Bruselas

La Corte «napoleónica» de Puigdemont en Bélgica

Méndez de Vigo y Catalá ayer se disponen a dar la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros en Moncloa. Cataluña volvió a ocupar gran parte de las cuestiones de los periodistas
Méndez de Vigo y Catalá ayer se disponen a dar la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros en Moncloa. Cataluña volvió a ocupar gran parte de las cuestiones de los periodistaslarazon

Un séquito de seguridad, opíparas cenas, visitas a la ópera y lujosos alojamientos...

El político catalán vive un llamativo «exilio»

Mientras el séquito de la causa soberanista de Puigdemont se deja el cerebro en España, unos entre rejas y otros libres, para formar el nuevo Gobierno de la Generalitat que perpetúe la senda del secesionismo, el «perseguido» ex president intenta marcar la pauta desde su particular exilio en su residencia de Waterloo. Exilio: persona separada de la tierra en la que vive, expatriado... Connotaciones negativas rodean a este concepto que Puigdemont trata de alejar con un nivel de vida que ha hecho saltar las sospechas de las altas instituciones del Estado. Y no sólo dentro de nuestras fronteras: la vida de Puigdemont se ha colado hasta en los carnavales belgas, en los que los flamencos le han parodiado rodeado de micrófonos por sus continuas ruedas de prensa «en el exilio», como destacan con ironía. No es para menos: el nivel de la corte de Puigdemont ha ido evolucionando desde que llegara a Bruselas a finales del pasado octubre con cinco de sus ex consejeros. De la «suite» presidencial del hotel Husa President Park, a su nueva casa en la Avenue de l'Avocat en Waterloo a 4.500 euros mensuales el alquiler. Este periódico ya publicó el escaso entusiasmo que manifestaron los vecinos con su llegada, ya que se trata de una zona tranquila poco aficionada al movimiento mediático. El ex presidente de la Generalitat pasó a ocupar, además, una de las casas más caras, según informaron los vecinos, en la que vivió una familia qatarí. Al gasto de mantenimiento de la residencia de 500 metros cuadrados hay que añadir el operativo de 15 personas que guardan la seguridad del político prófugo, investigado por el ministerio del Interior, ya que, según publicó La Sexta, al menos tres son Mossos d'Esquadra.

Del Carnivore a la ópera

Pero Puigdemont no vive un retiro introspectivo, temeroso de la «persecución» de la Justicia española. El ex presidente de la Generalitat necesita airearse, y para ello no duda en acudir a restaurantes como el Carnivore Grill, en el que se le vio degustando champagne y langosta, o a la ópera para sentirse arropado en su causa, desde el palco de la primera planta, presenciando el duque de Alba, de Gaetano Donizetti, que representa el levantamiento de los flamencos contra la dominación española en 1568, y que equiparó con el desafío independentista en Cataluña. Al acto lo acompañó su entonces abogado Paul Bekaert, que por sus servicios cobraba, según pudo saber este periódico, entre 500 y 1.000 euros la hora, aunque él se apresuró a asegurar que la cantidad era de 125 y que los ingresos que recibía eran privados, no públicos. Un conocido bufete de abogados español con delegación en Bruselas negaron la mayor: «En Bélgica, el sueldo medio que cobra un abogado es de 200 euros la hora». Actualmente, el ex presidente tiene un nuevo «fichaje» para su defensa: el letrado Ben Emmerson, que entre otras gestas tiene la de ser la defensa de Abu Qutada, líder espiritual de Al Qaeda, y uno de los mejores abogados en el Reino Unido que se ha ganado el apodo de «El Goliat». Está por ver si Emmerson, que también se encargó de la defensa de Julian Assange, cobra 125 euros la hora. Puigdemont asegura que nada está sufragado a través de las arcas públicas. Pudiera ser que su empresario fiel, Josep María Matamala, que lo acompaña a todas partes y que dirige una decena de empresas, sea su bolsillo, aunque también se ha conocido que la ANC y Ómnium, que acaban se sufragar los 60.000 euros de fianza a Marta Rovira, pasan la cesta entre los comensales –entre ellos, familiares de los ex miembros del Govern encarcelados– en sus «cenas amarillas solidarias».

Tal y como publicó este periódico, el ex presidente de la Generalitat baraja la posibilidad de crear el «Consejo de la República», que él define como un «gobierno en el exilio». Una oficina privada, desde la que el político podría seguir manteniendo su «puesto de trabajo» y consiguiente vida en Bruselas, sufragada con los amigos empresarios del entorno. No obstante, aún no se ha despejado si Puigdemont podría incurrir en usurpación de funciones. Con el foco del Gobierno en la financiación de Puigdemont, la Guardia Civil investigando la «caja de resistencia» de ANC y Ómnium, y el Tribunal Supremo tres transferencias hechas desde cuentas de la Generalitat en Bruselas por si pagaron gastos del proceso de independencia, queda en el aire si el erario público se está hacienco cargo del «exilio».