Opinión

Toni Bolaño

Feijóo trata de sacar del tablero a Junts y ponerlo de uñas con ERC para frustrar la investidura de Sánchez

l presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, acompañado por presidentes autonómicos y cargos del partido, en la inauguración del curso político ante el Castillo de Soutomaior, ayer
l presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, acompañado por presidentes autonómicos y cargos del partido, en la inauguración del curso político ante el Castillo de Soutomaior, ayerTarekPP

Estaban todos para celebrar la entronización de Alberto Núñez Feijóo. Curiosamente solo faltaba Isabel Díaz Ayuso. Les recuerdo que las casualidades no existen en política. Era una fiesta rápida, obligados a no coincidir con una boda que se realizaba en el majestuoso castillo gallego de Soutomaior, aunque se sabía que la cosa no iba a salir bien. Alberto Núñez Feijóo se presentó como la alternativa, pero en el ambiente había calado la idea de que quedaba una temporada en la oposición con el líder fajándose contra Pedro Sánchez. Acaparó todos los focos porque en eso se basa la estrategia: tomar la iniciativa este mes por si hay un adelanto electoral.

En paralelo, Pedro Sánchez aprovechará la ausencia de focos –todos mirarán a Feijóo– para ir construyendo su alternativa con «los enemigos de España» como se afirma desde la derecha, aunque la misma derecha ha abierto la puerta a negociar con estos enemigos. Evidentemente cuando la derecha abre esta interlocución lo hace por España. Ya lo vimos con Aznar y el Movimiento Nacional de Liberación. Que Núñez Feijóo quiera negociar con Puigdemont –negociar con Junts es una entelequia porque quién manda es quién manda– no es una boutade por mucho que en el PP catalán haya sentado como una patada en el bajo vientre. Bueno, puntualizo, le ha sentado fatal al actual presidente del partido, Alejandro Fernández que tiene marcada su salida de la presidencia, según los planes de Génova. No se ha hecho todavía por la vorágine electoral y porque no se encuentra una alternativa con garantías.

Digo que no es una boutade ni una extravagancia porque el PP trata de sacar del tablero a Junts y ponerlo de uñas con ERC. Al fin y al cabo, aunque en Junts reine la radicalidad independentista, sociológicamente su electorado es de derechas. De la derecha de toda la vida. Por tanto, Núñez Feijóo se ha puesto manos a la obra para intentar deteriorar y dividir el frente independentista. No tanto porque espere que Junts se avenga a investirlo, sino para que Junts no invista a Sánchez. Más bien quiere que lo embista.

Junts, también ERC, han puesto sordina a sus contactos y negociaciones. Excepto su posición de partida, amnistía y referéndum, los partidos independentistas catalanes no sueltan prenda ni de qué hablan ni con quién hablan. En el PSOE tampoco. Sumar, necesitado de protagonismo, ha sacado al ruedo a Jaume Asens para torear con el toro de la amnistía. La razón debemos buscarla en los momentos de exaltación independentista que se avecinan. Ni ERC ni Junts están interesados en enseñar sus cartas ante los exaltados que saldrán a la calle en la Diada y en los fastos del 1-O. No quieren perder la calle ante los mismos que, entusiastas, hicieron su «revolución» durante la Vuelta Ciclista que se inició en Barcelona sacando esteladas al paso de los corredores. Y quizás tirando chinchetas para que la ronda ciclista española pinchara. No hay que ser muy lumbreras para concluir que a algún patriota descerebrado se le ocurrió esta brillante –patética, en mi opinión– actuación estelar. Seguro que los autores estarán en su casa henchidos de orgullo y satisfacción de su revolución de salón.

Pero, estos radicales no son una minoría. La prueba está en los resultados electorales. Tienen su fuerza y amenazan a la estabilidad de la pugna entre ERC y Junts, sin olvidar a la CUP, promoviendo una alternativa más radical para las próximas elecciones autonómicas. Junts y ERC quieren pinchar este globo y para eso necesitan un éxito en su negociación con el PSOE. Desechado el referéndum de autodeterminación todo se centra en la amnistía. Pedro Sánchez quiere abordarla porque quiere cambiar el escenario. Feijóo no, pero quiere jugar el partido y embarrar el campo para que la derecha independentista catalana abandone el partido y deje a Sánchez compuesto y sin novia. Feijóo sabe que no puede ganar. Que su investidura está condenada al fracaso pero juega a qué la de Sánchez también lo esté. Es su divide y vencerás.