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Alfonso Osorio, un hombre clave en el arranque de la Transición

Alfonso Osorio, vicepresidente del primer gobierno de Adolfo Suárez, ha fallecido hoy a los 94 años en Madrid.

Alfonso Osorio
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Alfonso Osorio, vicepresidente del primer gobierno de Adolfo Suárez, ha fallecido hoy a los 94 años en Madrid.

caba de morir en su tierra cántabra tras una dorada ancianidad y una fértil vida política. Alfonso Osorio tuvo un papel fundamental en la transición de un régimen a otro. Conociéndolo, se habrá ido inquieto por la deriva de España en tiempos tormentosos que ponen en peligro lo que tanto costó alcanzar. Formó equipo con Adolfo Suárez y fue uno de los jóvenes políticos más cercanos a don Juan Carlos desde que éste era príncipe. Llegó a pactar con Suárez que trabajarían en equipo antes de saber cuál de los dos sería el designado por el rey para encabezar el Gobierno. Y cumplieron el pacto. Uno sería presidente y el otro, vicepresidente. Osorio llegaba con un gran bagaje: coronel jurídico del Aire, abogado del Estado con el número uno de su promoción, profesor en el ICADE y fundador del grupo «Tácito» que, desde el ámbito de la Editorial Católica, dinamizó la vida política del tardofranquismo y preparó el camino a la Democracia. Osorio era monárquico y católico. Se nutría del humanismo cristiano y nunca presumió de inclinaciones izquierdistas. Leal a don Juan, hasta llegó a hacer de «correo del rey» con la reina Victoria.

Aquel trepidante verano del 76, en que arrancó la Transisión –unos meses que cambiaron España– Alfonso Osorio estuvo en la sala de máquinas. Llegaba con una buena agenda, en gran parte fruto de la amplia tarea de los «Tácito». Y él fue el que proporcionó gran parte de los nombres que conformaron este primer Gobierno Suárez, en el que convivieron azules, democristianos, liberales y hasta algún socialdemócrata. Pero prevalecieron los «vaticanistas», como los llamaba Gregorio Peces Barba. Otra aportación suya, que no ha sido recalcada como debiera fue la transición administrativa; tan delicada como la transición política. Se liquidó el Movimiento y se acabó con el partido único sin causar apenas agravios personales. En el anterior régimen, a falta de legitimidad, había un axioma: el principio de legalidad se respetaba escrupulosamente. Eso facilitó el trasvase de funcionarios, incluidos los de los sindicatos verticales. Fue una operación silenciosa, de gran envergadura, llevada a cabo desde la Vicepresidencia política de Alfonso Osorio. El entendimiento con Adolfo Suárez empezó a deteriorarse muy pronto. A Osorio le disgustaban algunas derivas progresistas del presidente y de la UCD. La legalización del Partido Comunista fue objeto de discrepancias entre los militares y en amplios sectores de la derecha. Tampoco era muy partidaria la Embajada americana ni producía entusiasmo en el Partido Socialista de Felipe González. Lo mismo le pasaba a Osorio. El caso es que empezó a estar incómodo al lado de Suárez. Y en 1979 abandonó el Gobierno y dejó la UCD. Tras algunos titubeos acabó aliándose con Manuel Fraga, y ha muerto militando en el Partido Popular. Osorio fue un hombre consecuente en todo momento. Un gran servidor público, que prestó grandes servicios a la convivencia democrática y a la Monarquía. Lo ha dejado por escrito en sus libros, entre los que el de título más expresivo es «De orilla a orilla». Alfonso Osorio transitó entre las dos orillas y nunca claudicó de sus principios.