Pulso en la derecha
Feijóo deja la calle y lleva su artillería a las instituciones
Génova descoloca a Vox con su estrategia de oposición a Sánchez. Aparca las protestas sociales hasta que se apruebe la ley de amnistía.
Génova aparca las movilizaciones en la calle, después de la última convocatoria del pasado domingo en Madrid, para volcar toda su artillería política contra la amnistía y la negociación con Carles Puigdemont en las instituciones, nacionales y europeas. Las protestas tenían el objetivo de exhibir músculo, y distraer la frustración de su electorado con la confirmación de un nuevo Gobierno de Pedro Sánchez, pero también arrinconar a Vox en uno de los terrenos en los que el partido de Santiago Abascal se ha sentido hasta ahora más cómodo. El debate territorial y Cataluña han sido un granero para Vox, pero la decisión del PP de jugar este partido por separado, marcando distancias con las convocatorias de los de Abascal, les ha descolocado hasta el punto de que han empezado a tensar el discurso, con incluso amenazas de ruptura, en un intento de recuperar espacio y hacerse con un titular.
Entre las bambalinas de la contestación a la negociación de Sánchez con el independentismo se libra un pulso dentro de la derecha que puede tener efecto en los equilibrios entre PP y Vox en las próximas citas electorales. El primer examen serán las europeas, pero la estrategia en la que se ha embarcado el PP tiene un horizonte a más largo plazo y, de momento, el balance del cerco a Sánchez se inclina en términos de rédito partidista a favor de los populares. La nueva legislatura va a ser una batalla electoral permanente entre PP y Vox, los primeros con el objetivo de asfixiar a Abascal, y los segundos, en la necesidad de resistir el envite de una tendencia a la baja en la que no ayuda ni sus descapitalización como partido, por las bajas de algunos de sus principales referentes, ni tampoco su posición dentro de los gobiernos de coalición autonómicos. Parece que su única forma de lograr visibilidad es mediante comportamientos extravagantes, que llamen la atención, pero que, más allá de convencer a la base más fiel de Vox, no amplían complicidades entre el electorado de derechas.
Esta apuesta por arrinconar a Vox tiene su riesgo, ya que Feijóo necesita ampliar su mayoría por absorción de esta fuerza, sin perder voto del centro, como ya le ocurrió en las últimas elecciones generales.
En todo caso, hoy el PP interpreta los golpes en la mesa de Vox como una señal de que están acertando en su estrategia y es la línea que mantendrán. La decisión de aparcar las movilizaciones responde a un análisis interno en el que en Génova han tenido en cuenta las opiniones de barones y de otros dirigentes territoriales. «No podemos estar todo el día en la calle. Habrá más convocatorias, pero cuando haya novedades significativas en la negociación, ahora lo que toca es centrarse en desplegar toda nuestra artillería en las instituciones, en todos los ámbitos nacionales y también europeos», señalan fuentes solventes.
El plan, salvo sorpresa, es que no haya más convocatorias hasta que se apruebe la ley de amnistía, que es el primer acuerdo con Puigdemont que se prevé que se concrete en el despliegue del pacto de investidura. Esta norma empieza esta semana su tramitación parlamentaria.
Por cierto, la pérdida de escaños en las elecciones generales ha dejado a Vox sin dos de sus principales bazas de oposición en la última legislatura: los recursos ante el Constitucional y las mociones de censura.
En estas últimas elecciones los de Abascal sufrieron un descenso de más de 600.000 votos, y pasaron de un porcentaje del 15,8% al 12,4% respecto a 2019. Esto se tradujo en la pérdida de un tercio de los escaños que tenían en el Congreso, reduciendo así su margen de oposición. Además, en la negociación del reparto de comisiones entre PSOE y PP, la distribución final deja fuera a Vox, lo que ha sido otro motivo de malestar en una relación distante a nivel nacional entre las dos cúpulas. Ni hay ni habrá ninguna estrategia conjunta, y sí una disputa por ver quién lleva la iniciativa del marcaje a Sánchez, competición en la que el PP juega de momento con ventaja.
Después de coger la delantera en la calle, y dejar a Vox vinculado con las protestas minoritarias ante la sede de Ferraz, y manchadas además por la presencia de grupos violentos de ultraderecha, el PP también se adelanta con el anuncio de una ofensiva parlamentaria para exigir explicaciones al Gobierno, en la próxima sesión de control en la Cámara Baja, sobre la negociación con Puigdemont en Ginebra.
El portavoz nacional, Borja Sémper, explicó que su partido intentará frenar con todas las herramientas institucionales y democráticas que estén a su alcance la ley de amnistía, porque consideran que es una enmienda a la totalidad a la Constitución en su articulado y en su espíritu.
Sémper también avanzó que el PP pedirá información al Gobierno sobre la amnistía en el Parlamento Europeo con dos preguntas que ya han registrado. Vox ha anunciado una querella contra los miembros de la Mesa del Congreso que han respaldado que se tramite la ley de amnistía, y el PP, cauteloso, no anticipa que vaya a sumarse a esa decisión. La consigna que marca la estrategia de Génova es no hacer seguidismo de Vox, y menos en iniciativas sobre las que no haya seguridad respecto a su resultado.
El portavoz nacional tachó ayer de muy grave que el segundo partido de España –insistiendo reiteradamente en que perdió las elecciones– se reúna con el quinto de Cataluña en Suiza bajo el control de un mediador internacional, del que «dudan» que sepa algo de España. «No sabemos de qué están hablando y si lo ocultan es porque no lo pueden contar», concluyó.
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