Elecciones
Díaz, el señuelo de Sánchez con sus indecisos críticos
Socialistas y populares trabajan con la hipótesis de que Podemos y Sumar acabarán yendo unidos
A una semana de que arranque oficialmente la campaña de las elecciones autonómicas y municipales los mensajes y las expectativas que difunden los partidos hay que someterlos al filtro de la desintoxicación de la propaganda electoral. Así, los datos que maneja el PP, de las tres vías por las que les llegan las radiografías de campo de cómo se está moviendo el voto, son bastante coincidentes en alentar las razones para el optimismo, que el PP, sin embargo, lleva semanas rebajando. Mientras que al PSOE, por el contrario, no le acaban de salir tan bien las cuentas como pregonan, y el partido está menos movilizado, lo que justifica que, a la inversa que los populares, su interés electoral pase por dar aire a un mensaje dirigido a sacar a la militancia del desánimo bajo la ilusión de una victoria que no acaban de creerse.
Los expertos coinciden en señalar que las elecciones cada vez se deciden más tarde y que la campaña es decisiva. Cada vez son más los ciudadanos que elijen su papeleta en el último momento, aunque una cita autonómica y municipal está muy determinadas por el perfil de los candidatos y su capacidad de acertar en los mensajes que trasladan en sus territorios.
La altísima fidelidad de voto que atribuyen por consenso los sondeos al PP indica que la mayor parte de voto indeciso está en la izquierda, y en el encaje de piezas que necesita hacer Moncloa para que Pedro Sánchez siga en la Presidencia del Gobierno la vicepresidenta, ministra de Trabajo, y líder de Sumar, Yolanda Díaz, es el señuelo en el que confían para atraer a los votantes de centro izquierda que pueden incluso estar barajando la opción de votar a Alberto Núñez Feijóo.
Los equipos electorales de los dos principales partidos comparten el análisis de que estas elecciones son las más disputadas desde posiblemente 2011, y apasionantes porque por muy pocos votos se pueden acabar decidiendo gobiernos decisivos, de los que depende que se consolide o no el cambio de ciclo de cara a las generales.
Para muchos socialistas puede resultar más que paradójico que Díaz sea la cara amable del «sanchismo», pero ésta es una de las dos principales claves de la estrategia electoral de Ferraz en las próximas elecciones. Allí donde el «sanchismo» es hoy rechazado debe irrumpir el «yolandismo» como cartel de izquierda que recupere el voto que se le ha ido al líder del PSOE en estos años de mandato. Tan es así que Díaz, que había anunciado su intención de mantenerse al margen de las elecciones del 28M, irrumpe en la campaña para ver si es el imán que hace que los números que no dan hoy para la izquierda acaben sumando en la noche electoral.
Por cierto, Moncloa y la líder de Sumar están convencidos de que, finalmente, Podemos se avendrá al acuerdo y habrá un pacto para las generales, sin el que la izquierda no tiene opción de seguir en el poder. Con esta hipótesis de trabajo se mueven también en la sede del Partido Popular.
La otra clave de la estrategia socialista reside en buscar el cuerpo a cuerpo con el líder de la oposición para dañar su imagen entre los votantes moderados, los indecisos, que han llegado a votar al PSOE, y que hoy dudan entre irse al PP o quedarse en casa. Este «objetivo Feijóo», y que el PSOE dé por perdida la Comunidad de Madrid, están sirviendo de aliciente para los que se malician que la «jugada» del ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, en su choque protocolario con el Gobierno de Ayuso, casi parece diseñada para blindar la mayoría absoluta de Isabel Díaz Ayuso y utilizarla después contra el líder popular como elemento de desestabilización.
Para ello, necesitarían que el PP no consiga recuperar ningún otro gobierno autonómico de los importantes, que no sea La Rioja, por poner un ejemplo. Con Ayuso empoderada con mayoría absoluta, la izquierda se lanzaría a intentar reabrir el enfrentamiento entre Génova y Sol, un camino trillado en la etapa de Pablo Casado y con la dificultad a presente de que el equipo que hoy dirige el partido está conjurado para no entrar en rivalidades ni celos con Ayuso. De la misma manera que confían en que ella tampoco se mueva hasta que se conozca el resultado de las elecciones generales. Para poner sordina a este plan de ataque, que Moncloa guarda en el cajón para el caso de que los resultados del 28M le faciliten ejecutarlo, el contraataque de la dirección popular, consensuado con Sol, pasa porque Feijóo haga de pareja de hecho de Ayuso en esta campaña. El líder popular arropará a la candidata, y reconocerá su resultado como un empujón para el éxito colectivo del partido en las próximas generales.
Por cierto, hay quienes dentro del PP han empezado ya a mirar de reojo a Ayuso y al presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, atisbando una competición preventiva por ver quién está mejor posicionado para el caso de que el político gallego no llegue a gobernar tras las generales y dé un paso al lado. Moreno y Ayuso, representados como los dos «delfines» que esperan a la noche de las generales para activarse en clave sucesoria.
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