Tribuna
Jorobarnos a todos
Ayuso, siempre decidida y polémica, ha sido hábil al mantener una puerta abierta con el Gobierno argentino pese a los ataques
«Ganas de jorobar» es como ha calificado Patxi López la iniciativa de Díaz Ayuso de agasajar en Madrid al presidente de la República Argentina. Recurrir al verbo «jorobar» es la manera utilizada por los cursis cuando quieren dar a entender que se refieren a otro verbo más malsonante que también empieza por jota. Pero en la época del respeto al diferente yo recomendaría que, puestos a ser melindrosos, lo seamos hasta sus últimas consecuencias y se revise si es muy cordial con los jorobados el hecho de aludirlos para significar algo fastidioso. Ojo, Patxi, que te metes en un charco.
La pregunta realmente central es: ¿quién está aquí verdaderamente fastidiando a todo el mundo? Lo cuestiono porque los simples columnistas nos podemos permitir chistes sobre si las dementes decisiones de nuestros políticos tendrán que ver con un hipotético consumo de estupefacientes. Pero es que las relaciones del columnista con el poder, para hacer bien su trabajo, han de ser las propias de un perro con una farola. Si nuestros mandamases se sienten vejados por ser considerados farolas, piensen que en la metáfora a nosotros nos toca el papel de perro. Ahora bien, entre las atribuciones de un ministro, que yo sepa, nunca ha figurado permitirse ese tipo de indelicadezas a costa de un mandatario extranjero. Más que nada porque la cosa puede terminar en conflicto internacional. Si algún ministro envidia esa bula que se nos permite a los columnistas satíricos, consuélese pensando que para algo le hemos dado a él una mesa de despacho tan grande, mientras que nosotros efectuamos nuestro trabajo desde ágiles pero precarios portátiles en rincones ignotos de la geografía.
Lo único cierto de toda esta tontería es que a nadie en su sano juicio con responsabilidades ministeriales se le ocurriría verter palabras como esas para que corran por las redes en nuestro mundo actual. Todo el público ha tenido ocasión de saber de las maneras de Milei en los últimos tiempos. ¿Qué esperaba el ministro? ¿Que Milei no contestara con los peores modos? ¿Que no se lanzara al cuello de los puntos flacos en boga de la esposa de nuestro presidente? Encima, que Pedro Sánchez se dé por aludido y rompa relaciones con un país extranjero por todo ello es una barbaridad tan descomunal que dentro de unos años va a ser visto como un episodio tan caricaturesco como incompetente. La única opción verdaderamente sensata era no dignificar todo ese cúmulo de despropósitos con una respuesta. Aquí no hay talla política ni diplomática.
La verdad es que ya estamos todos un poco hartos de todas estas astracanadas epistolares propias de un sainete de Romeo y Julieta. Sobre todo, porque ni Julieta escribía cartas de recomendación, ni Romeo cartas a la nación. El triste resultado es que hoy existe un montón de gente, empresas, inversiones, trámites e iniciativas que no tienen un embajador al que acudir cuando surgen los habituales contratiempos y complicaciones propios de estos asuntos. Y eso es gravísimo. Para hacerse una idea de la magnitud de la chapuza, consulten simplemente las cifras de las comunes relaciones comerciales actualmente entre nuestro país y la República Argentina. A todos estos implicados no duden que les irritan por igual tanto las maneras de Milei como las de Óscar Puente.
Ayuso ha sido hábil. Siempre decidida y siempre polémica, ha dado un paso al frente con reflejos y velocidad. Se mueve con descaro hasta el filo del populismo y sabe dar un paso atrás hacia el sentido común cuando se acerca demasiado a esa frontera. El sentido común en este caso es mantener una puerta abierta con el actual Gobierno argentino para no dejar sin cobertura diplomática a todos los españoles que trabajan con aquel país.
Al final, la visita de Javier Milei se ha quedado en la pura anécdota de permitirnos ver algunos orondos pechos al aire (lo cual siempre alegra la vista) y regocijarnos con el habitual sainete friqui que escenifican hoy en día los activistas de uno y otro extremo. La única pena es que ha servido también de cortina de humo para los pasos de Bolaños en Justicia, colocando sus peones en lugares clave para colar la ley de amnistía en Europa.
✕
Accede a tu cuenta para comentar