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ERC

Junqueras rehúye los maximalismos del procés

Llega a su congreso más fuerte y logra neutralizar a los críticos que buscaban impedir que sea reelegido. A cambio, los legalizará

El líder de ERC, Oriol Junqueras EUROPAPRESS

Oriol Junqueras ganó las primarias de ERC en la segunda vuelta celebrada el 14 de diciembre con el 52% de los votos y volvió a la presidencia del partido republicano. Su oponente, Xavier Godàs se quedó a 10 puntos, lo que evidenció la división y la debilidad de un partido que sufrió un duro revolcón electoral en las autonómicas, y antes en las municipales, con el liderazgo de Pere Aragonès y de la secretaria general, Marta Rovira, hoy disfrutando de su vida en Suiza.

ERC salió de este proceso en estado de shock y ciertamente desnortada. Junqueras no se amilanó y puso en marcha su motor diésel eludiendo las prisas. Afianzó su papel de oposición ante el presidente catalán, Salvador Illa, siendo crítico, pero apretando sin ahogar; ha alcanzado acuerdos con el PSOE, Illa mediante, sobre la quita de la deuda; ha mantenido en pausa la entrada de ERC en el Ayuntamiento de Barcelona y ha marcado su «no» a la negociación de los presupuestos, catalanes –aunque aprobó que el Govern pueda endeudarse– y españoles, para evitar ser víctima cainita de su enemigo íntimo: Carles Puigdemont.

Su objetivo era mantener el partido al ralentí para evitar un aumento de la tensión interna ante el congreso que se celebra este fin de semana en Martorell (Barcelona). En el ámbito interno ha realizado cambios mínimos. Josep María Jové sigue siendo presidente del grupo del Parlament, a pesar del malestar entre sus partidarios que preferirían al frente a «una persona que sea los ojos, los oídos y la voz de Oriol que no es diputado». El único cambio, no menor, fue la sustitución de la portavoz Marta Vilalta por la correosa Esther Capella. En Madrid no ha movido pieza aunque Pilar Vallugera tiene los días contados por un caso de acoso laboral a trabajadores del grupo y a exdiputadas que la anterior dirección de ERC ignoró. Quedaría por dilucidar el papel de Teresa Jordà, actual número dos y alienada con el grupo de Marta Rovira.

En conclusión, Junqueras, y su mano derecha Elisenda Alamany, pusieron al partido en stand by ante el congreso. Parece que la estrategia le ha funcionado porque Junqueras llega más fuerte que hace tres meses. De hecho, sus críticos –Nova Esquerra Nacional, Foc Nou y Col·lectiu 1 de octubre– no han logrado imponer sus enmiendas en las asambleas territoriales. Solo lo han logrado en la asamblea de Valencia, donde se ha aprobado un aguijón contra el actual líder, limitando el mandato de la presidencia –y la secretaria general– a 12 años que Junqueras ha superado de largo y declarando incompatible ser líder del partido y líder institucional, una forma de vetar su candidatura a la presidencia de la Generalitat. La derrota no ha sentado bien a los críticos. La número dos de Nova Esquerra, Alba Camps, mostró su enfado en las redes sociales acusando a Junqueras de no buscar el acuerdo. Como consecuencia de la derrota, Nova Esquerra ha retirado la enmienda a cambio de abrir en este mandato un debate sobre esta cuestión.

O sea, a cambio de nada porque Junqueras no necesita el apoyo de los críticos para consolidar su poder, por lo que toda la atención se centra en la ponencia política, la nueva hoja de ruta de ERC, y en la legalización de corrientes internas. Desde la dirección están dispuestos a analizar esta cuestión propuesta por Joan Tardà, líder de Àgora Republicana, y persona cercana a Junqueras. De hecho, desde la dirección republicana se entiende que regular las corrientes es tender una mano a los críticos porque además de Àgora las restantes son críticas con la dirección.

La ponencia nació accidentada porque sus redactores, en un ejercicio de pragmatismo, abogaron por una agencia tributaria compartida con el Estado para «un traspaso progresivo» de competencias a la agencia catalana habida cuenta que lo acordado con el PSC de que la nueva agencia recaude todos los impuestos en 2026 no se ajusta a la realidad. Junqueras anunció una enmienda que sitúe las aspiraciones en máximos y evite un ataque de Junts.

Al margen de este tropezón, la ponencia se aleja de toda estridencia. Ni rastro de la «vía unilateral», ni siquiera de la «vía canadiense» que defendió Pere Aragonès. La ponencia se limita a fijar en 2031 –año del centenario de la fundación de ERC– el momento para establecer «una mayoría sólida independentista en las instituciones y en la calle» sin «descartar ninguna vía democrática» para alcanzar la independencia.

En los últimos días, Joan Tardà ha animado el debate con un artículo publicado en «El Periódico de Cataluña» titulado «ERC y Junqueras tienen que elegir». Tardà no tiene ningún cargo orgánico, pero es un referente en la militancia republicana. Su posición no es nueva pero seguro que marcará el debate. Según Tardà ERC debe elegir en ser «la trinchera del independentismo» o «la Casa Gran del independentismo» –que recuerda a la Casa Gran del catalanismo que impulsó Artur Mas y fue el prólogo de Junts–que aglutine a «todo el republicanismo de izquierdas», ya sea independentista o soberanista. El exdiputado republicano considera que la primera opción no difiere mucho de Junts «alienado con los poderes económicos», que «no defiende a las clases populares», pero que es populista. La segunda la enmarca en el nuevo contexto histórico de retroceso de libertades y aumento del fascismo que, a su juicio, conllevará un proceso de convergencia de las fuerzas de izquierda como sucedió en el pasado –durante la República la creación del PSUC y el POUM– y ya en democracia con la creación del PSC.

Otro elemento de debate congresual será fijar la posición de ERC ante la inmigración. Los republicanos quieren hacer una foto fija de Junts en su pugna con Aliança Catalana y marcar distancias. Por eso, quieren aprobar una enmienda que contemple la inclusión en lugares destacados y de salida de personas de origen migrante con la idea de visualizar una opción progresista frente a las posturas más racistas y xenófobas de la derecha catalana. En este tema, el congreso está dividido. Junqueras afronta un congreso más tranquilo de lo previsto para afrontar una etapa que permita a los republicanos recuperar posiciones en el próximo ciclo electoral y volver a recuperar el liderazgo del independentismo en el posprocés.