Junts

La cuestión de confianza de Junts puede poner en un brete a Sánchez: si acepta el órdago y lo pierde debe dimitir

Puede salir adelante con los votos de PP y Vox, por lo que instarían a Sánchez a someterse a un examen que le obligaría a dimitir según la Constitución

MADRID, 05/12/2024.- El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez recibe al presidente de Mauritania, Mohamed Ould Ghazouani, este jueves en el Palacio de la Moncloa, en Madrid. EFE/ Mariscal
Pedro Sánchez recibe al presidente de Mauritania, Mohamed Ould GhazouaniMariscalAgencia EFE

La cuestión de confianza lanzada por Junts es un órdago que sirve –salga adelante o no– para que Puigdemont retire su apoyo al Gobierno, lo cual complicaría de facto la continuidad de la legislatura. Es un callejón sin salida porque, aunque está en manos del Gobierno el hecho de que el presidente se someta a este examen, si no lo hace, directamente Junts retirará su apoyo al PSOE en el Congreso, como ya ha avisado. Y si el Ejecutivo optase por presentarse al control, la perdería porque Sánchez necesitaría una mayoría simple (más síes que noes) para superarla. Y sin Junts no llegaría a obtenerla: se quedaría con 172 votos frente a los 177 que sumarían PP, Vox y Junts.

En teoría, la proposición no de ley registrada por el partido independentista no es vinculante para Moncloa, por lo cual el Gobierno no corre peligro, pero simbólicamente sí es muy importante en cuanto a cómo queda la relación entre el PSOE y sus socios. Y está, a todas luces, muy debilitada.

La proposición no de ley será admitida a trámite la próxima semana en el Congreso de los Diputados por parte de la Mesa. Este órgano, de mayoría progresista, no tiene potestad para paralizarla a no ser que la iniciativa sea calificada como inconstitucional por los servicios jurídicos de la Cámara Baja. Por tanto, esta podrá debatirse fácilmente una vez que se inicie el periodo de sesiones de 2025, a partir de febrero. Ahí, todos los partidos deberán posicionarse y eso es lo que está buscando Junts, que cada formación se retrate.

De salir adelante la petición, el Gobierno es quien tiene la última palabra, pues es potestad exclusiva de Sánchez someterse a la cuestión de confianza, según recoge el artículo 112 de al Constitución: «El presidente del Gobierno, previa deliberación del Consejo de Ministros, puede plantear ante el Congreso la cuestión de confianza sobre su programa o sobre una declaración de política general. La confianza se entenderá otorgada cuando vote a favor de la misma la mayoría simple de los diputados».

Es en ese momento, si Sánchez se somete a la cuestión de confianza, cuando los apoyos de la investidura deberán retratarse y volver a posicionarse a favor del presidente o en contra. Entonces, Sánchez se comportaría como si de una investidura se tratara. El presidente defendería su gestión, los grupos se pronunciarían y votarían 24 horas después del debate. Y a partir de ahí, sería cuando Junts –si cumple su órdago– abandonaría a Sánchez y por tanto, al negarle la confianza, este, según el artículo 114.1 de la Constitución, debería presentar su dimisión ante el Rey.

Que ahora Moncloa rehúse que Sánchez se someta a una cuestión de confianza entra en contradicción con la propia actitud que el jefe del Ejecutivo alimentó cuando se tomó cinco días para reflexionar tras el estallido del «caso Begoña Gómez».