Opinión

Hay tres Españas, guste o no, y no se puede gobernar de espaldas a dos

Está claro que para gobernar España necesitas más presencia en la periferia

Alberto Núñez Feijóo
Alberto Núñez FeijóoEUROPAPRESSEuropa Press

En Génova 13 las campanas tocan a rebato y hay lío interno. Y si no lo hay, sin duda hay ruido. Este domingo, por ejemplo, con movimiento a la desesperada pidiendo una reunión a Pedro Sánchez. Alberto Núñez Feijóo demuestra con este movimiento que no le hace mucha ilusión ir a una investidura únicamente con el apoyo de Vox. No sería la mejor carta de presentación en caso de repetición electoral, pero tampoco lo sería con un PP en la oposición. El presidente contestó raudo y veloz. Aceptó verse con Feijóo cuando el Rey designe candidato y el Congreso de los Diputados esté constituido. O sea, cuando los azules estén a punto de jaque mate, porque sus posibilidades son nulas. Y lo saben.

Una derecha dividida es una derecha perdedora, ya lo dijo José María Aznar. El 23J le ha dado la razón. Está fragmentada pero van de la mano en toda España, como recordó Sánchez a Feijóo en respuesta a su misiva. A pesar de esta realidad, el Partido Popular se empecinó en comunicar su liderazgo obviando conectar con la ciudadanía. En la política moderna el objetivo es «conectar más que comunicar». El PP lo obvió y el resultado no fue un masivo voto útil, sino la movilización de la izquierda y de los periféricos. Resultado: no se consiguieron los números. «Hay dos culturas, la de los estrategas viejos y la de los nuevos. Los viejos siempre están pensando en ganar, en la gente, en conseguir el 51 por ciento. Los nuevos saben que no existe la gente, existen muchas gentes, y que el 51 por ciento es un imposible y hay que dialogar, pactar. «En España se habla de la gente y la gente no existe», apuntó en mi libro «Moncloa. Iván Redondo, la política es el arte de lo que no se ve», César González, jefe de informativos de La Sexta. Me viene al pelo esta afirmación que ya tiene más de dos años de vida porque el PP se afanó en la búsqueda del 51 por ciento lanzando mensajes que pusieron en alerta a vascos, catalanes e izquierda en general.

El error es no definir el modelo de España. La España centralista, madrileña, de libertad de cañas, no es España. España es otra cosa y debe construirse desde el diálogo y el entendimiento. No desde la confrontación. Agitar a los bilduetarras –por cierto, mayoritarios por primera vez en el Congreso–, y a los independentistas, con prófugo incluido, como una especie de lepra que afecta a España, es no entender la nueva España que votó el 23J. Vuelvo a la auto cita, esta vez de Antonio García Ferreras, director de La Sexta y Al Rojo Vivo «No estamos ante dos bloques, la derecha o la izquierda, sino en un paradigma diferente: centro y periferia, donde se ubican la derecha y la izquierda, y los periféricos. Para Iván Redondo, el bloque periférico está formado por nacionalistas e independentistas, pero también regionalistas y localistas».

Feijóo no tuvo en cuenta la periferia. Prefería sacar votos en el resto de España a cuenta de dar la espalda a los diferentes. Resultado 2 diputados en Euskadi y 6 en Cataluña. Está claro que para gobernar España necesitas más presencia en la periferia y, sobre todo, desgajarte del abrazo de la ultraderecha porque sino no puedes hablar con nadie. Ni siquiera Coalición Canaria, socio del Partido Popular en las islas, está por la labor.

Pedro Sánchez ahora debe ser arriesgado, porque si no arriesgas no cambias el tablero. No es fácil. El pacto con la periferia debe ahondar en una idea de España plural y transversal. La única manera de derrotar al independentismo en las urnas, pero la única manera de cohesionar España, porque la centralista y anti periferia tiene las patas muy cortas más allá de la Comunidad de Madrid. Hay tres Españas, guste o no, y no se puede gobernar de espaldas a dos. Las elecciones del 23de julio lo dejaron claro. El Partido Popular debe mirar al futuro, no anclarse en el pasado. Veremos si dejan a Alberto Núñez Feijóo hacer este movimiento.