra y la hegemonía de Sortu, el núcleo de Bildu, compuesto por los últimos terroristas de la banda. Zapatero mintió entonces, en 2006. Otegi no habló de paz, sino de que la violencia ya no era útil para la independencia porque la banda terrorista estaba asfixiada y había que adoptar «otra vía». No condenó nada y siguió adelante. Sánchez ha permitido que Bildu se disfrace de ecopacifista y progresista al tiempo que protege y homenajea a los etarras. El presidente ha conseguido que los asesinatos de ETA constituyan un pasado reivindicable y útil para Bildu.

Así, las encuestas vaticinan un empate técnico en el País Vasco. Entre 27 y 28 escaños para el PNV y otros tantos para Bildu. El resto, PSE y PP, son complementos, sumatorio el primero, y el segundo como si no existiera. Todos los escenarios benefician a Bildu. Si gana el hombre de Otegi aunque sea por uno, puede ser apoyado por el PNV para un gobierno abertzale, o por el PSE para formar un engendro.

Si vencen los peneuvistas será por la mínima, pero con un programa que pide la autodeterminación, el fin que siempre marcó el mundo político de ETA. El PNV podría gobernar con el apoyo de los socialistas que, lejos de tener autonomía, están a lo que diga Sánchez, que es asumir el lenguaje y las aspiraciones de los nacionalistas que aseguran su estabilidad parlamentaria en Madrid. El PNV, para recuperarse, tendrá que volver a su papel de máximo chantajista del gobierno español, y ya no basta solo con el dinero, que lo tienen, sino con los avances políticos. Esta es justamente la «otra vía» que pensó Otegi.

De esta manera, será el PNV el que asuma la aspiración del «discurso de paz» de Otegi, de la independencia por otro cauce que tanto gustó a Zapatero, y que Sánchez ha dado vida. El PNV dejará de recoger las nueces para que Bildu se apropie de ellas. Será una competencia para ver quién es más nacionalista, quién puede apretar más a «Madrid», y no tendrán en el gobierno de España un freno, sino un acelerador.

Una de las exigencias del mundo etarra, también en la época de Zapatero, era la anexión de Navarra al País Vasco. Incluso se barajó esta posibilidad para convencer a ETA de que dejara las armas. Ahora ya es un tema cotidiano, que está sobre la mesa con la mayor naturalidad. Es otra victoria de Otegi. Esto se debe a que el PSOE de Sánchez, como antes el de Zapatero, menos el paréntesis de Rubalcaba, ha ido asumiendo un papel subalterno en el País Vasco y Navarra.

La ambición de Pedro Sánchez ha hecho luego el resto. La falta de una mayoría de investidura en el Congreso convirtió a Bildu en un interlocutor válido poco después de que el amo del PSOE negara mil veces que no iba a pactar con ese partido. El triunfo de Bildu fue completo. Los socialistas asumieron sus exigencias, incluso que Bildu marcara la ley de memoria democrática, en 2021, que convertía a los terroristas en luchadores por la libertad. Es más; ese PSOE permitió que los tipos de Otegi establecieran en esa ley que el franquismo llegó hasta el 31 de diciembre de 1983, es decir, gobernando los socialistas.

Pase lo que pase en las elecciones vascas, incluso aunque se repitan, Bildu saldrá triunfante. Suyo es el futuro porque ha marcado el discurso y los objetivos de la política vasca. Incluso los nuevos votantes se deciden por Bildu gracias al PNV y a los socialistas. Es cuestión de tiempo. Es el éxito de la «otra vía» de Otegi, el hombre del «discurso de paz».