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España, en el objetivo de Al Qaeda en Túnez y Libia

España, en el objetivo de Al Qaeda en Túnez y Libia
España, en el objetivo de Al Qaeda en Túnez y Libialarazon

¿Es posible un nuevo 11-M en España? Cualquier experto en antiterrorismo islamista que se precie contestará que sí. Pero debe formularse una segunda pregunta: ¿estamos en las mismas condiciones para afrontar esa amenaza que en 2004? La respuesta es, rotundamente, negativa. Los atentados yihadistas cometidos en Estados Unidos (11-S); en Madrid (11-M); y en Londres (7-J), por citar sólo unos ejemplos, han tenido como consecuencia una mayor especialización y coordinación de los servicios policiales y de información encargados de combatir a estas bandas criminales. Además, según expertos en la materia, Al Qaeda centra en la actualidad la mayor parte de su esfuerzo en actuar en las «zonas en conflicto», como Siria.

Dentro de la amenaza global que supone la red Al Qaeda, que dirige el egipcio Ayman Al Zawahiri, el peligro más cercano para nuestro país proviene de la rama magrebí de la organización terrorista, que tiene a Argelia como su principal objetivo y que se hubiera hecho con el control de gran parte del Sahel de no mediar la intervención militar gala en Mali. Otra de las «franquicias» que podría suponer una amenaza para España es el movimiento Ansar el Sharia, que tiene sus bases en Libia y Túnez. Se dedica, entre otras cosas, a formar combatientes que acuden a la guerra de Siria. Se cree que en la actualidad está integrado por unos 6.000 o 7.000 individuos.

A ello hay que unir lo que los expertos llaman «terroristas autónomos» o los que en su momento regresen de la guerra en Siria, en la que combaten un número indeterminado de españoles de origen magrebí, de los que 25 están identificados, entre ellos el recientemente detenido en el aeropuerto de Málaga, cuando volvía a Ceuta.

Captación

En junio del año pasado, una operación conjunta de la Policía y de la Guardia Civil permitió detener a ocho individuos en el barrio ceutí del Príncipe Alfonso. Se les imputaba haber formado una red de captación de voluntarios para unirse a grupos yihadistas en Siria. Hasta el momento de su desarticulación, habrían logrado el traslado de ocho yihadistas, de los que tres habrían muerto en combate o acciones suicidas.

Sin embargo, según fuentes conocedoras del asunto, consultadas por LA RAZÓN, el atentado puede surgir en cualquier instante. En estos momentos, el gran ideólogo de Al Qaeda es, según se cree, el sirio-español Mustafa Setmarian, alias Abu Musad Al Suri, que preconiza acciones criminales de todo tipo que causen una gran alarma social, sin que tengan que producirse con bombas, que requieren una preparación y, por lo tanto, una mayor posibilidad de ser detectadas por las Fuerzas de Seguridad.

El asesinato en Londres, en la calle, a plena luz del día, del soldado británico Lee Rigby, el pasado mes de mayo, o el asalto contra otro militar francés poco después en París, es un ejemplo claro de esta estrategia. Un individuo, armado con un cúter, que puede adquirir en cualquier papelería, puede generar una matanza, que sería interiorizada por la población con un miedo y horror, mucho mayores que las noticias de la explosión de un gran artefacto. El mensaje de los terroristas yihadistas está claro: «Infiel, también te puede ocurrir a ti».

«Células durmientes»

AQMI (Al Qaeda para el Magreb Islámico) mantiene infraestructuras en España que, al menos hasta el momento, se han dedicado a labores de «logística», como la «recaudación» de dinero; falsificación de pasaportes y otro tipo de documentos, etcétera. Eso no quiere decir que, llegado el momento, una «célula durmiente», que no participa en los delitos «menores», pudiera pasar a la acción y cometer atentados de gran magnitud que tengan ya planificados.

Se ha hablado mucho en los últimos tiempos de los «lobos solitarios» que, sin duda, suponen una amenaza real para occidente. En cualquier caso, unos atentados de las dimensiones del 11-M no pueden ser perpetrados por individuos aislados, salvo que fueran coordinados, lo que, en definitiva, conllevaría que no actuaban solos, por propia iniciativa, sino a las órdenes de su responsable.

Las correcciones que el actual Gobierno ha hecho con respecto al anterior, para integrar a nuestro país en su ámbito natural de defensa, suponen un riesgo adicional, ya que todo lo que sea acercarse y colaborar con los Estados Unidos, el gran enemigo del yihadismo, es considerado poco menos que una «blasfemia». Si Al Qaeda lograra atentar en nuestro país citaría, sin duda, este asunto, pero no sería más que una argucia para tratar de enfrentar a las fuerzas de la izquierda radical y pretendidamente progresista con el Gobierno de la Nación. No dejaría de ser una falacia más, ya que España, por las Ciudades Autónomas de Ceuta y Melilla, enclavadas en territorio marroquí y punta de lanza de Al-Andalus que los yihadistas pretenden recuperar, dentro de su objetivo final de formar un «Califato Mundial», es objetivo permanente de estos terroristas.

Los atentados del 11-M en Madrid supusieron un antes y un después en la lucha contra el yihadismo.

Eficacia policial

La cifra de operaciones policiales contra este terrorismo era hasta entonces muy pequeña. Se multiplicó por tres, ya que pasaron de un decena larga, al medio centenar.

El Estado, que no permaneció ajeno a la amenaza, aumentó de manera considerable los medios materiales y humanos y los resultados no tardaron en llegar. Y sobre todo, el mensaje que suponía para los criminales: «podéis intentarlo de nuevo (y lo hicieron en el metro de Barcelona), pero os estaremos esperando». Los que pretendían atentar en la Ciudad Condal fueron detenidos y condenados por la Audiencia Nacional en diciembre de 2009.

La acción de las Fuerzas de Seguridad se ha orientado, ante todo, a la prevención. A tratar de localizar y arrestar a aquellos individuos sospechosos de pertenecer a las redes yihadistas, antes de que pudieran llevar a cabo sus planes. Asimismo, a romper los entramados de reclutamiento y financiación, fundamentalmente para AQMI y la guerra de Siria, con el fin de que tampoco pudieran consumar sus objetivos.

Los resultados, hasta el momento, se pueden considerar como satisfactorios. Lo que ocurre es que este tipo de operaciones, en las que hay que adelantarse a las intenciones del presunto delincuente, se basan en pruebas que cuesta mucho obtener (por las medidas de seguridad que siguen los yihadistas) y puede ocurrir, como ha sucedido recientemente con uno de los detenidos en Zaragoza, que había entrado en contacto con AQMI a través de internet, y planeaba trasladarse a los campos de entrenamiento en el Sahel, sea puesto en libertad al no advertir la Justicia que existe peligro para la sociedad.