ETA
«Kubati», héroe local en «territorio comanche»
M. Luisa G. Franco
ELORRIO-Una semana después del cónclave de asesinos en Durango, ¿dónde están y qué hacen los etarras excarcelados que comparecieron ante los medios de comunicación orgullosos de sus crímenes? «Kubati», el elegido por sus compañeros de armas como portavoz, vive arropado por sus vecinos en el pueblo que le recibió con carteles de bienvenida el pasado mes de noviembre. A pesar de haber matado a trece personas y de la fama de sangre fría que se ganó entre los suyos tras haber «ejecutado» a la ex dirigente de ETA María Dolores González Catarian, alias «Yoyes», delante de su hijo, en Elorrio nadie le pone mala cara. Por amor o por temor, hablan de él como si nunca se hubiera manchado las manos de sangre.
«De chaval era un chico majo y luego ... cada cual tiene sus cosas», nos dijo un vecino que paseaba el viernes por la calle donde Juan Antonio López Ruiz se instaló, en casa de su madre, tras ser excarcelado. No parecía muy impresionado por el historial sanguinario de aquel «chaval», del que recuerda hasta el motivo por el que empezaron a llamarle «Kubati».
«Su padre, Vicente, que era de Moral de Calatrava, un pueblo de Ciudad Real, vivía conmigo de pensión en este mismo barrio cuando llegué a Elorrio. Luego se casó y tuvo un hijo y le decíamos «has tenido un Kubala», por el jugador barcelonista Ladislao Kubala, y se quedó con Kubati». Quien nos cuenta esta historia nació hace ya muchos años en un pueblo de Burgos y, como el padre de «Kubati», llegó a Elorrio porque después de la Guerra Civil en la industria vasca había trabajo.
Ahora pasea ocioso por el pueblo, como hace «Kubati», y un día se encontró con él cuando fue a entregar la quiniela al estanco. «Con el pelo blanco casi no le conozco, porque hace 24 o 25 años que despareció de aquí». Aunque nuestro interlocutor no parecía del entorno etarra, nos dijo que no tiene ningún problema en saludar a «Kubati». «Aquí cada uno es cada uno», señaló con una ambigüedad tan enraizada que le salía de forma natural.
«En Elorrio nadie tiene problema en saludarle», nos confirma otra vecina, que vive a unos metros de la casa familiar de «Kubati». «Le tratan como a un rey». Esta señora habla también con naturalidad de los terroristas. Nos cuenta incluso que su hijo fue detenido una vez, en una operación en la que «cayeron» trece jóvenes de Elorrio. «Él ya está fuera de eso y me alegro mucho, porque nosotros no sabíamos nada, si no le habríamos dicho algo, pero nos enteramos cuando le detuvieron y pasó trece meses en prisión, pero ya no tiene nada que ver con eso, menos mal». Relata su historia personal con una sonrisa tranquila, como si fuera lo más natural del mundo que su hijo hubiera estado metido en ETA.
Y es que Elorrio está fuertemente vinculado a ETA, hasta el punto de que el alcalde, del PNV, consintió que a pocos pasos de donde «Kubati» asesinó a un guardia civil se instalara un cartel de apoyo a los dos «héroes» locales, el propio «Kubati» y José Felix Zabarte, que han vuelto a casa tras 26 y 23 años de prisión, con un sanguinario historial a las espaldas.
El pórtico de la Iglesia se utiliza habitualmente para fijar carteles pidiendo la libertad de los presos de ETA. En estos momentos toca apoyar a Irati Mújica, con la consigna «Jo Ta Ke», que significa en el mundo abertzale golpear hasta la victoria final. «Irati Mujika Askatu. Desobedientzia. Jo Ta Ke» , ondea la pancarta fijada en la estructura de la Iglesia, mientras que en el frontón, de forma más permanente, sin que nadie tenga nada que objetar, una antigua inscripción pide la vuelta a casa de los presos etarras. Otra pancarta temporal anunciaba el viernes la salida de autobuses para asistir a la manifestación a favor de los presos de ETA en Bilbao.
En el bar La Parra, en la plaza del Ayuntamiento, donde se vio a «Kubati» poco después de ser excarcelado, un grupo de mujeres mayores tomaba el viernes el aperitivo, entre carteles pidiendo amnistía para los etarras. Nos comentaron que no era habitual que «Kubati» apareciera. «Al otro, a Zabarte, se le ve más. "Kubati"va mucho a Zarauz, porque su novia es de allí». «Pero "Kubati"estaba aquí el otro día con su madre, le vi cuando salíamos del funeral», interviene otra de las mujeres. «Su madre y su hermana participan siempre en las encarteladas por los presos», dice una tercera. «¿Es para la Prensa, no?», pregunta otra . «Pues no sabemos nada», corta a las demás, que parecían encantadas de conversar. Siempre hay alguien que se acuerda de la ley del silencio que durante tantos años impusieron ETA y su entorno en el País Vasco.
A unos metros de allí, un enorme cartel pidiendo amnistía identifica el edificio, junto al río, donde está la herriko taberna. En un día soleado, raro en invierno en Elorrio, jóvenes con apariencia proetarra toman tranquilamente unas cervezas. Dentro, preguntamos al hombre que atendía la barra si Kubati, a quien en ese local se organizó un recibimiento a su llegada suele aparecer a mediodía. «Ni idea», respondió tajante.
«¿Has quedado con "Kubati?», oímos a una pareja que pasa por la calle del río con bolsas de fruta del mercado que cada viernes se instala en Elorrio. ¿Conocéis a Kubati?, les pregunté, y la hostilidad se notó al instante. «¿Qué pregunta ésta?», le dijo el chico a la chica, sin responderme directamente y siguiendo su camino, lanzando una mirada de desprecio.
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