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Génova instruye al PP: ligar Sánchez y pobreza
Casado exhibirá liberalismo de Madrid y Andalucía y agitará el voto del miedo a la crisis.
Casado exhibirá liberalismo de Madrid y Andalucía y agitará el voto del miedo a la crisis.
Pablo Casado va a intentar hablar mucho de economía en esta campaña electoral. Y en este terreno no reniega oficialmente del pasado, pero prefiere rodearse de las nuevas caras del «liberalismo real», como señalan en la dirección nacional del PP, para hacer campaña y pedir el voto el 10-N. Ese «liberalismo real» es el que están practicando ya sus barones, el poder territorial que Génova reivindica como seña de identidad de la «era Casado».
La continuidad con los gobiernos de Aznar y Rajoy no la niegan, pero no es la pancarta principal de la oferta electoral del nuevo PP para sacar provecho de las sombras económicas que acechan a la candidatura de Pedro Sánchez.
Dentro de la coherencia, y esa «continuidad», el PP está haciendo sitio en su estrategia electoral a una amplia ofensiva, con proyección en discursos y actos, con el fin de pelear para que la economía esté en la agenda de campaña. La crisis catalana puede beneficiar al referente institucional, al Gobierno en funciones, pero la sombra de la desaceleración y de una nueva crisis económica es terreno cómodo para el principal partido de la oposición. La situación no es comparable a 2011, pero fue aquella crisis lo que le dio la mayoría absoluta a Mariano Rajoy, y los primeros sondeos, una vez que se han hecho oficiales las nuevas elecciones, animan las expectativas de los populares.
Génova ha sido selectiva en los nombres del pasado que quiere seguir identificando con el proyecto económico de Casado. Ahí están los ex ministros Isabel García Tejerina o Miguel Arias Cañete. También la ex ministra de Medio Ambiente Elvira Rodríguez, que enlaza con los equipos de Rodrigo Rato, o Alberto Nadal, ex secretario de Estado de Presupuestos y Gastos. Y aparecen otros referentes no precisamente vinculados al área económica como Ana Pastor, que acumula responsabilidades en su currículum, o José Manuel García-Margallo, ex ministro de Asuntos Exteriores. Ésta es la herencia que Génova cree que sigue sumando al nuevo PP, mientras que del escaparate se han caído, o se han dejado caer, nombres tan simbólicos del proyecto económicos de los gobiernos del PP como el de Cristóbal Montoro.
Montoro se quemó a lo bonzo con la política económica que impulsó Rajoy para hacer frente a la recesión económica, y en la última etapa, ya de crecimiento, no consiguió borrar el desgaste acumulado en su expediente.
Casado también «actualiza» la imagen económica del partido, como ha hecho con la dirección, con las listas y con el grueso de los referentes autonómicos y municipales. Y por eso en campañ a utilizará como estandarte los proyectos económicos territoriales del PP. Su «carta» es la gestión «de cuando gobernábamos», pero, sobre todo, la que están aplicando en Andalucía, Murcia, Madrid, Galicia y Castilla y León. Salvo en Galicia, con acuerdos de gobierno con Ciudadanos (Cs).
En el debate a cinco que se celebrará en esta campaña, el PP ha fijado como condición que se celebre a partir del 5 de noviembre, «para que los españoles puedan valorar la posición de cada uno tras conocer los últimos datos del paro». Una exigencia que confirma dónde quiere colocar el acento a pesar de que la respuesta independentista a la sentencia del «procés» puede hacer saltar por los aires toda la agenda de campaña.
El argumentario de precampaña del PP, con el que adoctrina a sus cargos públicos, vuelve a recuperar el dilema «Pizarro-Solbes». Llama a presentar al PP como el partido con «un patrimonio político consolidado de rigor y seriedad a la hora de abordar los problemas económicos de este país y la experiencia lo demuestra». Y añade: «Mientras la desidia, el relativismo y el dogmatismo del PSOE exclusivamente abocan a más desmoronamiento económico y más pobreza, el Partido Popular es el antídoto de la experiencia, de la capacidad y del resultado»; «el deterioro económico se agrava a unos ritmos que el Gobierno no pudo ni supo anticipar, resultado de su incapacidad y del negacionismo permanente de losproblemas, sobre todo, de los que ellos generan».
El gurú económico de Casado, Daniel Lacalle, no irá en la lista al Congreso. Sí iba en abril, y renunció a su escaño para que entrara Mari Mar Blanco.
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