Elecciones municipales
Colau, alcaldesa por accidente: «Tripartito» o la «vía Valls»
El dirigente francés apela a la «vía Navarra» para prestar sus votos a la ex activista.
El dirigente francés apela a la «vía Navarra» para prestar sus votos a la ex activista.
Hace cuatro años, cuando colgó la camiseta verde de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) para dar el salto a la política, Ada Colau se propuso estar «dos mandatos» en el Ayuntamiento de Barcelona. Así aparece en el código ético de su partido y así se lo propuso para desplegar sus políticas «del cambio», especialmente en materia de vivienda. El primero lo amarró por la mínima tras desbancar a la Convergència de Artur Mas y Xavier Trias, y el segundo lo acaricia con la punta de los dedos tras anunciar que se presentará a la investidura y que no piensa retirar su candidatura si llega el sábado y no ha logrado ningún acuerdo ni con el PSC ni con Esquerra.
Es decir, la ex activista asume el «riesgo» de llegar a ser alcaldesa con los votos de Manuel Valls, mientras que el ex primer ministro francés apela a la «vía Navarra» para prestar sus votos «gratis» a Colau. «Lo que vale para Barcelona vale para Navarra. Coherencia y responsabilidad por parte de todos», escribió el dirigente francés en su cuenta de Twitter después de hacerse público que la alcaldesa en funciones optará a la reelección. «No hay pactos posibles con los nacionalistas y los separatistas». «Eso exige responsabilidad, pactos, generosidad, sentido del Estado», abundó.
Llegados a este extremo, serían necesarios tres de sus concejales para sumar y hacer alcaldesa a Colau: él mismo, Celestino Corbacho (ex PSC y ministro en la época de José Luís Rodríguez Zapatero) y Eva Parera (ex de Unió), ninguno vinculado a Cs, partido que da apoyo a la plataforma municipalista de Valls y que se niega a investir a Colau. «Si queremos enfrentarnos al independentismo debemos hacer gestos valientes, no interesados. Ceder votos gratis es pensar en el interés ciudadano, hacerlo con precio es pensar en el interés partidista», escribió Parera también este fin de semana.
El PSC, por su parte, tensa la cuerda y exige a Colau y a Barcelona en Comú un acuerdo de gobierno previo para votar a su favor en la investidura. Los socialistas aseguran que las «conversaciones son permanentes», aunque avanzan «poco a poco». «Aún tenemos tiempo», repite Jaume Collboni con la voluntad de entrar en el gobierno municipal.
Una exigencia que se topa con la intención de los «comunes» de dilatar los tiempos para no tener que consultar una hipotética alianza con los socialistas a su militancia como marca el reglamento interno.
Colau, mientras, apura las opciones para amarrar un tripartito con PSC y Esquerra que parece imposible debido a los vetos cruzados entre formaciones. «Todo puede pasar, queda una semana», repiten los «comunes». Con este escenario, la ex activista busca romper la lógica «de bloques» (independentista-constitucionalista), ejercer de «puente» y pasar a ser la lideresa de la izquierda.
Sin embargo, las relaciones con Esquerra están prácticamente rotas. Ayer mismo, Ernest Maragall admitió que no ha podido «construir una relación de confianza» con Colau para que tenga sentido una mayoría de gobierno «progresista y republicana». La última carta que podrían jugar los republicanos es ofrecer a la ex activista un mandato partido (dos años para cada uno), pese a los recelos internos que esta opción despierta.
La baza de Colau es clara: acudir a la investidura sin red y ser reelegida por «accidente».
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