Papel
El trotamundos
La agenda internacional de Pedro Sánchez hasta Navidad da escalofríos. Justo acaba de regresar de Guatemala y ya ha puesto rumbo a Marruecos. Pero no se queda en eso nuestro Willy Fog particular. Continuará su peregrinaje con viajes a Cuba, Islandia, Argentina, Polonia y Portugal antes de regresar a Marruecos, para terminar su periplo de 2018 en Bélgica y Austria. Eso, si su equipo, siempre dispuesto a mandarlo de viaje en cuanto hay un hueco en la agenda, no le añade alguno extra. Serán más de veinte días lejos de España en poco más de un mes. Una machacona insistencia como trotamundos que no se debe tanto a las necesidades internacionales del país como a la propia inseguridad del presidente –y de quienes le rodean– y a sus deseos de reforzar su imagen, dado el hándicap de llegar al cargo por los votos de una coalición heterogénea de partidos unidos por la animadversión al Partido Popular y no por la ilusión de una victoria electoral.
Puede decirse que Pedro Sánchez, en los pocos meses que lleva al frente en La Moncloa, ha sufrido un desgaste muy superior al de otros presidentes, incluso aquellos que han ejercido el poder varias legislaturas en peores condiciones sociales y económicas. En menos de cinco meses, el Gobierno «famosocrático» que Sánchez presentó en junio está chamuscado: dos de sus ministros han tenido que dimitir, y si no lo han hecho también al menos otros cuatro es porque ni un presidente tan «audaz» como el actual podría haberlo soportado. De hecho, el Consejo de Ministros ha mutado en un organismo lleno de muertos vivientes, pasto para memes, júbilo y mofa en redes sociales.
Es perfectamente constitucional que un presidente sea elegido por los diputados, puesto que son los representantes de la soberanía nacional. En realidad, siempre ha sido así. Nada que objetar a la legalidad del nombramiento de Sánchez tras una moción de censura, faltaría más. Pero la legitimidad que otorga el voto mayoritario de los españoles es justo precisamente lo que llena el depósito de gasolina de los gobernantes para ir superando los numerosos obstáculos que se cruzan en la ardua y complicada tarea de dirigir un país. No es extraño, por tanto, con las cosas así de complicadas, que los estrategas del presidente busquen «vender» fotos de Pedro Sánchez como «hombre de Estado» alejado miles de kilómetros de España.
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