Política

Convención del PP

El presidente, ante la hora de la verdad

El líder de Sociedad Civil, Josep Ramón Bosch, entre Mariano Rajoy y Alicia Sánchez Camacho
El líder de Sociedad Civil, Josep Ramón Bosch, entre Mariano Rajoy y Alicia Sánchez Camacholarazon

De aquí a las elecciones generales Mariano Rajoy se juega ser el líder capaz de mantener la estabilidad política e institucional del país y la fortaleza de su partido o que todo quede en el aire si sus resultados en las elecciones autonómicas y municipales son desastrosos. En medio del camino tendrá que ir tomando decisiones, estrictamente suyas, y entre ellas posiblemente la más importante será la que afecta a las candidaturas.

Hasta ahora Rajoy ha ido superando las adversidades un poco al «tran tran» de los acontecimientos. Así lo ven dentro de su partido. Tuvo que bregar para mantener a la formación unida tras dos dramáticas derrotas electorales; ganó sus primeras elecciones generales en una coyuntura excepcional; y ha gobernado en una situación también muy complicada, tanto que él mismo acuñó en los primeros años de legislatura el lema de que «no era posible hacer otra cosa» para justificar sus decisiones más incómodas y el incumplimiento inicial de su programa, por ejemplo en política fiscal. Por primera vez el viento empieza a soplar a favor en lo que afecta a la gestión del Gobierno y a la cuenta de resultados de su política económica. Y ahora, según el análisis que hacen en su organización, tiene también todo a su favor para tomar sus decisiones y responder de ellas. Los suyos le van a medir, por ejemplo, por lo que arriesgue en la candidatura de Madrid y de Valencia. La sensación en su entorno más cercano es que si encontrase una alternativa haría sin duda cambios en Madrid y, quizás también, en Valencia. Dicen que no faltan deseos de renovación, pero que tiene que encontrar con qué materializarlos. Y esto no parece tan sencillo. En cualquier caso, es evidente que nada tiene que ver el mensaje que enviaría la continuidad de lo que hay con la decisión de apostar por aire nuevo para afrontar el desgaste y las dificultades del PP en estas dos comunidades autónomas.

El equipo que elija, con su repercusión en el liderazgo territorial del partido, será el que le acompañe después en la batalla de las elecciones generales. Posiblemente más por intuición que por información en el PP empiezan a jugar con la idea de que Rajoy será más original en su decisión de lo que cabría esperar tomando en cuenta los precedentes. Pero nadie se atreve a apuntar cuál podría ser la vía alternativa a la que parece más previsible, la de dejar todo como está y dejar que en el caso de Madrid Esperanza Aguirre e Ignacio González hagan su propio equilibrio de poder. Esta incógnita se desvelará en las próximas semanas. Y a partir de ahí la carrera hacia los comicios quedará completamente despejada. El presidente sale de la Convención Nacional de este fin de semana con una pequeña ventaja. Es verdad que el discurso del ex presidente del Gobierno José María Aznar revivió pasadas comparaciones entre el liderazgo del que se fue y del que está, pero también sirvió para tranquilizar a las bases y hacer más partido, lo que ayuda a la actual dirección en la tarea de la movilización electoral.

Por tanto, la conclusión es que Aznar ha sumado en el proyecto común y que Rajoy no tiene problemas internos. La incógnita más inmediata es el coste de las andanzas y del desparpajo del ex tesorero Luis Bárcenas. El primer análisis de sus movimientos señala que Bárcenas ha debido llegar a la conclusión de que lo peor ya ha pasado y que será difícil que se prueben todas las acusaciones que hay en su contra, por lo que espera que las peticiones de pena se vean sensiblemente rebajadas. Ante eso, y de acuerdo con su carácter, quienes le trataron en Génova destacan su «chulería» y «soberbia», su decisión sería hacer todo el daño posible con dos objetivos claros señalados, el presidente del Gobierno y la secretaria general, María Dolores de Cospedal. El tiempo dirá, precisan en las filas populares.