Pactos electorales
El tablero político vuelve a 2016
Tal y como ocurrió con Rajoy tras su investidura fallida, Sánchez baraja ya una repetición electoral que, con una nueva victoria del PSOE, podría facilitar la abstención de Ciudadanos al librarse del compromiso de votar «no» a un gobierno socialista
Tal y como ocurrió con Rajoy tras su investidura fallida, Sánchez baraja ya una repetición electoral que, con una nueva victoria del PSOE, podría facilitar la abstención de Ciudadanos al librarse del compromiso de votar «no» a un gobierno socialista
Dos meses después de las generales de abril la incertidumbre sobre una repetición de elecciones en noviembre está presente en los «cuarteles» de todos los partidos. Todos saben que los mensajes oficiales valen nada. Y todos dicen que confían en que al final, «in extremis», habrá algún tipo de acuerdo. Pero nadie las tiene todas consigo, y no ayuda que los mensajes de los dos actores principales, PSOE y Unidas Podemos, sean contradictorios y apunten en una dirección contraria según el día y según los intereses de parte. En los partidos, aunque digan que no esperan que haya elecciones, están echando ya cuentas sobre los costes o beneficios de ir de nuevo a las urnas. Todo se sostiene en el cálculo estrictamente partidista porque ni en el bloque de la izquierda ni de la derecha se han puesto a fondo a discutir sobre cuestiones programáticas. Han circulado documentos en las negociaciones autonómicas y municipales entre PP, Ciudadanos y Vox, pero su esencia tiene como objetivo envolver el eje principal de la discusión, que es el reparto de cargos institucionales.
Los cálculos electorales internos coinciden bastante. Todos, con Moncloa a la cabeza, están de acuerdo, aunque no lo reconozcan, en que la repetición electoral interesa más al PSOE y al PP. Y que los grandes perjudicados serían Podemos y Vox. Pero hay una clave en relación a Ciudadanos que se mantiene en la sombra, pero que podría llegar a ser determinante porque dicen en los grandes partidos que a la formación naranja las elecciones podrían servirle para quitarse el compromiso de no votar a Sánchez. En los dos principales partidos, con intereses opuestos, prevén que en unas nuevas elecciones, con nueva victoria socialista, como apuntan todos los sondeos, a Albert Rivera le quedaría la opción de decir que Sánchez ha vuelto a ganar, que los españoles confirman que le quieren, y que por eso él está obligado a rectificar su estrategia. De no haber investidura, esta clave entra incluso en el análisis de alguno de los que tienen sitio en el núcleo de confianza del presidente en funciones.
Mientras que en el PP también sospechan que éstas pueden ser las intenciones de Sánchez si se repitieran las elecciones. El partido de Pablo Casado conoce bien al «gurú» de Moncloa, a Iván Redondo, porque también trabajaron con él en su faceta de experto en comunicación antes de que fuera «fichado» por el líder socialista. «Si convocara de nuevo elecciones sería porque tienen encarrilada la expectativa de un acuerdo con Ciudadanos por el que se despeje el veto a la investidura». El PP sabe que subirían es escaños, pero creen, aun así, que no les interesan las elecciones porque el PSOE pactaría con Ciudadanos y podría escenificar que es capaz de lograr una mayoría estable y centrada. Los análisis de los partidos también muestran bastante coincidencia en que todo depende de Podemos y en que lo más previsible es que al final «se bajen los pantalones» y apoyen «a cambio de nada porque sabe que unas elecciones les puede fagocitar». Pero es sabido en medios políticos que Redondo es muy amigo de globos sondas y utiliza muy bien los medios para mandar mensajes al resto de partidos, por lo que todo el ruido que ahora mismo condiciona el debate político se entiende que va dirigido a Podemos.
A la espera de que se aclare si hay o no elecciones los dos referentes del bipartidismo han conseguido engordar su «saco». Las elecciones las «carga el diablo», pero de momento el PSOE cree que estos dos meses le han reforzado frente a Podemos y Ciudadanos. Y en Génova se frotan las manos por su gestión de los pactos, y con la situación de Ciudadanos y Vox en una pugna autodestructiva en la que el partido de Santiago Abascal está además ocupándose de hacerle el trabajo sucio al PP con su estrategia de poner en evidencia las contradicciones de Cs. En este juego de órdagos, la apuesta por que Iglesias acabará cediendo ha ido bajando en valor en el contexto actual. Pero en política todo es tan posible que hasta dentro del PP hay quien advierte que la decisión de votar en contra de la investidura de Sánchez es la decisión de hoy. De mañana, «ya hablaremos». «Muchas veces en política se gana más descolocando a tus adversarios que enconándote con tus posiciones. Eso Rivera siempre pensó que lo manejaba muy bien».
Los pactos están condicionando el arranque de la Legislatura. El PP está pendiente de ver cómo se resuelve la ecuación de sus acuerdos con Cs y Vox para mover ficha en el Congreso y en el Senado con la elección de sus portavoces. Es una decisión de Casado, pero que pasa por la Junta Directiva Nacional del partido, máximo órgano entre Congresos del PP. Puede ser una formalidad, pero en Génova saben que tiene que medir bien los pasos porque no están a salvo de que se explicite el malestar si confirman la decisión de optar por Cayetana Álvarez de Toledo para la Cámara Baja. Después del verano también tienen que organizar sus congresos regionales y provinciales para rematar la renovación de la «era Casado». En Podemos, la negociación de la investidura le está valiendo a Pablo Iglesias como escudo para frenar que estalle la crisis interna por los malos resultados electorales. Ciudadanos tiene pendiente redefinir su estrategia sobre el balance de sus pactos y los resultados electorales. Y Vox tendrá que analizar para qué le pueden servir unos pactos en los que hasta ahora no ha conseguido aquellas exigencias que les diferenciaban en las urnas de los otros dos partidos con los que compiten en el centro-derecha.
Las claves
«cuarteles» de los partidos. No se fían de los mensajes oficiales y confían en que «in extremis» haya algún acuerdo dar el «sí» a Sánchez si no entra en el gobierno resulta ahora más verosimil. Pero en política todo puede cambiar y ya se sabe que las elecciones «las carga el diablo»
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