Carmen Calvo
Carmen Calvo cerró el sábado en el Vaticano la exhumación de Franco
Moncloa envió a la delegación más importante desde que Sánchez es presidente como gesto de «gratitud y reconciliación». La vicepresidenta: «Por nosotros ya estaría hecho».
Moncloa envió a la delegación más importante desde que Sánchez es presidente como gesto de «gratitud y reconciliación».
El prior del Valle de los Caídos, Santiago Cantera, se ha quedado solo en su batalla contra Moncloa por la exhumación de Francisco Franco. No cuenta ni con el respaldo de su congregación benedictina ni de la archidiócesis de Madrid a la que circunscribe su comunidad. Tampoco cuenta con el beneplácito de la cúpula de la Conferencia Episcopal Española y menos aún, de la Santa Sede. Todas las entidades de Iglesia con voz y voto en el caso han manifestado públicamente que no se opondrán a la decisión del Tribunal Supremo. Y no solo lo han expresado, sino que el pasado fin de semana se quiso hacer visible que tanto la Iglesia como el Gobierno han pasado página.
La vicepresidenta del Ejecutivo, Carmen Calvo, viajaba a Roma para participar en el sexto Consistorio convocado por el Papa Francisco en el que creó trece nuevos cardenales, entre ellos, dos españoles: el comboniano Miguel Ángel Ayuso y el salesiano Cristóbal López. Y no lo hizo sola, le acompañaba la subsecretaria de Estado de Exteriores, Ángeles Moreno, al frente de la delegación institucional de mayor rango de cuantas celebraciones se han celebrado en Roma desde que Pedro Sánchez está en La Moncloa. De hecho, en el consistorio celebrado en 2018 donde también fueron creados otros dos purpurados españoles, la representación gubernamental fue ínfima.
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Sin embargo, según fuentes de Moncloa, la vicepresidenta se desplazó al Vaticano «en son de paz», tras constatar que la Iglesia había mantenido su palabra dada de no injerencia desde que hace quince meses el presidente en funciones hiciera pública su decisión de exhumar los restos del dictador.
A su llegada a la basílica de San Pedro, Calvo pudo saludar al Papa al igual que el resto de delegaciones de los demás países. Sin embargo, el secretario de Estado vaticano Pietro Parolin tuvo la deferencia de acercarse hasta la silla donde estaba ubicada la vicepresidenta como gesto de cordialidad. Fue un encuentro que duró apenas dos minutos, pero en el que ambos conversaron con naturalidad sobre la relevancia de la ceremonia vaticana, pero en la que ni tan si quiera hizo falta hacer mención alguna al caso Franco porque ambos lo daban por cerrado.
Esta misma afabilidad se constató durante la cena que se ofreció en honor de los nuevos cardenales en la Embajada española cerca de la Santa Sede. El Vaticano quiso corresponder con el Ejecutivo socialista enviando a la velada organizada por la embajadora Carmen de la Peña a Paul Gallagher, el secretario para las Relaciones con los Estados. El equivalente vaticano al ministro de Exteriores se sentó junto a la política socialista en una mesa en la que estaban además de los purpurados homenajeados, el resto de cardenales españoles presentes en Roma, entre ellos el arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, y el presidente del Episcopado, Ricardo Blázquez.
Durante un breve saludo público, Calvo subrayó la importancia de la fluidez de las actuales relaciones entre la Iglesia y el Estado español, puso en valor la aportación de la comunidad católica al bien común y destacó el papel que ambos purpurados juegan como «embajadores» de la marca España en tanto que uno es el «ministro» vaticano para las relaciones con las demás religiones y el otro el actual arzobispo de Rabat. De nuevo, ni una mención explícita a la exhumación de Franco, en tanto que se daba el tema por cerrado.
Quienes participaron en la velada, sí constatan que se trataría por tanto de «un gesto de gratitud y reconciliación en toda regla» por parte de la vicepresidenta y, por tanto del Gobierno, al constatar que tanto la Iglesia española como el Vaticano habían mantenido el criterio establecido desde el minuto uno de esta crisis: no ser un obstáculo para la exhumación echándose a un lado ante un problema que consideraban generado por el Gobierno con la familia, invitación a un acuerdo entre ambas partes y, en caso de no lograrse, acatar la resolución judicial correspondiente.
Carmen Calvo se refirió precisamente ayer a la actitud de la familia Franco: «Estamos en esta situación porque ha decidido utilizar todos los recursos que han ido paralizando, al final para nada, el proceso». «Por nosotros esto ya estaría hecho», señaló.
Pero la familia entiende que el Tribunal Supremo le ha dado la razón porque, según su abogado, con la oposición del prior de la abadía, Santiago Cantera, se está reclamando una nueva autorización de acceso al recinto. En opinión de Luis Felipe Utrera-Molina, «a lo que se refiere» el Alto Tribunal al asegurar que decae la negativa del prior «es a la negativa del mes de diciembre, una autorización anterior, y no a la necesaria para acceder a la basílica de cara a ejecutar los acuerdos [del Consejo de Ministros]». Según el letrado, «el Gobierno ha obtenido un no por respuesta a la solicitud de autorización y por lo tanto entiendo que no debería proceder a adoptar ningún acuerdo mientras no tenga autorización de acceso», asegura el albacea de los Franco, que reclama «prudencia hasta que se hayan agotado todas las instancias judiciales». Hoy mismo presentará un recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional.
Por su parte, el presidente de la Fundación Franco, Juan Chicharro, lamenta este desenlace. «Por mucho tinte legal que se le quiera dar, exhumar un cadáver contra la voluntad de su familia se llama simplemente profanación. Irrumpir en un lugar sagrado, en una basílica sagrada sin permiso expreso de la autoridad competente, que solo es el prior, es profanar una Iglesia». Considera Chicharro que «el padre Cantera pasará a la historia, pase lo que pase, por su valentía y firmeza de valores frente a una Conferencia Episcopal indigna del momento en que vivimos».
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