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El idilio de Abascal con Trump desata la guerra PP-Vox

La política exterior, y sus efectos en las encuestas, animan a Feijóo a lanzarse contra Abascal. En medio del choque está la negociación de los Presupuestos

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo este jueves durante la cuarta jornada del foro Wake Up Alberto R. RoldánPHOTOGRAPHERS

La política de Donald Trump también va a tener su efecto en la relación entre el PP y Vox. El PP pasa de nuevo a la confrontación total con Vox y al «cuerpo a cuerpo» contra Santiago Abascal. ¿La razón? Oficialmente argumentan que la defensa de los intereses de España –en alusión a la relación de «amor» entre Abascal y el presidente de Estados Unidos– está por encima de los intereses de partido. Los aranceles, sus efectos, y el ataque de la Administración norteamericana a Europa, dejan al PP un espacio para colocar a Vox en la diana dialéctica e intentar que se desgasten unas siglas que siguen siendo su principal obstáculo para conseguir una mayoría social lo suficientemente amplia como para poder gobernar en solitario tras las próximas elecciones generales.

Ayer, Vox culpó a todos, menos a Trump, de los aranceles, y Feijóo fue contundente: «Ningún patriota puede respaldar a Trump». Feijoo también criticó, en un acto organizado por «El Español», el «silencio connivente» de Vox, ante lo que Abascal respondió, a través de X, con ataques al jefe de la oposición y la reiteración de ese mensaje iracundo, y no ajustado en sus términos a la realidad, sobre el papel de Europa en esta crisis comercial global.

En la reorientación del discurso público del PP, que ayer marcó Feijóo y que irá a más «progresivamente (según anticipan fuentes de esa formación), hay que valorar que dentro de la cúpula popular siempre han convivido diferentes opiniones sobre cómo debía ser la relación con los de Abascal. De hecho, esto se ha visualizado en los matices que han separado las declaraciones de algunos de sus dirigentes.

Y al final ha sido la política exterior la que está determinando que los menos críticos con Vox asuman el consenso sobre la decisión de pasar al «ataque» contra ellos. En el equipo electoral de Génova están convencidos de que la posición de Abascal en esta crisis geopolítica solo puede perjudicarle y provocar un desgaste creciente a medida que los efectos económicos de las medidas impuestas por Trump afecten directamente a los ciudadanos. Además, con especial perjuicio en segmentos de la población, como el campo, en los que Vox tiene mucha influencia.

Las encuestas que manejan en Génova vienen detectando en las últimas semanas un estancamiento su «alter ego» por su discurso de apoyo a Trump. En el partido de Abascal argumentan, sin embargo, que las consecuencias de las decisiones de Trump en España serán «pequeñas», y que hay un votante de la derecha que comparte sus críticas a las políticas europeas en cuestiones económicas, fiscales, burocráticas y el pacto verde. Esto, sin embargo, no es lo que dicen los datos con los que juegan en Génova. En medio de este recrudecimiento de la tensión entre los dos partidos está la negociación en marcha para cerrar los Presupuestos en Murcia y Aragón. Oficialmente, el PP dice que las dos cosas no tienen nada que ver. Pero es difícil que la tensión política y personal no influya en las exigencias que plantea Vox para cerrar el acuerdo. De hecho, las delegaciones del PP que participan de la negociación ya vienen diciendo desde hace días que si no hay acuerdo es porque están pendientes de Abascal: de si sube el dedo o lo baja. El precedente es el modelo valenciano, con una puesta en escena –de rendición del PP a Vox– que exigen también en Aragón y Murcia.

Salvo sorpresa, vienen semanas de choque de alto voltaje entre el PP y Vox, y de quién acierte en su estrategia se podrán deducir importantes consecuencias sobre lo que suceda en las próximas convocatorias electorales. En este contexto, no hay que olvidar el papel de Vox en la Comunidad Valenciana, donde sostienen a Carlos Mazón porque confían en sacar rédito electoral de esta decisión.

Cabe recordar que Feijóo apeló este pasado martes, en un desayuno informativo en LA RAZÓN, a que se allanen los pactos presupuestarios en marcha, aunque dejó la pelota en el tejado de Vox. «Hace falta una política de servicio, en lugar de erosión».

La relación entre los dos partidos la marcan la desconfianza y el combate político, de manera que los acuerdos y desacuerdos solo responden a motivos tácticos, que se miden en su peso en las urnas.

El pacto presupuestario en Vox, y la orden de acelerar los acuerdos en el resto de comunidades, asentaron la idea de que la dirección del PP optaba por clarificar su apuesta por entenderse con Vox de cara a las próximas elecciones generales. Pero este viraje, a cuenta de la política exterior, lanza el mensaje contrario.

Internamente, el denate reside en cuál es el camino más eficiente para reducir el peso político de Vox. Pero no hay discusión sobre la afirmación de que un Gobierno de Feijóo, con apoyo externo o coalición con Vox, sería un «suicidio» político a medio y largo plazo. La experiencia de los gobiernos autonómicos ha confirmado esta impresión.